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lunes, 8 de octubre de 2012

EL PRODITORIO CRIMEN Por: Gilberto Haaz Diez


Acertijos



*El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad. Camelot

 
EL PRODITORIO CRIMEN
 
Las escenas desgarraban. Un padre sepultaba a un hijo. Un padre que había sido gobernador y presidente del PRI nacional, sufría su tragedia personal.
Los noticieros nocturnos portaban las imágenes.
El padre Moreira nunca separándose del ataúd del hijo. Acompañándolo en ese último viaje al encuentro con Dios, como despiden a los difuntos en las iglesias en los sermones de Cuerpo Presente (Corpore insepulto). Papá Moreira doblegado y quebrado ante el sacerdote que ofició misa. En su hombro, llorándole al hijo ausente.
Un hijo que, como todos los nuestros, una mañana salió de casa al trabajo y no regresó con vida. Un hijo que deja a otro hijo inocente y de meses en la orfandad. A una viuda, a una madre, a un padre, a unos hermanos, porque así vivimos en este México violento.
A sangre y fuego. Papá Moreira abrazado de gente del pueblo, mujeres que le lloraban a su paso con el féretro a su derecha.
Son las patéticas escenas a que nos acostumbramos en esta guerra que lleva tantos caídos como los de Siria o las de algún país árabe que entró en rebelión en su primavera árabe. Aquí por la droga, por la delincuencia organizada o desorganizada que se convierten en bestias y no se tientan el corazón para liquidar impunemente a quién se les ordena matar. Sicarios como lo han sido. Sin escrúpulos. Sin piedad. Sin compasión.
A eso ya no nos queremos acostumbrar, a esas vivencias que brotan un día cuando liquidan a un hijo de una gente encumbrada en la política, como le tocó a Humberto Moreira, o al más desconocido, a alguno que su nombre solo es conocido por su familia o su entorno.
 
EL MEXICO VIOLENTO
 
Ese México de violencia no se ha ido.
Y en el sepelio, visto por la tele, uno reconoce que viene un cambio, y que ojalá ese cambio con Enrique Peña Nieto encuentre el camino para volver a transitar por la quietud y tranquilidad, como lo hacíamos hace algunos años.
Un amigo anoche me comentaba que los sexenios se cuatrapearon, que Calderón debió haber llegado antes que Fox, porque el inútil de Fox solo se dedicó a adorar a Martita y dejó suelta a la delincuencia.
Relajó la declaración del exgobernador Miguel Osorio Chong, uno cercano al equipo del presidente electo, su coordinador de Dialogo Político y Seguridad en el gobierno que llega. Aseguró que retornará la calma al país. Qué ellos lo harán.
Ojalá y ellos encuentren la formula y sepan cómo hacerlo. La solución será benéfica para todos. El país no aguanta más.
Hasta el mismo presidente se angustió, porque cada que cae un hijo, sea de quien sea, todos perdemos algo, y Calderón, cuya lucha es reconocida aún con todos estos pagos en vidas, recriminó el acto: “No hay palabras suficientes para calificar la bajeza de la cobardía ocurrida ayer en el estado de Coahuila. Comprendo y respeto el profundo dolor que esto causa a sus familiares y amigos”.
Muchos hijos han salido de casa y no han regresado. El hijo del taxista, del ama de casa, del médico, del obrero, del político, del profesionista, este México bárbaro y violento no pierde capacidad de asombro. Si no es una es otra.
La muerte, cito a Almudena Grandes, que es atroz, feroz, fea e injusta, no distingue a los malos de los buenos. Para eso está la vida. Los vivos son capaces de fulminar la podredumbre de la muerte con el calor de su memoria.
Son días de guardar y son tiempos que las campanas de las iglesias tañen a muerte.
Por el dolor de los hijos caídos, el de Humberto, José Luis Moreira, y el hijo de Sicilia y el de Alejandro Martí y el de tantos mexicanos que un día salieron y no regresaron.
De los levantados, de los desaparecidos en esta guerra sin cuartel. De los secuestrados.
La muerte de su hijo pasa a ser, como el exgobernador lo expresó: “uno de los miles de muertos de esta guerra absurda”. El crimen fue un desafío al Estado. Un Estado que debe estar fortalecido. Hacer que los delincuentes paguen con cárcel sus crímenes. Que no haya impunidad. Ir por ellos, a su caza, encontrarlos y aplicarles la ley.
 
LOS PESAMES
 
El ámbito político no cesó de impactarse. La presidencia del PRI, se solidarizó con uno de los suyos. El gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, al momento fijó un listón negro de luto en su cuenta de Blackberry. No hay que olvidar que, cuando Moreira tomó protesta como presidente nacional del PRI, que luego otros vientos de endeudamiento hicieron renunciar, atrás de él se encontraba el gobernador de Veracruz.
La muerte pisa nuestro huerto, como cantara Serrat.
‘La muerte del niño herido’, ese poema de Antonio Machado:
“Otra vez en la noche...Es el martillo de la fiebre en las sienes bien vendadas del niño. Madre, ¡el pájaro amarillo! ¡Las mariposas negras y moradas!
Duerme, hijo mío. Y la manita oprime a la madre, junto al lecho.
¡Oh flor de fuego! ¿Quién ha de helarte, flor de sangre? ¿Dime? Hay en la pobre alcoba olor de espliego; ¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía? El cristal del balcón repiquetea. ¡Oh fría, fría, fría, fría, fría!”.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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