Una vez mas comenzará
la rebatinga por las presidencias municipales, desde el
municipio mas pequeño y rascuacho hasta las joyas de la corona,
que representan enorme presupuesto anual.
Es increíble la
cantidad de ciudadanos dispuestos a realizar todo el esfuerzo de la campaña, y
luego enfrentarse a todas las complicaciones que representa ser presidente
municipal. Tal parece que la vocación de
servicio es algo inherente al mexicano.
Desgraciadamente la realidad es otra.
En pueblos pequeños, el alcalde y los ediles, entran con el único fin de
modificar su situación patrimonial.
Definitivamente el alcalde es quien lleva mano, y mientras más
presupuesto para obra pública tenga su municipio, mayor será el beneficio,
gracias al acostumbrado diezmo, es decir al diez por ciento del importe de la
obra, que el constructor entregará en efectivo a quien se le indique. Ese diezmo que pareciera un mito, es una de
las pocas actividades lucrativas seguras que les quedan a los munícipes, pues
nada ni nadie puede probar que lo recibieron.
Lamentablemente en
municipios pequeños y grandes, el diezmo es parte de la picaresca local, forma
parte indisoluble del poder, de los usos y costumbres que todos los
involucrados consideran normales.
Puede haber alcaldes
que pierdan piso, y que busquen obtener mayores beneficios, motivo por el cual
utilizan la tesorería como si fuera parte de su patrimonio personal. Los más
inteligentes guardan lo que obtienen de manera ilícita, mientras que los más
ignorantes e impreparados, viven tres (próximamente cuatro) años como reyes, y
luego regresan a su triste realidad.
Como el uso
discrecional de los recursos públicos forma parte de la cultura nacional,
mientras el alcalde haga un papel medianamente decoroso, nadie le reclamara el
haber obtenido algún beneficio adicional durante su gestión.
También existe la
posibilidad de que las envidias, y sobre todo, la oposición, se dediquen a difamar
al alcalde en el último trecho de su administración, y siendo el pueblo
mexicano tan crédulo para lo malo, el alcalde acabará con su reputación hecha
trizas, mucho más allá de lo que su mala actuación pudiera haberlo llevado. Como siempre, hay una mano que mece la cuna,
mano que puede provenir del propio partido del alcalde saliente, o puede
también provenir de otros partidos políticos.
En Veracruz los expertos en difamar y mentir sobre la actuación de los
funcionarios son algunos distinguidos miembros de Acción Nacional, aunque entre
los priístas conocen tantas mañas que cuando lo desean, no se quedan atrás en
cuanto a deshacer la imagen pública de alguien.
Resulta extraño ver a
tantos ciudadanos luchando por las alcaldías, cuando la inmensa mayoría no
tienen recursos, sus participaciones están rasuradas por los pagos de préstamos
o compromisos contraídos con anterioridad, lo cual va a provocar que cuando el
flamante ganador de la elección llegue a la silla, se encuentre con una
tesorería quebrada, y sin recursos para enfrentar los mínimos compromisos que
tuviera intención de cumplir, lo cual a su vez lo convierte en vasallo del
gobierno del estado, pues su actuación dependerá de los pocos o muchos recursos
que reciba desde Xalapa, ya que los recursos propios no alcanzan para nada.
Sin embargo, también
hay unos cuantos ingenuos, que piensan que si ellos llegan a la alcaldía, las
cosas van a cambiar para su municipio, sin estar enterados siquiera de los
recursos con los que van a contar, y cuánto de ellos está comprometido
anticipadamente por gasto corriente o pago de préstamos. A fin de cuentas, candidatos mexicanos que se
avientan a la mexicana por un puesto, sin saber siquiera a lo que se van a enfrentar.
Así, cada administración
tenemos años perdidos para el pueblo y para el desarrollo municipal, pues
llegan ciudadanos sin capacidad e improvisados, no solo a la alcaldía, sino
también a los puestos edilicios. Ediles
a los que el alcalde coopta mediante dádivas económicas, y que a fin de cuentas
acaban vendiendo su alma al diablo por unos cuantos pesos, en lugar de
representar al sector de la población que los llevó al puesto público.
Así, veremos pronto,
como arrecia la rebatinga por las alcaldías, esperando el añorado dedo que los
señale como el próximo candidato, o analizando como comprar a los delegados
votantes (cualquiera que sea su nombre) para obtener la ansiada candidatura, y
luego, a los cuatro años, salir con unos centavitos más en la bolsa, una
reputación por los suelos, y muchos, pero muchos enemigos más de los que tenía
cuando entró.
Mientras tanto, una vez
que se gana, a repartir el presupuesto y el pastel, incluyendo a familiares y
amigos en la nómina y en la prestación de servicios al municipio, como también
se hace en las secretarias de estado, estatales y federales, en los gobiernos
de los estados y en el gobierno federal.
Por eso, resulta
ridículo pensar que hay esperanza en cada cambio de gobierno, cuando hay muy
pocos, pero muy pocos funcionarios que acceden al poder para servir, mientras
que una gran mayoría de los electos, accede únicamente para servirse. Gracias a Dios por esas escasas pero honrosas
excepciones.
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