Acertijos
*El socialismo solo funciona en dos lugares; en el Cielo, donde no lo necesitan, y en el Infierno, donde ya lo tienen. Camelot.
SI QUIERO / PEÑA NIETO
Enrique Peña Nieto anduvo y andó de periplo por los medios de comunicación. Fue a la cadena de la Organización Editorial Mexicana, con Mario Vázquez Raña, y con López Dóriga, al noticiero nocturno.
Fue a soltar uno de los misterios nada guardados en la historia de los misterios. Responder al interrogatorio lo que todos sabían, menos él, que hacía como que la virgen le hablaba y evadía respuesta: “Si quiero”, dijo de ser presidente, como un día también dijo ese ‘si quiero’ a la Gaviota.
Como nunca el PRI tiene un candidato de consenso. Quitando a las dos amarguras: Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, dos ejemplares de ese parque Jurásico que no se quiere ir, quitando a esos dos, todos los gobernadores del país están con Peña Nieto. Todos. El priísmo unido como racimo de coyol, diría Cástulo Delfín, un excalcalde de mi pueblo.
Lo ven como su Tlatoani. Como su Moisés cuando abrió el mar rojo y los quiere llevar de regreso en un éxodo a Los Pinos. “Está 9 a 1 sobre su más cercano perseguidor”, el tal Manlio, le dijo el comunicador, y Héctor Yunes Landa, su fan en Veracruz, lloró como la zarzamora, que llora a todas horas por los rincones.
Es un año que termina y comienza electoral. De cara a 2012, cuando buscarán al sucesor de Calderón. Peña Nieto los aventaja. Como Messi en el Barcelona o Cristiano Ronaldo en el Real Madrid. Un crack cotizado, un goleador nato. Un todoterreno. O un jabugo. Espera también, lo dijo él mismo, la guerra sucia, la guerra de lodo que vendrá porque no se juega cualquier cosa, se juega la presidencia de un país envuelto en la maldad.
Pero la espera será hasta octubre, mes que, cantaba Pedro Infante, tiene la luna más hermosa. Esa luna va a alumbrar al del copetito. Sin duda.
YO TE ASEGURO QUE YO NO FUI
El que fuera regidor, diputado local, alcalde de Veracruz y hoy coordinador de los centros SCT, Julén Tementiría (Rementería), jura por los dioses del estadio (Ángel Fernández dixit), que él no fue, que está libre de culpas y de pecados, que es fuego amigo y fuego enemigo porque lo ven muy alto (ah chingá), en la cúspide de la política, casi para convertirse en senador por la gracia del PAN y luego gobernador; que todas esas acusaciones en cascadas a sus socios del ritmo, lo han sacado de quicio. En un correo electrónico que me llega ayer noche, se dice inocente, luego, quiere dar una lección a los medios de comunicación de cómo deben comportarse, como si fuera el poderoso editor de The New York Times, una catedral del periodismo. Va esta perla rementeriana: “Toda mentira de importancia, necesita un detalle circunstancial para ser creída”, dice el historiador francés Prosper Merimée, por eso todo lo que puedan ligar con mi persona dará pié a un rumor y a una calumnia. Es un cuento de nunca acabar, claro, mientras tenga aspiraciones. Estoy convencido de que la verdad siempre sale a flote y está de mi lado, por eso hasta el sol de hoy, he entregado buenas cuentas a mi familia, a la sociedad, a mis superiores, y a Dios por su puesto. Puedo decir entonces que tengo la conciencia tranquila; lo demás es farsa, teatro y politiquería inútil”. Tan, tan.
PERIPLOS DEPORTIVOS
En mis periplos por el mundo, la mayoría de las veces he corrido con suerte cuando de deportes se trata. He comentado que un día agraciado en Barcelona, que también es pueblo y hablan el catalán, vi el debut de un chamaco diminuto llamado Leonardo Messi. Con mis propios ojos. En el Camp Nou. Burlaba el desgraciado a quienes se le atravesaban, era un Garrincha pero con mas picardía. Otras tantas veces, he estado en el Santiago Bernabéu viendo a esos que antes eran galácticos y ahora son medios humanos. Por igual me ocurrió un lunes de elección, que anduve por Washington y me tocó ver un juego extraordinario de fútbol americano. Nunca pude ver a Michael Jordan ni a Fernando Valenzuela en sus buenos tiempos. El gordo de Etchohuaquila se me escapó una vez del estadio de beisbol de San Francisco, aquel viejo Candlestick Park. El rol de picheo de Tom La Sorda lo programaba al otro día y yo, al otro día regresaba a casa, sniff. Paréntesis (Fernando Valenzuela fue carta privada del empresario Jaime Pérez Avellá, un orizabeño de las grandes ligas. Un buen día, para su buenaventura, lo vendió al beisbol de Los Dodgers y ese beisbol no volvió a ser el mismo, la ‘Fernandomanía’ nacía y los cronistas deportivos de la ESPN y CNN y CBS y ABC, tenían que aprender rapidito el español para poder entrevistar a ese fenómeno mexicano)
APAGA Y VAMONOS
Los toros de Chicago una vez llegaron a Houston, cuando yo andaba de shopping por Las Galerías, fui al auditorio del basquetbol, pero Jordan andaba medio lesionado y no alineó. A quién sí vi, y de allí el tema, fue a Mariano Rivera. Cierta vez, que anduve por Nueva York, en el viejo estadio que Babe Ruth construyó, en el juego 100 de los Yankees, que con ese triunfo se coronaban campeones en su liga, con Derek Jetter y demás santones, se llegó a la novena entrada empatados a una carrera. Entró al relevo Mariano, y cada que entraba Mariano el cronista solía decir: “Apaga y vámonos”. Era cierto. Imbatible, tocado por la gloria de Dios, ejerce como director de sinfónica; quien le ha visto pichar nunca más volverá a ver otro igual. Logró su salvamento 602 en la historia de los Yankees, y ahí va a quedar en esos muros del salón de la fama donde han abrevado Ruth, Lou Gherigh, Di Maggio, Mantle y Maris, y ahora Mariano. Apaga y vámonos.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
SI QUIERO / PEÑA NIETO
Enrique Peña Nieto anduvo y andó de periplo por los medios de comunicación. Fue a la cadena de la Organización Editorial Mexicana, con Mario Vázquez Raña, y con López Dóriga, al noticiero nocturno.
Fue a soltar uno de los misterios nada guardados en la historia de los misterios. Responder al interrogatorio lo que todos sabían, menos él, que hacía como que la virgen le hablaba y evadía respuesta: “Si quiero”, dijo de ser presidente, como un día también dijo ese ‘si quiero’ a la Gaviota.
Como nunca el PRI tiene un candidato de consenso. Quitando a las dos amarguras: Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, dos ejemplares de ese parque Jurásico que no se quiere ir, quitando a esos dos, todos los gobernadores del país están con Peña Nieto. Todos. El priísmo unido como racimo de coyol, diría Cástulo Delfín, un excalcalde de mi pueblo.
Lo ven como su Tlatoani. Como su Moisés cuando abrió el mar rojo y los quiere llevar de regreso en un éxodo a Los Pinos. “Está 9 a 1 sobre su más cercano perseguidor”, el tal Manlio, le dijo el comunicador, y Héctor Yunes Landa, su fan en Veracruz, lloró como la zarzamora, que llora a todas horas por los rincones.
Es un año que termina y comienza electoral. De cara a 2012, cuando buscarán al sucesor de Calderón. Peña Nieto los aventaja. Como Messi en el Barcelona o Cristiano Ronaldo en el Real Madrid. Un crack cotizado, un goleador nato. Un todoterreno. O un jabugo. Espera también, lo dijo él mismo, la guerra sucia, la guerra de lodo que vendrá porque no se juega cualquier cosa, se juega la presidencia de un país envuelto en la maldad.
Pero la espera será hasta octubre, mes que, cantaba Pedro Infante, tiene la luna más hermosa. Esa luna va a alumbrar al del copetito. Sin duda.
YO TE ASEGURO QUE YO NO FUI
El que fuera regidor, diputado local, alcalde de Veracruz y hoy coordinador de los centros SCT, Julén Tementiría (Rementería), jura por los dioses del estadio (Ángel Fernández dixit), que él no fue, que está libre de culpas y de pecados, que es fuego amigo y fuego enemigo porque lo ven muy alto (ah chingá), en la cúspide de la política, casi para convertirse en senador por la gracia del PAN y luego gobernador; que todas esas acusaciones en cascadas a sus socios del ritmo, lo han sacado de quicio. En un correo electrónico que me llega ayer noche, se dice inocente, luego, quiere dar una lección a los medios de comunicación de cómo deben comportarse, como si fuera el poderoso editor de The New York Times, una catedral del periodismo. Va esta perla rementeriana: “Toda mentira de importancia, necesita un detalle circunstancial para ser creída”, dice el historiador francés Prosper Merimée, por eso todo lo que puedan ligar con mi persona dará pié a un rumor y a una calumnia. Es un cuento de nunca acabar, claro, mientras tenga aspiraciones. Estoy convencido de que la verdad siempre sale a flote y está de mi lado, por eso hasta el sol de hoy, he entregado buenas cuentas a mi familia, a la sociedad, a mis superiores, y a Dios por su puesto. Puedo decir entonces que tengo la conciencia tranquila; lo demás es farsa, teatro y politiquería inútil”. Tan, tan.
PERIPLOS DEPORTIVOS
En mis periplos por el mundo, la mayoría de las veces he corrido con suerte cuando de deportes se trata. He comentado que un día agraciado en Barcelona, que también es pueblo y hablan el catalán, vi el debut de un chamaco diminuto llamado Leonardo Messi. Con mis propios ojos. En el Camp Nou. Burlaba el desgraciado a quienes se le atravesaban, era un Garrincha pero con mas picardía. Otras tantas veces, he estado en el Santiago Bernabéu viendo a esos que antes eran galácticos y ahora son medios humanos. Por igual me ocurrió un lunes de elección, que anduve por Washington y me tocó ver un juego extraordinario de fútbol americano. Nunca pude ver a Michael Jordan ni a Fernando Valenzuela en sus buenos tiempos. El gordo de Etchohuaquila se me escapó una vez del estadio de beisbol de San Francisco, aquel viejo Candlestick Park. El rol de picheo de Tom La Sorda lo programaba al otro día y yo, al otro día regresaba a casa, sniff. Paréntesis (Fernando Valenzuela fue carta privada del empresario Jaime Pérez Avellá, un orizabeño de las grandes ligas. Un buen día, para su buenaventura, lo vendió al beisbol de Los Dodgers y ese beisbol no volvió a ser el mismo, la ‘Fernandomanía’ nacía y los cronistas deportivos de la ESPN y CNN y CBS y ABC, tenían que aprender rapidito el español para poder entrevistar a ese fenómeno mexicano)
APAGA Y VAMONOS
Los toros de Chicago una vez llegaron a Houston, cuando yo andaba de shopping por Las Galerías, fui al auditorio del basquetbol, pero Jordan andaba medio lesionado y no alineó. A quién sí vi, y de allí el tema, fue a Mariano Rivera. Cierta vez, que anduve por Nueva York, en el viejo estadio que Babe Ruth construyó, en el juego 100 de los Yankees, que con ese triunfo se coronaban campeones en su liga, con Derek Jetter y demás santones, se llegó a la novena entrada empatados a una carrera. Entró al relevo Mariano, y cada que entraba Mariano el cronista solía decir: “Apaga y vámonos”. Era cierto. Imbatible, tocado por la gloria de Dios, ejerce como director de sinfónica; quien le ha visto pichar nunca más volverá a ver otro igual. Logró su salvamento 602 en la historia de los Yankees, y ahí va a quedar en esos muros del salón de la fama donde han abrevado Ruth, Lou Gherigh, Di Maggio, Mantle y Maris, y ahora Mariano. Apaga y vámonos.
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