EL Baldón
Pocas veces me he
sentido tan indignado ante el mal manejo de una noticia, como el que se le ha
dado a una expresión de absoluta honestidad de Juan Manuel Diez.
Primero el periódico
Reforma y luego una serie de medios que replican sin ningún análisis lo que
allí se publicó, con el afán de llamar la atención de los ciudadanos, o atacar
a alguien cuya conducta raya en lo intachable.
Imagine usted que resulta
electo como diputado federal. Si es su
primera vez como diputado, seguramente no tendrá la menor idea de la técnica
legislativa, y tampoco tendrá experiencia en cuanto al análisis del presupuesto
del próximo año. Esto es absolutamente cierto, nadie podría afirmar que domina
ambos temas, siendo su primera vez como funcionario electo en el congreso
federal. Salvo que usted hubiera
trabajado en la secretaría de hacienda o en el propio congreso, en la
elaboración o análisis del multicitado presupuesto para 2013.
Seguramente muy pocos
diputados expresarían su desconocimiento del tema, y mucho menos solicitarían
una capacitación. Solo alguien que
padezca de exceso de honestidad, intentaría cumplir con su función sin temor al
ridículo o al ¨queme¨ por su petición.
En México sabemos que
la mayoría de los diputados no están interesados en realizar su trabajo, sino
en obtener algún tipo de ganancia a cambio de su voto. Hoy tenemos un diputado federal, que ha
demostrado ser un empresario exitoso, y además un alcalde excepcional. Un diputado federal que obtuvo la mayor
votación del país para resultar electo. Un diputado cuyos votantes le otorgaron
una enorme mayoría de votos, y con ello su confianza absoluta en su desempeño.
Yo no vivo en el distrito
de Juan Manuel Diez, y sin embargo lo considero mi representante en el
congreso, sin demérito de Lety o de Tomás a quienes también los considero mis
diputados federales. Para mí, y
seguramente para muchos otros ciudadanos, Juan Manuel representa la aspiración
de un mejor congreso, una cámara de diputados gobernada por la ética e
inspirada en la búsqueda del bien común, del bien de todos, o del bienestar de
los ciudadanos. (Como usted quiera
definir lo que ya intenté explicar que es el beneficio de todos los ciudadanos,
es más, de todos los mexicanos).
Juan Manuel Diez ha
representado la imagen de un ciudadano exitoso, de un empresario exitoso que
entra como emergente a escasos días del cierre de campañas, y que gana una
alcaldía. Alcaldía que hoy sabemos fue
el trienio más exitoso que ha tenido nuestra hermana ciudad de Orizaba, y que
se convirtió en la envidia del resto de los veracruzanos, ya que todos
añorábamos tener un alcalde como Juan Manuel.
Con la misma
dedicación, los ciudadanos de su distrito esperan que atienda su función como
diputado federal, y Juan Manuel demanda capacitación para poder tomar la mejor
decisión en la comisión de presupuesto, en la cual ocupa un puesto
relevante. Sabedor además, de que lo que
salga de la comisión de presupuesto será analizado por el pleno de la cámara baja, sin el mismo detalle y
profundidad en que se analizó en la comisión correspondiente.
Tenemos un diputado
honesto, un hombre que busca realizar de la mejor manera posible el trabajo al
cual el destino lo ha llevado, y entonces, aprovechamos para criticarlo,
intentar destruirlo, aprovechar el amarillismo superficial del Reforma para aplicar vendettas añejas generadas por
su decisión de no gastar en exceso los recursos de su administración municipal
en medios de comunicación.
Los habitantes de la
zona centro del estado, quienes sabemos y conocemos de la calidad humana y la
ética que mueve a Juan Manuel Diez no podemos quedarnos callados ante un mal
manejo en prensa de una expresión digna y legítima de quien espera conocer de
lo que tiene que opinar, que no es poca cosa, el destino de nuestro país.
Juan Manuel. Poco te he tratado. No soy tu amigo. Sin
embargo me solidarizo contigo, y sólo espero que estos ataques te fortalezcan
en lugar de lograr debilitarte.
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