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miércoles, 24 de octubre de 2012

NEWSWEEK RIP Por: Gilberto Haaz Diez


Acertijos



*“Estoy muy interesado en el progreso y avance del periodismo, después de haber dejado parte de mi vida en esa profesión, la recuerdo como una noble profesión de inigualable importancia por su influencia”. (Joseph Pulitzer). Camelot

NEWSWEEK RIP
 
Cuando una revista cae o cierra sus puertas y el último apaga la luz, es como ver caer un soldado en batalla. Cuando las innovaciones tecnológicas llegaron, lo viejo se va haciendo más viejo y a veces obsoleto. El disco de 33 revoluciones o 45 pasó a mejor vida, aparecieron las cintas de los cartuchos para los autos, unos gruesos y malos.
A la par que el cassete. Luego llegó el CD y el DVD y los discos ahora se editan solo unos cuantos para los DJs y los antreros.
Casi como reliquias.
Los autos nuevos traen atrás de los asientos del conductor y copiloto, pantallas para que  los niños vean una película y dejen de estar jodiendo en el camino.
Vivimos la intensidad de lo nuevo. Nada nos sorprende.
Autos que hablan, GPS que conducen a uno como babas, sobre todo si se maneja en Estados Unidos donde un posicionador te lleva de la mano y terminas asombrándote cuando la conductora digital te dice, con el sonsonetito d e española castiza: aquí es donde llegas. O aquí te bajas, babas, este es tu sitio.
Con la tele y los teléfonos ocurre lo mismo. Los jóvenes hoy en día no conocen que la televisión, no hace mucho, unos 50 años, emitía todo en blanco y negro. Todas. No había señal que se emitiera en color y no existía el control remoto para zapear o picar los canales. Había que pararse del asiento donde estaba uno apoltronado en la hueva, para cambiar con una perilla de canal, que, además, solo eran unos cuantos. No pasaban de cinco. Ahora hay cientos, si tienes tele abierta, SKY de Azcárraga, DISH de Vargas y de Slim, Directv, Cable local y lo que aparezca.
El teléfono era de perilla o de disco, en unos había que darle vuelta a una manivela y  por lo regular una operadora te contestaba toda mona, o de mal humor, dependiendo su día, a qué número querías hablar, te preguntaba con voz melosa.
Si la operadora era cuatita, te ponía las conversaciones entre alguna pareja que luego pasaba a plática de calentura. No descubría su identidad, eso sí.
Eran tiempos cuando había operadoras de teléfonos. Aún Slim no se hacía de ello. Ni era rico ni nada parecido. Salinas andaría de chamaco estudiando.
Las Blackberry y los Ipad sirven para leer los diarios, o en el coche o en el bus o en el restaurante donde comes, por doquier. Ayer mismo, en una de ellas prestada leí a Arturo Pérez Reverte, en lo que me llegaba la comida.
 
NUEVO Y VIEJO
 
Estoy entre la lucha del bien y del mal, o sea, de lo moderno contra lo viejo. Lo moderno, dicen los que presumen saber de estas cosas, es que los diarios morirán algún día no muy lejano, tendrán que editarse digitalmente vía internet.
Saramago ha dicho que las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y la vida centrada en su triunfo personal.
La revista semanal Newsweek se va, como la pelota de un estadio de béisbol. Después de 80 años y de tantos éxitos, cierra sus puertas el 31 de diciembre, como en pelea de gallos. Cuentan que así será la historia de los diarios de papel, tendrán que irse al internet. Se van al internet por el alto costo del papel y la baja de patrocinadores y circulación. Le auguran a El Guardián de Londres el mismo camino, solo que ese es un diario inglés. Dejará de editarse.  En internet hay que pagar, como ya se paga en algunos, yo al menos estoy suscrito a dos españoles: El País y El Mundo, que me lo cobran a 19.21 dólares; en euros 14.99 y traducido a pesos mexicanos son 249.73 pesos mensuales. Todo por leer.  Pero la lectura así es, los escritores españoles cuestan pero lo valen, son los mejores en habla hispana. Varios de ellos. Yo soy de esos amantes a la antigua, de los que todavía suelen mandar flores, y prefiero el papel del periódico a la pantalla de la computadora. Me gusta hojearlos y correrlos a cómo yo quiera, a placer, de salto en salto. La lucha de los diarios siempre fue una lucha de caballería pesada.
 
BYE BYE
 
Después de 80 años, Newsweek deja de circular por las calles y vocearse o exhibirse en un kiosco, los que la quieran ver en 2013 tendrán que pagar una suscripción mensual o anual, dependiendo la oferta y promoción. En 2003 vendían 4 millones de revistas semanales. La versión mexicana todavía aparecerá impresa. La gringa, no. Allá va la tendencia, dicen los que saben de estas cosas. A dejar de comprar papel que cada día es más caro. Porque el elemento humano de un periódico tiene que sobrevivir, el reportero, el de sociales, el columnista; se irán prenseros y maquinistas de talleres, en su lugar entrarán los que le entienden a estas modernidades del internet. Y los voceadores pasarán a mejor vida. Como los franeleros que se encuentran en el Puente de Santa Fe, que son como 50 y todos ellos sobreviven guiando el tráfico como lo guía uno de Bahamas, con el trapo rojo y quemándose el pelo que luego se les convierte en rubio de tanta calor, diría Minga. Cuando llegue el puente que construyen, se irán. El problema es que algunos gobiernos, incómodos con su prensa, ya no podrán incautarla, le meterán hackers como ya les meten a algunos incómodos digitales. Que luego lloran como la Zarzamora y gritan: “ya nos hackearon, ojáis”.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
 

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