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martes, 13 de marzo de 2012

El Baldón: México el Paraíso de ineficiencia Por José Miguel Cobián



Los ingenieros saben que pequeños ahorros repetidos una y otra vez, conducen a grandes ahorros. También saben que pequeños obstáculos cuando frenan muchas veces, generan grandes pérdidas. Esto se traduce también a muchos aspectos de la vida cotidiana, que debido a que nos cuestan un poquito a cada mexicano, no los notamos, pero a nivel país, generan enormes pérdidas, que a fin de cuentas afectan el desarrollo económico.

Ejemplos hay muchos, desde la mala calidad de las gasolinas, que nos quieren vender a precios de Estados Unidos, pero sin la calidad que allá tiene ese producto. Mientras aquí una gasolina Premium en un carro cuatro cilindros de tamaño mediano en carretera, proporciona cuando mucho doce o trece kilómetros por litro, allá, puede dar un rendimiento de hasta dieciocho kilómetros por litro. Multiplique usted seis kilómetros por litro, por la cantidad de automóviles que circulan en las carreteras de México y tendrá una pérdida económica enorme.

Siguiendo con el asunto de los automóviles, cada vez que usted arranca, los primeros treinta segundos su automóvil rinde aproximadamente entre dos y tres kilómetros por litro. Una vez a velocidad crucero, el rendimiento se eleva exponencialmente. Esto implica que en zonas de circulación continua no debería de haber topes, pues estos cuestan una verdadera fortuna al país. Pero como la gasolina la paga cada uno de manera individual y no nota que por deficiencias de las vías de comunicación, llámense topes, baches, o lo que guste, usted pierde dinero en cada tanque que llena. Y como todo se mueve por vehículos en este país, eso implica que incluso quien no tiene auto acaba pagando el precio de la ineficiencia en cuanto a circulación vehicular en todo México. Son miles de millones de pesos que se pagan y se pierden, en lugar de que los municipios tengan controles de velocidad vía computadora, o en el peor de los casos, pagar un par de agentes de tránsito que vigilen los límites, mientras los ciudadanos se acostumbran a tener mayor cultura vial y respeto por los límites de velocidad. En un país primitivo como el nuestro, se prefieren los topes, a los ahorros de toda la comunidad.

Si hablamos de los costos de seguridad que pagamos todos los mexicanos, podemos comenzar a entender porque nuestros productos no pueden competir con los extranjeros en cuestión de precio. Mientras un alemán se preocupa en producir exclusivamente y en pagar los altos salarios que en su país se acostumbran, aquí en México pagamos bajos salarios, pero gastamos mucho en otras cosas, como el asunto de que cada vez que se envía mercancía a otro lado, caemos en costos brutales de seguridad, y elevadísimos seguros contra robo. Sin contar el deterioro adicional que sufren los vehículos de carga, debido al mal estado de las carreteras. Así, en lugar de ser más productivos y pagarle mejor al trabajador, tiramos el dinero, por ineficiencia que cuesta millones de pesos al año, pero que paga cada uno y por eso no se nota.

Lamentablemente no hay evaluaciones a nivel nacional de los costos de todos y cada uno de los aspectos que influyen en la ineficiencia y en los costos ocultos que nos encontramos en todos lados, pero que no notamos por la costumbre, o porque ¨así son las cosas¨. México es tan rico, que se da el lujo de tirar miles de millones de pesos a la basura por no ser eficiente en sus procesos productivos, en los de control y en los de seguridad. Y todavía nos atrevemos a preguntarnos la razón del ínfimo nivel de vida de la mitad de la población, y de la falta de crecimiento económico. No vemos –o no queremos ver- los costos ocultos de todo lo que hacemos, y aquéllos costos ocultos que vemos, preferimos ignorarlos en lugar de resolverlos, como el asunto de ¨engrasar¨ la maquinaria en cualquier asunto con el sector público, con el fin de que se resuelva rápido –lo cual debería ser lo normal-. Y allí tampoco medimos el efecto, multimillonario no sólo de la corrupción, sino del daño colateral que genera. Por ejemplo, un mal camino, un gasto público inflado, una obra mal hecha que se tiene que volver a hacer a los pocos años con la consiguiente duplicación, triplicación o más, del gasto inicial.

www.josecobian.blogspot.com miguelcobian@gmail.com @jmcmex

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