ARTICULISTA INVITADO
En el Senado de la República se encuentra en proceso de análisis y deliberación la iniciativa de Reforma Laboral enviada por el Ejecutivo con carácter de preferente. Es nuestro deber como legisladores asumir con toda seriedad el debate serio y actuar de manera responsable para lograr esta importante reforma estructural que pretende beneficiar a nuestra nación.
Se trata de establecer un nuevo marco jurídico que regule las relaciones entre los factores de la producción, propicie niveles de productividad más altos y, por ende, mayores niveles de inversión y empleo para todos los mexicanos.
No se trata de ninguna manera de vulnerar los legítimos derechos de los trabajadores ni de dar marcha atrás en las conquistas históricas que propiciaron la emancipación de la clase trabajadora; por el contrario, el objetivo esencial de cualquier reforma de las que habremos de proponer como legisladores es, indudablemente, el beneficio de los trabajadores y de todos los ciudadanos de este país.
Debido a las condiciones económicas existentes en todo el mundo y a la interdependencia entre las naciones generada por la globalidad, es imprescindible hoy en día revisar nuestra forma de asociación para producir, porque de lo contrario nuestro país perdería la oportunidad de insertarse de manera exitosa en el mercado mundial y aprovechar las ventajas con las que contamos y beneficiarse de un mayor nivel de crecimiento económico y desarrollo social.
Haciendo un poco de historia, hay que recordar que los derechos laborales y las conquistas históricas de la clase obrera fueron logradas a base de fuertes y prolongadas luchas sociales de millones de trabajadores y trabajadoras que, en muchos casos, sacrificaron sus vidas por lograr mejores condiciones laborales y de vida. El primitivismo y la injustica que prevalecía en las relaciones de trabajo en la era del capitalismo salvaje justificaron sobradamente las reivindicaciones que en muchas partes del mundo se expresaron.
Por ello fue necesario que el Estado moderno tutelara los derechos fundamentales de los trabajadores. Esto propició una era de emancipación política e incremento en el nivel de bienestar de la clase obrera en todo el mundo. Sin embargo, con el paso del tiempo y la consolidación de estos derechos, algunas de las legítimas demandas de los trabajadores fueron tornándose en límites para el crecimiento económico, particularmente por la reducción que propiciaron en la productividad.
Lo peor del caso es que al final del camino los límites alcanzados por este esquema de asociación de los factores productivos han ido en contra del propio bienestar de los trabajadores, porque, entre otros elementos, tales límites han producido una sensible baja en los niveles de empleo e ingreso en la mayoría de las naciones, con la consecuente afectación de su nivel de vida.
De tal suerte que hoy es urgente llevar a cabo una revisión del marco jurídico que regula las relaciones laborales, tal como han hecho la mayoría de las naciones con sistemas de gobierno democráticos. Es imprescindible que esta revisión concluya en una reforma laboral que, sin vulnerar los derechos fundamentales de los trabajadores y trabajadoras, abra paso a nuevas formas de relación entre los factores productivos, más libres y menos restrictivas, con un perfil que reconozca a aquellos hombres y mujeres que se empeñan con su labor cotidiana porque su empresa tenga mejores resultados.
Por otra parte, es menester que los empresarios, si bien puedan tener mayores estímulos para invertir y generar empleos, tengan presente que no es posible dar marcha atrás en la rueda de la Historia y echar abajo los legítimos derechos de los trabajadores.
Debemos dar paso a una nueva era de la relación Capital-Trabajo y recordar que aquellas naciones que han sabido sustituir el postulado de “La Lucha de Clases” por el de la Colaboración entre Clases, han sido quienes mayores niveles de desarrollo han logrado alcanzar. Al final de cuentas, lograr un gran acuerdo, incluyente y justo, que considere los puntos de vista legítimos de ambas partes resultará en un beneficio para nuestro México.
Por ello, en mi carácter de senador y representante de la voluntad ciudadana me propongo seguir muy de cerca el desarrollo de los trabajos de análisis y deliberación sobre la Reforma Laboral propuesta por el Ejecutivo, consciente que está en juego la posibilidad de un país más productivo, con mayores niveles de inversión y empleo, con más oportunidades de trabajo para millones de compatriotas que están esperando un buen trabajo de sus legisladores.
Esto abrirá para nuestra nación la posibilidad de ser más competitiva y beneficiarse de las oportunidades que existen hoy en la economía globalizada que vivimos. Así podremos ser capaces de atraer más inversiones extranjeras pero también nacionales, para que nuestro país tenga una nueva era de esplendor, crecimiento y desarrollo.
De nuestro trabajo tiene que resultar un crecimiento económico y un desarrollo social que propicien el México de oportunidades que tanto anhelamos. Mis conciudadanos pueden estar seguros que por mi parte pondré todo mi esfuerzo y mi compromiso responsable para votar a favor de lo que sea mejor para todos los mexicanos.
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