Cosas Pequeñas
Al Presidente Felipe Calderón se le da muy bien el uso de la retórica política, es decir, el uso eficaz del lenguaje para convencer a su audiencias, dibujando escenarios que parecen ciertos pero que no necesariamente lo son. Por ejemplo, en su discurso de presentación del VI informe de Gobierno dijo:“Nuestras reservas internacionales pagan más de dos veces el total de nuestra deuda externa.”
Su afirmación es muy traviesa, porque la contabilidad de la deuda externa de México es muy subjetiva, se mide de diferentes formas y las cifras -muchas disponibles- no suelen coincidir entre sí; pero además, el verdadero problema de la deuda pública es la interna, es decir, la contratada con instituciones financieras y proveedores locales, cuyo volumen es inmenso, tanto o más que la deuda externa; por si fuera poco, su frase es equivalente a decir: ‘si uso el dinero de la renta para comer, entonces no pasaré hambre... aunque me quede sin casa’. Y lo cierto es que sigue pagando la renta, las reservas están donde deben, en el Banco de México y la deuda creciendo muchísimo, cada día.
Otro ejemplo del uso retórico -en el sentido de retórica como manipulación- está en su afirmación de que México superó a Estados Unidos como exportador de autos. Lo que no dijo es que, sin excepción, todas las armadoras de coches que hay en México son extranjeras, que es un oligopolio férreo y proteccionista que pone condiciones salvajes a otras marcas que se quieran instalar aquí (inversiones y derechos multimillonarios en dólares, por ejemplo).
Calderón tampoco dijo que las fábricas de autos están en México porque se les garantiza un mercado cerrado y exclusivo, por las ventajas fiscales, por la laxitud de la legislación ambiental, porque la mano de obra se paga, en promedio, a la tercera parte que en EUA o Europa, por la posición geográfica estratégica que les ahorra costo de traslado de sus productos, ni que la mayor parte de las piezas con valor tecnológico que se usan para los coches son importadas. Podrá México exportar más coches que Estados Unidos, sí, pero es irrelevante si las ganancias y regalías por uso de tecnología de ello siguen yendo a Estados Unidos.
Aquí, la lista continuada de algunos otros hechos tristes:
5.- Empleo. Desde su campaña, Calderón se bautizó como ‘El Presidente del Empleo’. Su discurso final lo reitera: “Desde... 2007 se han registrado más 2’240,000 empleos...nuevos netos en el IMSS... Estamos hablando del 2º periodo más alto de generación de empleo que se tenga registro en el país. El doble de empleos que los que se crearon en la Administración anterior. Y la tasa de desempleo en México es una de las más bajas de todos los países de la OCDE”. El diario EL FINANCIERO le da una intensa “repasada” a esas afirmaciones: a) Ni las cifras de crecimiento ni las fuentes de trabajo han detenido la aterradora precarización del mercado laboral; b) 14 millones de los “empleos” están en el mercado informal -aunque tramposamente el INEGI los considere trabajadores plenos-, sin prestaciones, sin protección social, con ingresos inestables y raquíticos, 6.5 millones de personas ganando máximo un salario mínimo diario -muy por debajo de la línea de subsistencia- y 10.8 millones de personas ganando apenas entre uno y dos salarios mínimos; c) en muchos casos no se trata de empleos nuevos, sino de la fiscalización que hace el propio IMSS obligando a los patrones a regularizar a su personal; d) termina diciendo EL FINANCIERO:
“Crece el empleo... pero el desempleo aún más: es cierto que en los últimos años el empleo, en promedio, ha crecido. Al cuarto trimestre de 2006, eran 42 millones 846,000 personas ocupadas, según el INEGI, mientras al término de 2011 llegaban a 47 millones 836,000, 5 millones más. Lo que también es cierto es que, al mismo tiempo, se eleva la cifra de personas desocupadas y subocupadas, pero a un ritmo mucho más acelerado. En 5 años, el número de personas ocupadas aumentó 11.6%. En el mismo periodo, el número de personas desocupadas en el país aumentó en 800,000 y llegó a casi dos millones, es decir, 66.6%, más del doble. Mientras, también en un lustro, la población subocupada, aquella que trabaja menos de 35 horas a la semana, pero está buscando otra actividad, pasó de 3 millones 316,000 personas en 2006 a 4 millones 293,000 en 2011, es decir, más de 900,000 personas. La cifra se elevó 27.1% en el periodo.”
5.- Desplome del poder adquisitivo. “‘En cuanto al salario mínimo, en los dos últimos sexenios ha permanecido estancado, porque ‘se ha utilizado como un medio para contener a la inflación’, indica el catedrático José Luis De la Cruz, del Tecnológico de Monterrey. Regularmente, los aumentos salariales oscilan alrededor de 4% y cuando se ven inflaciones también de este nivel, el salario en términos reales permanece constante. ‘El problema de fondo es que no se recupera la pérdida que se tuvo en los años previos. Ahora se tiene 23% del poder adquisitivo que se alcanzó en el pico más alto de mediados de los setentas’. Ese 23% implica que una persona que gana hoy el salario mínimo tendría que trabajar 4 días adicionales para tener el poder adquisitivo de los setentas, dice De la Cruz. ‘El 23% apenas es la cuarta parte de lo que representaba en términos reales de lo que alcanzaba a mediados de los años setentas. El crecimiento y la estabilidad económica no ha llegado a los salarios, y la estabilidad macro no se ha traducido en mayor bienestar porque en paralelo se necesita recuperar salarios’”. EL FINANCIERO, México, D. F.
No todo es malo, por supuesto. Hay méritos que el propio Presidente y sus venturosos publicistas se han encargado de reproducir con bombo y platillo. Uno de ellos es la cobertura universal en salud que, con sus muchos y gravísimos “asegunes” -dignos de comentario aparte- es un logro de grandes proporciones que es justo reconocer. Sin embargo, hay una agenda que, si no se analiza como es debido, impedirá que los problemas se resuelvan.
Más allá de filias y fobias, de visiones partidistas, de preferencias y exclusiones, es necesario ser críticos de los resultados de la gestión gubernamental -en todos los niveles y tiempos, desde luego-, no sólo en busca de las responsabilidades si las hubiera, sino esencialmente en busca de las soluciones a los grandes conflictos, soluciones de las que nuestro país está ayuno.
Hay temas que no pueden soslayarse, por ejemplo: a pesar de cientos de miles de desaparecidos y desplazados, de miles de muertos y heridos, a pesar del estado de guerra que implican soldados y marinos en las calles, a pesar de tanto dolor y tantas tragedias personales, México no es hoy, para nada, un país más seguro que hace seis años, ni nuestro sistema de derecho funciona mejor; a pesar de la publicidad oficial, hay muchos más millones de pobres que hace seis años; de esos asuntos me ocuparé la próxima semana.
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