ADELANTE!
No voté por Enrique Peña Nieto y no
me arrepiento de ello. Sin embargo, a partir del primero de diciembre será
presidente de la república y deseo verlo
servir a todos los mexicanos.
Espero
mucho de él, no que desconozca ni repudie a sus amigos, pero sí que gobierne
sin favoritismos, sin torcer la ley, rodeado de los más competentes y honrados,
pensando y actuando siempre en y por el bienestar de la nación.
Millones
de mexicanos serían felices si se lograra bajar las tarifas de energía
eléctrica. Sería mucho pedir que se frenen los aumentos a las gasolinas, mas se
vale soñar.
Como
candidato lanzó mil y una promesas alegres de campaña que no cumplirá, no
necesariamente por falta de
voluntad, sino porque no podrá.
Anhelamos
un México donde disminuyan los índices de inseguridad y de desempleo, mejore la
calidad en la educación y haya menos corrupción.
Un
México sin simulación ni impunidad; con verdadera justicia social y sin tanta
pobreza.
Es
el país que demandamos, es el México ideal al que aspiramos millones de
ciudadanos.
Muchos no confían en Enrique Peña Nieto, ya sea
porque no le ven capacidad ni tamaños políticos
o porque acaso compromisos contraídos con grupos de poder fáctico lo
atarán de manos e impedirán que este país avance y salga del atraso en que se
halla inmerso.
Yo
abrigo la esperanza de que Enrique Peña Nieto sea el presidente que México
requiere. Ojalá no me equivoque.
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