Cosas Pequeñas
La sexta ceremonia del “Grito de Independencia” encabezada por Felipe Calderón Hinojosa pareció una mala metáfora de la realidad: como si nada ocurriera, como si se tratara de un país que viviera y creciera en paz, con una economía estable y una sociedad equitativa y sin rezagos, como si la deuda pública no creciera mil 300 millones de pesos cada día, como si las fuerzas políticas no estuviesen polarizadas y mucha gente no estuviera ya en la condición de “no tengo nada qué perder”, como si nos dejara razones para “rebosar” de optimismo. En las últimas dos semanas he tratado de señalar de algunos de los asuntos nacionales que está omitiendo la publicidad del Gobierno Federal que concluye y que son dignos de análisis. Esta es la última entrega sobre el tema.
6.- Erradicación de la pobreza. El Gobierno calderonista fracasó en el cumplimiento de su principal promesa: empleos productivos y bien remunerados. De acuerdo con CNNExpansión, “Las cifras no mienten: en 6 años, el crecimiento y la estabilidad económica de México han sido incapaces de mejorar el nivel de vida de la mayoría de los mexicanos... La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, al 4º trimestre de 2011, dejó en claro que la precarización del mercado laboral mexicano es un problema estructural. ‘De no atenderse, serán más de 60 millones de personas pobres por ingreso al cierre de 2012’, dice José Luis de la Cruz... investigador del ITESM. De acuerdo con Coneval, de 2008 a 2010 la pobreza alimentaria pasó de 23.8 millones de personas a 28 millones, tras registrar en 2006 14.4 millones de mexicanos en el mismo rubro. Las épocas de crisis recurrentes han sido el principal factor de que los avances económicos y sociales se vuelvan a perder, subraya el economista de Moody's Analytics.”
“A pesar de que se ha registrado un aumento en el empleo... el 51.3% de la población mexicana enfrenta pobreza por ingresos, es decir, 57.7 millones de personas. ‘Sí hay creación de empleo, pero en condiciones precarias, esto es, con bajos salarios, bajas prestaciones sociales, sin acceso a seguridad, a sistema de salud, y eso implica que aún cuando hay gente que tiene ocupación, no le genera suficiente ingreso para poder salir de la pobreza"’, agrega De la Cruz. Pero hay gente que no tiene trabajo y ‘eso hace pensar que habrá 60 millones de mexicanos en pobreza por ingreso a final de 2012, lo que implicaría que con respecto al inicio del sexenio habría 15 millones más de pobres que cuando comenzó la actual administración’.”
El propio Gobierno Federal (CONEVAL) reconoce que, al final del periodo, la pobreza extrema no se redujo ni un ápice (de hecho aumentó un poquito) y la pobreza subió en 3.2 millones de personas.
7.- Gobernabilidad. La Cuenca de Burgos -región productora de hidrocarburos que comparten Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila- es la mejor muestra, aunque tristemente no la única, de una porción del territorio en la que la vigencia de las leyes es entelequia y la operación de las instituciones del Estado, apenas anhelo. Allí, empresas públicas -PEMEX- y privadas tienen que utilizar vehículos blindados y sofisticados equipos de seguridad; allí, los robos, secuestros, amenazas y homicidios al personal petrolero y sus familias elevan dramáticamente los costos de operación, disminuyen la productividad y se ha llegado al extremo de que algunas instalaciones gasíferas sean controladas por la delincuencia organizada; allí la gente viaja sólo de mañana en convoyes protegidos, como en la selva colombiana o el desierto irakí. Y qué decir de los recientes bloqueos de calles en Guadalajara y de tantas zonas del país en las que, trágicamente, impera la ley del más fuerte. Hay muchos caminos mexicanos en los que transitar resulta, literalmente, un albur.
8.- Muertos. La peor tragedia de la “Guerra contra la delincuencia organizada” como bautizó el Presidente Calderón a su estrategia desde el comienzo de su administración, es que según muchos analistas serios, tal batalla no ha sido sino un instrumento de legitimación de su Gobierno que, ni calculó sus fuerzas ni posibilidades reales de impactar a los criminales ni diseñó un plan estructurado y eficaz para recuperar la legalidad y, menos aún, que ni siquiera midió los costos sociales e institucionales que traería, por no hablar de su ralísima eficacia.
El costo ha sido demoledor: “Los homicidios se dispararon en México en un 160% entre 2006, año en el que el gobierno de Felipe Calderón lanzó una ofensiva contra el crimen organizado con la participación del Ejército [y la Marina], y 2011, al pasar de 10 mil 452 a 27 mil 199, según datos oficiales preliminares dados a conocer por el INEGI. Los datos en 2011 registraron 27 mil 199 homicidios en México, es decir, una proporción de 24 por cada 100 mil habitantes, indicó en un comunicado el INEGI, que aclaró que el dato es provisional... La cifra, que se basa en la estadística de defunciones, es 5.6% superior a los 25 mil 757 homicidios registrados en 2010. No obstante, el balance... no especifica cuántas de estas muertes se deben a la acción del crimen organizado, particularmente los cárteles del narcotráfico, número que el Gobierno mexicano dejó de dar este año y se detuvo en septiembre de 2011 con 47 mil 515 asesinatos. Según un reciente estudio de la firma Lantia Consultores, sólo en el segundo semestre del año pasado esa cifra fue de 6.408, mientras que en los primeros seis meses de 2012 ascendió a siete mil 022. De acuerdo con las estadísticas del INEGI, en el lustro 2007-2011 se produjeron 95 mil 632 homicidios, con lo que la tasa pasó de 10 por cada 10 mil habitantes en 2006 a 24 el año pasado.”
Sin embargo, autoridades de EUA han llegado a hablar de más de 100 mil muertos a causa de esta guerra y Marien Rivera, coordinadora del área de seguridad del Centro de Investigación para el Desarrollo A. C. (CIDAC), dice que, en realidad, son “cerca de 300 mil desaparecidos y 90 mil muertos”. Aparte están los desplazados, los que han cambiado su residencia a EUA y otros países a causa de la violencia, los despojados de su patrimonio, las más de ocho mil pequeñas, medianas y grandes empresas que cerraron sus puertas sólo en Ciudad Juárez, las decenas de miles de secuestrados cuyas familias prefieren no denunciar, con la vaga esperanza de recuperarles...
¿Es México un país más justo?, ¿se protegen más y mejor la integridad y los bienes de los mexicanos?, ¿son más eficientes, honorables, expeditas y justas que antaño las instituciones procuradoras e impartidoras de justicia? ¿Tenemos una mejor economía que impacte positivamente la calidad de vida de las personas y disminuya las graves carencias sociales?, ¿tenemos menos pobres? ¿Vivimos los mexicanos con optimismo, confianza, tranquilidad y sin zozobras?
Las respuestas están a la vista. En todo caso, Felipe Calderón Hinojosa tuvo su oportunidad histórica y ése es, también, un hecho indubitable que no podrá cambiarse. Pronto llegará el juicio final para su gestión, aunque ya las urnas se lo anticiparon. A lo que sigue. Urge.
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