MUÑECO SILVA Por: Gilberto Haaz Diez

Acertijos

*En el menú de La Parroquia exhiben un nuevo plato: Huevos a la Micha. Son estrellados. Camelot:

MUÑECO SILVA
 
Alberto Silva Ramos, conocido entre la flota como el Muñeco Silva, es un alcalde muy mediático-popular, no hay día del año que no aparezca en algún diario o página de internet. Conoce de los medios porque en la relación de un tiempo cortejó a algunos. Llegó a alcalde de Tuxpan y me dicen quienes han ido que ha cambiado a ese pueblo. Se ha convertido quizá en el alcalde consentido del gobernador Javier Duarte, un compañero de él mismo cuando ambos dos (Fox dixit) colaboraban en el senado en la capital del país. Uno a gobernador, otro a alcalde. Sus caminos se bifurcaron, un día Duarte partió a Madrid por el doctorado de la Complutense, y Silva siguió los pasos de la política. Estudioso, sabe de Karl Rove y de todos los grandes estrategas de los políticos gringos. Llegó un poco tarde al gobierno pasado, pero en cuanto llegó se trepó a la bicicleta como Lance Armstrong y le imprimió velocidad para hacerse, como aquel con la tour de Francia, aquí fue de la de Tuxpan. Hace días Silva recibió en la secretaría de Gobernación el Premio Nacional de Desarrollo Municipal, que es como un Oscar de Administración Pública, y eso lo trae muy jiribilloso. Ha resultado buen alcalde y algunos le ven tamaños para venir a la diputación y liderar al Congreso y ver más adelante. Hace mucho que no le veo, ni le oigo, como Salinas a aquellos, pero por las notas periodísticas sé que o inaugura tal cosa al lado del gobernador, o le mete huevos al asunto (eso porque llevan huevos baratos a la población).
 
EL JARDINERO DE BECKER
 
Hay notas que son como para Ripley. O para que las entienda Kamalucas, filósofo de mi pueblo. Ustedes quizá no se acuerden de aquel famoso Boom boom Becker, así le llamaban a Boris, un tenista alemán que ganó todos los abiertos de tenis, y era la sensación en aquellos años (1989). Con pasta llegó y se compró una mansión rural en Mallorca, en zona de montaña tasada en un millón de euros, de los euros de 1998. Pues un mal día se peleó con el jardinero y éste, a través de la compañía que le cortaba el pasto, por poco y lo deja sin mansión. Le han demandado cuantas veces han podido y ya se sentó a negociar ese predio valorado ahora en 15 millones de euros, con todo y casa rural y grandes extensiones de terreno. Uno ve que los asistentes de los famosos terminan por agenciarse una buena pasta, ha pasado con los que colaboraban con Shakira y con tantos más que piden indemnización, el vago Colate, esposo de Paulina Rubio, y ellos o ellas les pagan más por el temor a lo que digan que por el temor del dinero. Becker sufre. Desde que en 1998 compró por más de un millón la antigua posesión de montaña, unas casas viejas con un terreno de 265.000 metros cuadrados, Boris Becker ha protagonizado una cadena de incidentes: infracciones urbanísticas, sanciones y deudas. Así la sociedad Status Artà recibió multas económicas por irregularidades e indisciplina urbanística (El País).
Anda con una deuda de 430 euros y en esas anda apurado. A veces el trabajo de vencer en las canchas, era más fácil que los tribunales. Cosa de famosos.
 
LA MUERTE DE UN GIGANTE
 
Murió un grande. Las esquelas del gran diario The New York Times, ensombrecieron la publicación de ese dia funesto. Murió el tercero de esa generación, Arthur Ochs Sulzberger, guía de The New York Times durante 30 años.
El diario que ha ganado 31 Premios Pulitzer y ha estado en manos de cuatro generaciones familiares, contraviniendo las tesis de las grandes escuelas de negocios, como Harvard, que aseguran que los negocios familiares solo sobreviven a tres generaciones. The New York Times ha estado en manos de uno de ellos, desde que Adolph Ochs, el primero en la lista, lo compró en 1896. Han llegado accionistas como Slim y hacen como que son dueños, pero los dueños han sido siempre uno de ellos, o de los Ochs o de los Sulzberger. Los Slim solo presumen esos antorchados. En 1897 ideó el lema del periódico, «All The News That's Fit To Print» («Todas las noticias aptas para ser publicadas»).
El País: “Guió a The New York Times durante casi 30 años, de 1963 hasta 1992, como antes lo había hecho su padre y su abuelo. Arthur Ochs Sulzberger era la tercera generación de una familia que ha dedicado su alma y esfuerzo a convertir al periódico en uno de los más influyentes, si no el que más, desde que su abuelo materno lo comprara en 1896. Sulzberger murió ayer a los 86 años de edad en su casa de Southampton (Nueva York), tras padecer una enfermedad que no ha trascendido, según informó su hijo Arthur Ochs Sulzberger Jr. en un comunicado.
Sulzberger, que durante sus años al frente del prestigioso periódico lidió con la guerra de Vietnam, dejó el cargo en 1992. Antes de ponerse al frente del diario en 1963, París, Roma y Londres fueron sus destinos como corresponsal. Su mandato, como líder de The New York Times y después como su presidente y director ejecutivo, fue una aventura de 34 años que se desarrolló desde los tiempos de las rotativas a todo gas hasta el comienzo de la época digital. Toda una carrera marcada por los cambios que iban imponiendo al periodismo las mejoras técnicas y tecnológicas.
“Siempre pensó que si nos adheríamos a nuestros principios más honestos podríamos garantizar nuestra capacidad para hacer un periodismo excepcional. Y no se equivocaba. Como editor estableció niveles de excelencia, ganando 31 premios Pulitzer para este periódico durante su liderazgo”, explicaba ayer Sulzberger Junior a los trabajadores de The New York Times, tras anunciar la muerte de su padre”.
El diario tiene un tiraje de más de un millón y pico de ejemplares, y el de los domingos es perrón. Hay que tomar todo el día para leerlo, y cuando se compra el sábado en la noche, hay que llevar algo con que cargarlo, porque pesa.
El periódico en su historia ha ganado 91 Pulitzer. Se dice fácil, pero el Pulitzer engrandece y viste a cualquiera.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com