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martes, 18 de diciembre de 2012

Buen augurio POR: GUSTAVO CADENA MATHEY


AL ESTILO MATHEY


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Las diversas reacciones que se han observado con motivo del relevo en la Presidencia de la República, son signos alentadores.
Lo dijo bien el gobernador Javier Duarte de Ochoa: Peña Nieto empieza con el pie derecho. “Es un buen augurio para el país”. 
 El lector tendrá sus propios juicios y conclusiones.
Tanto la ceremonia en el Congreso como la del Palacio Nacional, incluso el traslado conjunto de la familia del nuevo presidente, de los nuevos secretarios de Estado, los gobernadores, los presidentes de legislaturas y poder judicial de los estados fueron bien calculados, bien organizados y los provocadores no pudieron impedir que todo saliera como se esperaba.
"El próximo primero de diciembre no olvide retrasar su reloj setenta años", decía socarronamente el recuadro en primera plana del semanario Formato Siete, del periodista Manuel Rosete en su edición del 29 de noviembre.
Evidentemente es una referencia a los setenta que gobernó este partido, tras la segunda alternancia que lo trajo de nuevo al poder por la vía electoral, Con lo hecho el sábado quedó demostrado que los del tricolor sí saben cómo masca la iguana. 
Los alborotadores, "fueron por lana y salieron trasquilados".
Esa del sábado no fue una manifestación de ideas. Iban preparados para hacer escándalo sin importar consecuencias. Solo iban con la consigna del alboroto, ni siquiera, se cree, para cancelar el evento.
Pero además, de no haberse puesto el cerco policiaco en San Lázaro, por supuesto que se hubieran metido a interrumpir la sesión. Se necesitaría vivir en otro mundo para pensar que el gobierno les dejaría el camino libre. ¡Pamplinas!, escribiría el maestro Froylán Flores Cancela.
La curiosidad y la expectación que había despertado el asunto llevó a este reportero a recorrer a las doce de la noche del viernes 30 de noviembre, los alrededores del Zócalo de la ciudad de México.
Los recuerdos de presidentes de la república de antaño se cruzaban con las vivencias contadas por mi padre y las vividas por la radio o la televisión modernas: López Mateos, Díaz Ordaz, Luis Echeverría, López Portillo, Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, qué habrían hecho si les hubiera pasado lo que a los panistas Fox y sobre todo Calderón.
No había frío, era una noche fresca, agradable, extrañamente tranquila, a pesar de que al día siguiente se temía lo peor.
Es cierto que las bocacalles de la última cuadra para acceder a esta plancha de concreto, cada una tenían al centro un bloque de cemento, no muy grande y a lo sumo diez policías que lo custodiaban: además, un cerco de cientos de vallas rodeaba el primer cuadro.
Ningún asomo de posibles manifestantes, lo más molesto para los teporochos que fuimos a buscar un taquito a La Popular ahí en la calle de Cinco de Mayo, fue estrellarse contra la más dura ley sexenal, la de los cada cambio de gobierno, de informes o de elecciones: la Ley Seca. “Dura ley, es la ley”. Nada. Ni una cerveza. Ni hablar, a tomar cafecito con leche. Y de ahí a refugiarse al Holiday, a presenciar por la tele  los relevos en las fuerzas armadas, ejército y marina.
Y enterarse que un secretario particular, que entre otras cosas chambeó en Coatzacoalcos, era el nuevo poderoso Secretario de Marina. Que le vaya bien ex secretario almirante nacido con la luna de plata, trovador de veras Mariano Francisco Saynez Mendoza; extrañaremos esos ricos desayunos de las diez de la mañana acompañados con un buen tequilita, la chela y el extraordinario mariachi de la Secretaría.
A las 6.30 de la mañana siguiente, escandaloso y exigente el despertador cumplió su tarea. Sin mayores galas ni elegancias, con vestimenta común, otra vez a caminar media cuadra para observar el Palacio Nacional y el Zócalo acorralado de vallas, comprar los diarios que apenas llegaban al puesto más cercano a la Catedral Metropolitana.
Todos destacaban la asunción al poder de Peña Nieto y todos, bueno, los principales, en la primera sección resaltaban a una plana:
“México va a cambiar gracias al esfuerzo de todos…juntos vamos a luchar por la grandeza de nuestro país…me siento un veracruzano más: Enrique Peña Nieto. Los veracruzanos no olvidamos estas palabras, recordamos su presencia en nuestra tierra, sabemos que cumplirá, como lo ha hecho siempre, sus compromisos con México y Veracruz”, palabras más palabras menos el oportuno mensaje del pueblo y gobierno de Veracruz, firmado por el gobernador Duarte, el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado Alberto Sosa Hernández y el diputado presidente del Honorable Congreso del Estado Eduardo Andrade Sánchez, congratulados por el ascenso del mexiquense.
También agradable la mañanita: El sol atrás de Palacio Nacional empezaba a asomarse y en instantes, arriba de ese edificio histórico lució como una bola de fuego en todo su esplendor.
Había que apurarse.
De los pocos que sabían cómo se habían organizado los priístas esa mañana, la eterna reportera graduada en el Diario de Xalapa,  doctorada en La Jornada, Rosa Elvira Vargas Rodríguez adelantó que irónicamente, de la casa de aquel que reconoció “al pequeño priísta que todos llevamos dentro”, con todo y su militancia panista, de ahí de Los Pinos saldrían  los del tricolor a consolidar el “pinche poder” del que nos habló en tiempos complicados el Tío, al que muchos creyeron ver en la transmisión televisiva, ahí en San Lázaro.
Fueron contados los veracruzanos que tuvieron el privilegio de asistir y presenciar “en vivo” estos acontecimientos históricos.
Hay tanto de qué contar de lo observado ahí, de cerquita, pero el espacio no alcanza. Le cuento más detalles de esta parte de la historia de México en mi próxima colaboración. Que tenga un excelente día. ¡Sonría!

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