ARTICULISTA INVITADO
Hace ya algún tiempo en distintas ocasiones en este mismo
espacio afirmé la necesidad de construir un pacto político por encima de
cualquier ideología, color, o siglas particulares, un pacto que propusiera un
proyecto de nación que fuera incluyente, con objetivos claros, con el
compromiso de todas las fuerzas políticas del país y la participación de los
ciudadanos activos.
Hablé también de la importancia del mencionado pacto para
posicionar a México como una economía fuerte, competitiva situándolo como líder
de la región de América Latina. Asimismo mencione las posibilidades de
recuperar los espacios públicos y la seguridad de los ciudadanos, de reducir la
pobreza extrema en el país, de producir nuestros satisfactores básicos y elevar
los índices de calidad de nuestra democracia.
Es desde luego muy satisfactorio para mí formar parte del
pacto político suscrito el pasado 2 de diciembre en el cual las tres
principales fuerzas del país, con el apoyo y liderazgo del Presidente Enrique
Peña Nieto, firmaron el pacto político por México. Este pacto está definido por
95 acuerdos trabajados y discutidos desde hace dos meses y lo primordial es que
está por encima de las diferencias que pueda tener alguno de los actores
políticos por sí sólos, es un acuerdo que parte de la confianza multilateral y
de visiones compartidas hacia el bienestar de los mexicanos.
Hoy México está en el inicio del camino correcto hacia
una nueva época de florecimiento, hacia un periodo de confianza política, de
acuerdos compartidos por PRI, PAN, PRD y los ciudadanos. Las puertas no están
cerradas para nadie todo aquel que desee sumarse a los esfuerzos de este pacto
dentro de los parámetros acordados y la institucionalidad es bienvenido.
Contribuir a desarrollar el pacto por México es un derecho de todos los
mexicanos, pero también es una obligación de todo aquel que desea un México
distinto, un país de beneficios compartidos, una economía estable con un
crecimiento ordenado y sostenido.
Otro aspecto importante para el buen funcionamiento del
acuerdo político se basa en una sana discusión fundada en el respeto de todas
las partes, y este respeto proviene de superar el pasado; debemos dejar de lado
las confrontaciones insanas del ayer, sin rencores, sin estériles
descalificaciones, pero manteniendo las particularidades que nos definen. Hoy
más que nunca debemos hacer valer nuestras diferencias integrándolas a las
políticas públicas y trabajo legislativo de manera constructiva y no destructiva.
Es preciso considerar todas las visiones e ideas en la
búsqueda de decisiones acertadas porque ningún hombre, partido o fuerza
política es por sí sólo capaz de construir el México que queremos. No podemos
postergar más las reformas pendientes, no podemos postergar otro sexenio el
progreso y la calidad de nuestra democracia, ya no podemos perder el tiempo en
discusiones insensatas; toda deliberación debe generar decisiones concertadas
con beneficios claros y direcciones definidas, sustentadas en una amplia visión
de futuro.
Hoy es apremiante la necesidad de conformar las bases
para asegurarnos un lugar entre las economías más fuertes del mundo, como
refiere Jim O’Neil, “hacia el 2050 México podría ser la sexta economía mundial
comparable a la de Rusia, obteniendo ingresos similares a los de países
plenamente desarrollados”; el factor determinante al que apunta este autor es
el aumento de la productividad, pero aún cuando el incremento de ésta es
difícil de explicar, la educación parece ser la variable más importante al
momento de conducir a la población activa hacia una mayor productividad.
Las vías de desarrollo parecen claras y las proyecciones
generales vaticinan un lugar importante a México dentro de las potencias que
determinarán las directrices del mundo, pero siempre y cuando hagamos lo
necesario. Tenemos la urgencia de invertir en educación pero sobre todo en
ciencia y tecnología, ya que mientras en Brasil se invierte el 1.18% del PIB en
México esa cifra sólo llega al 0.43%. Tenemos 11,000 km de litorales para
explotar de distintas maneras, debemos generar confianza en el gobierno
haciendo más confiable y eficiente la administración pública, hay que elevar la
gobernabilidad de las administraciones públicas y desde luego combatir la
corrupción como ha propuesto el Presidente Peña Nieto.
El lugar que siempre hemos deseado para México parece
estar cada vez más visible, la otra orilla está a nuestro alcance, ahora sólo
depende de nosotros, de nuestra determinación y convicción de llevar adelante
las acciones requeridas para ello. El Pacto por México como dije algunos
párrafos atrás es sólo el principio del camino que debemos seguir, es la base
que debemos seguir para lograr nuestros propósitos mediante los acuerdos y
consensos políticos, mediante la conjunción de nuestras expectativas y
experiencias.
Sólo me resta decir por el momento, ni un paso atrás,
nada de titubeos, ya hemos soñado por mucho tiempo ahora es el tiempo de
materializar esos sueños, de cambiar la realidad por México, por nosotros
mismos, pero sobre todo por nuestros hijos y los hijos de ellos, que nunca
puedan decir de nosotros, por ningún motivo, que somos una generación
irresponsable, que no puedan responsabilizarnos de un proyecto frustrado, sino
por el contrario que esos jóvenes puedan vernos como una generación que se
esforzó y logró el desarrollo económico y social del país.
hector.yunes@senado.gob.mx
tw: @HectorYunes
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