Más allá de la crítica y el
repudio de sus opositores, estamos obligados a realizar un análisis serio para
saber que esperar de la próxima presidencia de la República, que regirá los
destinos del país por los próximos seis años.
Desde ahora se vislumbra como va
a funcionar el gobierno federal. Queda claro que el secretario de gobernación,
(suponemos que Miguel Osorio Chong), tendrá de nuevo el poder que
históricamente han tenido quienes han ocupado el palacio de mi familia. (El
palacio de Covián es el actual recinto de la secretaría de gobernación). Será de nuevo el jefe del gabinete, y tendrá
facultades formales o no, de dirigir la política interna, mientras el resto de
los secretarios de estado se subordinan a sus directrices. Seguramente la mayoría de los estados
seguirán esta misma política federal.
Separación entre las políticas
para otorgar seguridad a los ciudadanos, y el combate al crimen organizado,
dando prioridad al principal deber del estado, que es garantizar la seguridad
de la población. Presión para ministerios públicos e impartidores de justicia,
para reducir sus elevadísimos niveles de corrupción.
México volverá a ocupar un lugar
preponderante en el concierto de las naciones, después de 12 años de ineptitud
en el manejo de la diplomacia. La doctrina Estrada volverá a reinar y
recuperaremos parte del liderazgo perdido, sobre todo ante las naciones de
Latinoamérica, aprovechando la coyuntura que enfrentará Brasil en su flanco
económico.
El congreso romperá su inercia
en la oposición, no más bloqueo a las iniciativas del presidente, y sobre todo,
priorizar el desarrollo y crecimiento económico de México a la politiquería y
grilla acostumbrada. Para ello tendremos
dos caminos que no se han visto en los dos últimos sexenios. El primero es que no habrá razón válida para
oponerse, pues vuelven los profesionales a la política. Al no haber
funcionarios en el ejecutivo que sean unos improvisados, no habrá iniciativas
sin sustento jurídico o que no respeten la historia e intereses de la
Nación. La supuesta unión del PAN y el
PRD anti Peña será un rotundo fracaso, pues desde el ejecutivo se aplicará mano
dura en cuanto al apoyo a los gobiernos estatales emanados de estos partidos. Si ellos cooperan, la federación cooperará con
sus gobernadores, en caso contrario, se atendrán a las consecuencias, y tendrán
la presión de sus propios gobernadores, comenzando por Mancera en el D.F. y por
los de Sinaloa, Oaxaca y Puebla en el otro extremo. Incluso, la reforma energética va a provocar
una profunda división en ese extraño amasiato de izquierdas y derechas. Para ambos sectores, sus grupos de presión
obligarán a romper esa unión, y a trabajar por México, pues resulta que ahora
sí serán exhibidos aquéllos diputados y senadores que se opongan al desarrollo
del país.
Los gobernadores priístas
tendrán una presión adicional muy fuerte, quizá tanta como los miembros del
gabinete. Se va a premiar y a priorizar
la eficiencia y efectividad, se acabaron los puestos para los amigos, aunque
estos sean incompetentes. Ahora quien gobierne un estado o una secretaría,
sabrá que ser amigo del presidente es irrelevante, la única recomendación y el
único afecto unidos, serán los resultados de la propia gestión.
El crimen organizado se va a enfrentar
a una mano dura, pero ya no habrá matanzas de mexicanos por mexicanos. La política dejará de ser la de asesinar
delincuentes, para darle prioridad a las labores de inteligencia e
investigación, sobre todo a aquéllos grupos que afecten a la población en
general. Las fuerzas de seguridad que a
la fecha trabajan para los criminales serán perseguidas y castigadas aún con
mayor severidad que los propios criminales civiles, por su traición a su misión
y al pueblo de México.
Veremos un incremento en los
impuestos, y muy probablemente la desaparición de los exentos y tasa cero en
IVA. El cobro y la verificación del
cumplimiento de las obligaciones fiscales recuperará el profesionalismo, ante
el apoyo irrestricto al secretario de Hacienda, quien llevará las riendas de
todo el proyecto económico del País. La
posibilidad de que el actual secretario de hacienda repita, es elevada.
La oficina de la presidencia
ocupará un lugar relevante entre todo el gabinete, actuando de facto como una
vicepresidencia adjunta, sumando su actuar a la vicepresidencia que va a
representar el actuar del secretario de gobernación.
Se va a buscar reducir la
corrupción, y veremos penas mucho más elevadas para funcionarios públicos que
malversen fondos a su cuidado. Primero se dará una discusión muy fuerte en el
congreso de la unión y posteriormente veremos su aplicación. Dudo que dé resultados, pero le concedo el
beneficio de la duda.
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