*De Erich From, no mía: ¿Por qué a los seres humanos contemporáneos les fascina comprar y consumir, y sin embargo sienten muy poco apego por lo que compran?
EN LAS ANDANZAS NEOYORKINAS
Uno toma el camino del aeropuerto JFK rumbo al centro de Manhattan. Un afroamericano nos lleva. Ahora no aparecieron al volante los pakistaníes, paisanos de Nemi. Va hecho la madre, como Peña Nieto cuando escapó de la Ibero. A mil por hora. Pero es de noche y el tráfico está tranquilo.
Entramos a la ciudad que no apaga sus luces, aquella que, decía Sinatra en su tema New York, “quiero despertarme en una ciudad que no duerme, y encontrar que soy el número uno, el primero de la lista”.
Pasar migra ahora es de cuidado, aquí estaba tranquilo, una hora aproximada para poder ser checado en los controles férreos de tomado de huellas, foto y demás.
Era tarde y los de la migra también estaban cansados, con ganas de dormir.
El taxista nos pasa la cuenta: 51 dólares. Escasos 20 kilómetros del aeropuerto al centro en 45 minutos de tiempo. El Kennedy es el aeropuerto que mas pasajeros internacionales recibe en Estados Unidos, y eso que hay dos más: La Guardia y Newark.
Busco mi hotel. Aparté uno viejo. De tradición. Digamos que si fui a Veracruz me iba al Mocambo o al Prendes, por citar algo. A buen precio. El Roosevelt hotel, de 87 años de antigüedad, en la 45 y la Madison. Pleno centro de Manhattan.
Cuando veníamos oteé el Sofitel, aquel hotel donde una camarera negra le hizo la vida de cuadritos a DKS, el famoso Dominique Strauss Kahn, que perdió no solo la titularidad del FMI por andar de calenturiento y tentón, perdió la presidencia de Francia, donde la libertad, la igualdad y la fraternidad son el pan nuestro de cada día.
Nos fuimos de largo. El Roosevelt, como todos los hoteles del mundo, tiene su historia. Si del Waldorf Astoria salió aquel locochón, Mark David Chapman, que fue a matar a John Lennon de cinco balazos a las puertas donde vivía el legendario músico, el edificio Dakota de Central Park, allí, en ese hotel de mas de cien años los polis, cuando llegaron a revisar el cuarto, encontraron el libro ‘El guardián entre el centeno’, de J.D. Salinger, dizque donde se inspiró ese loco que ahora pide clemencia, casi 40 años después de aquella ocasión donde no se le dio una oportunidad a la paz.
El Roosevelt tiene sus historias.
CON LLUVIA
Mañana del otro día. Amanece con lluvia, un viento fresco como el de Guadarrama agita el rostro. Es fresco, sin tirar a frío. Una ligera llovizna, que por la tarde se acrecentará, obliga a que se busquen los paraguas que venden en las esquinas por 5 dólares. En los quioscos, los puesteros.
Proliferan los taxis amarrillos, que amarillos son porque el dueño original de ellos, el fundador de la Yellow Cab Company, John Hertz, el que luego se dedicó a alquilar autos, leyó que un estudio de la universidad de Chicago señalaba que el amarillo es el color mas visto a lo lejos. Solo por eso.
En Veracruz fueron un tiempo rojos mata-retina de la fidelidad.
Ahora andan como en arcoíris.
Tarde de lluvia. En Times Square, allí donde los fines de año el huamachito florece y la gente cuenta desde el 10 hacia el cero para esperar el Año Nuevo, allí entró una llamada mientras comía en el Bubba Gump, un restaurante ubicado en esa transitada esquina donde los neones y las luces vuelven aquello un día esplendoroso. El restaurante está ideado como homenaje a Bubba, el amigo de Tom Hanks en la cinta Corre Forrest Corre, ¿la recuerdan?, aquella donde Tom Hanks corrió como Peña Nieto en la Ibero, a toda velocidad. Sólo que Forres Gump corrió 3 años, 2 meses, 14 días y 16 horas.
Peña solo unos minutos.
Bien hecho porque se debe evitar caer en una agresión. El horno no está para bollos y la seguridad de los candidatos está bajo el mando del Estado Mayor Presidencial, en este México donde a veces la violencia es el pan nuestro de cada día. Golpear a cualquier candidato, sería una barbarie.
FUNESTA NOTICIA
Allí en el Nextel entró la llamada. Había muerto Carlos Fuentes, veracruzano, una de nuestras glorias de las letras, a quien se le negó el Nobel como a Borges, quizá porque los académicos suecos no voltearon a ver a América.
El mundo intelectual lamenta y llora su partida.
México llora a su cronista universal, titula el diario El País
Ya está en esa galería donde está Hemingway y Saramago y Borges y Neruda.
Los poetas y los escritores. Una baja sensible para México. Donde seguro Bellas Artes le rendirá homenaje de cuerpo presente, como se le rindió a Octavio Paz.
Ahora mismo por la internet, recibo de Carlos Lartigue su último articulo, el de Fuentes, donde hablaba de las virtudes de Charles de Gaulle. Extraordinario.
También lo extrañarán los lectores de diarios, donde con regularidad escribía. Era pluma generosa del prestigiado diario El País.
México le llora. Y le agradece lo que aportó con su talento. Veracruz, lo lamenta.
Ahora mismo lo supe mientras, después de comer pasé por el diario The New York Times, en su nuevo edificio. Aquí donde Fuentes también vivía por temporadas, en esta su Nueva York querida, y desde ese diario le aceptaban con mucho gusto, sus artículos a veces demoledores al sistema. Que descanse en paz.
No cesa de llover. A ratos escampa, como siempre que la lluvia pega fuerte.
El neoyorkino no se detiene por nada. Una lluvia no lo espantará.
Lo único que los detuvo fue aquel septiembre negro. Y por poco tiempo.
El día de los atentados, pero de allí en fuera es una economía pujante, donde el billete verde manda y se impone, donde esta ciudad, para darnos una idea, tiene de presupuesto 3 mil 500 millones de dólares, casi la mitad de algún estado mexicano.
La policía vigilante, los bomberos por igual. A lo lejos se escuchan las sirenas, es temporada de calor y vendrán los incendios.
Aun no llego al Hudson, anoche con el taxi pasé el túnel medio adormitado, de paga, como es estilan en estos pasos, y apenas olí el rio Hudson.
Pero mañana les cuento algo más, si es que lo hay.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
Entramos a la ciudad que no apaga sus luces, aquella que, decía Sinatra en su tema New York, “quiero despertarme en una ciudad que no duerme, y encontrar que soy el número uno, el primero de la lista”.
Pasar migra ahora es de cuidado, aquí estaba tranquilo, una hora aproximada para poder ser checado en los controles férreos de tomado de huellas, foto y demás.
Era tarde y los de la migra también estaban cansados, con ganas de dormir.
El taxista nos pasa la cuenta: 51 dólares. Escasos 20 kilómetros del aeropuerto al centro en 45 minutos de tiempo. El Kennedy es el aeropuerto que mas pasajeros internacionales recibe en Estados Unidos, y eso que hay dos más: La Guardia y Newark.
Busco mi hotel. Aparté uno viejo. De tradición. Digamos que si fui a Veracruz me iba al Mocambo o al Prendes, por citar algo. A buen precio. El Roosevelt hotel, de 87 años de antigüedad, en la 45 y la Madison. Pleno centro de Manhattan.
Cuando veníamos oteé el Sofitel, aquel hotel donde una camarera negra le hizo la vida de cuadritos a DKS, el famoso Dominique Strauss Kahn, que perdió no solo la titularidad del FMI por andar de calenturiento y tentón, perdió la presidencia de Francia, donde la libertad, la igualdad y la fraternidad son el pan nuestro de cada día.
Nos fuimos de largo. El Roosevelt, como todos los hoteles del mundo, tiene su historia. Si del Waldorf Astoria salió aquel locochón, Mark David Chapman, que fue a matar a John Lennon de cinco balazos a las puertas donde vivía el legendario músico, el edificio Dakota de Central Park, allí, en ese hotel de mas de cien años los polis, cuando llegaron a revisar el cuarto, encontraron el libro ‘El guardián entre el centeno’, de J.D. Salinger, dizque donde se inspiró ese loco que ahora pide clemencia, casi 40 años después de aquella ocasión donde no se le dio una oportunidad a la paz.
El Roosevelt tiene sus historias.
CON LLUVIA
Mañana del otro día. Amanece con lluvia, un viento fresco como el de Guadarrama agita el rostro. Es fresco, sin tirar a frío. Una ligera llovizna, que por la tarde se acrecentará, obliga a que se busquen los paraguas que venden en las esquinas por 5 dólares. En los quioscos, los puesteros.
Proliferan los taxis amarrillos, que amarillos son porque el dueño original de ellos, el fundador de la Yellow Cab Company, John Hertz, el que luego se dedicó a alquilar autos, leyó que un estudio de la universidad de Chicago señalaba que el amarillo es el color mas visto a lo lejos. Solo por eso.
En Veracruz fueron un tiempo rojos mata-retina de la fidelidad.
Ahora andan como en arcoíris.
Tarde de lluvia. En Times Square, allí donde los fines de año el huamachito florece y la gente cuenta desde el 10 hacia el cero para esperar el Año Nuevo, allí entró una llamada mientras comía en el Bubba Gump, un restaurante ubicado en esa transitada esquina donde los neones y las luces vuelven aquello un día esplendoroso. El restaurante está ideado como homenaje a Bubba, el amigo de Tom Hanks en la cinta Corre Forrest Corre, ¿la recuerdan?, aquella donde Tom Hanks corrió como Peña Nieto en la Ibero, a toda velocidad. Sólo que Forres Gump corrió 3 años, 2 meses, 14 días y 16 horas.
Peña solo unos minutos.
Bien hecho porque se debe evitar caer en una agresión. El horno no está para bollos y la seguridad de los candidatos está bajo el mando del Estado Mayor Presidencial, en este México donde a veces la violencia es el pan nuestro de cada día. Golpear a cualquier candidato, sería una barbarie.
FUNESTA NOTICIA
Allí en el Nextel entró la llamada. Había muerto Carlos Fuentes, veracruzano, una de nuestras glorias de las letras, a quien se le negó el Nobel como a Borges, quizá porque los académicos suecos no voltearon a ver a América.
El mundo intelectual lamenta y llora su partida.
México llora a su cronista universal, titula el diario El País
Ya está en esa galería donde está Hemingway y Saramago y Borges y Neruda.
Los poetas y los escritores. Una baja sensible para México. Donde seguro Bellas Artes le rendirá homenaje de cuerpo presente, como se le rindió a Octavio Paz.
Ahora mismo por la internet, recibo de Carlos Lartigue su último articulo, el de Fuentes, donde hablaba de las virtudes de Charles de Gaulle. Extraordinario.
También lo extrañarán los lectores de diarios, donde con regularidad escribía. Era pluma generosa del prestigiado diario El País.
México le llora. Y le agradece lo que aportó con su talento. Veracruz, lo lamenta.
Ahora mismo lo supe mientras, después de comer pasé por el diario The New York Times, en su nuevo edificio. Aquí donde Fuentes también vivía por temporadas, en esta su Nueva York querida, y desde ese diario le aceptaban con mucho gusto, sus artículos a veces demoledores al sistema. Que descanse en paz.
No cesa de llover. A ratos escampa, como siempre que la lluvia pega fuerte.
El neoyorkino no se detiene por nada. Una lluvia no lo espantará.
Lo único que los detuvo fue aquel septiembre negro. Y por poco tiempo.
El día de los atentados, pero de allí en fuera es una economía pujante, donde el billete verde manda y se impone, donde esta ciudad, para darnos una idea, tiene de presupuesto 3 mil 500 millones de dólares, casi la mitad de algún estado mexicano.
La policía vigilante, los bomberos por igual. A lo lejos se escuchan las sirenas, es temporada de calor y vendrán los incendios.
Aun no llego al Hudson, anoche con el taxi pasé el túnel medio adormitado, de paga, como es estilan en estos pasos, y apenas olí el rio Hudson.
Pero mañana les cuento algo más, si es que lo hay.
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