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lunes, 13 de agosto de 2012

UN LAUREL PARA TI DE VICTORIA Por: Gilberto Haaz Diez



Acertijos



*El arte de vencer se aprende en las derrotas. Camelot.

UN LAUREL PARA TI DE VICTORIA
Estos dos países, México y Brasil, alguna vez de hace algún tiempo el soccer los hermanó.  Los hizo compañeros del alma. Aquel 1970, cuando Pelé, Tostao, Rivelino, Gerson, Jairzinho y demás tribu glorificaron el fútbol en aquel césped del Estadio Azteca de Azcárraga. Cuando mexicanos y brasileños era uno solo. Jugaban en casa.
Ayer fue Wimbledon (López Dóriga dixit), perdón, Wembley, donde estos mexicanos y brasileños se encontraban pero ya no como hermanos, como rivales. Alguien me preguntó qué equipo de la liga premier inglesa jugaba en Wembley. Ninguno. Es territorio sagrado para la selección. Allí solo la pisan sus seleccionados.
Y no han vuelto a brillar como los Bobby Moore y Bobby Charlton y el hermano Jackie, que fueron campeones en el Mundial del 66 al vencer a Alemania con un gol anulado legítimo. Allí en ese estadio México enfrentaba a Brasil. Que no es un equipo. Es una potencia mundialista y, solo para darnos una idea, un defensa de ellos fue vendido en 42 millones de euros, precio que nos alcanzaría para comprar a todos los nuestros y nos quedaría cambio para hacer un hospital o una guardería en lo que hoy es el Orfis, que no sirve para nada.
Quien esto escribe, a esa hora del juego venia volando de Houston en el avión pequeño y caro del Embraen. Volar Veracruz-Houston es más caro que mantener al Orfis. Un amigo llegaba el lunes y compró boleto a mil cien dólares, para Ripley, como ir a Europa. En cuanto el avión despegó, llevé a mi imaginación lo que estaría pasando. Brasil tiene figuras de clase mundial. Todas superestrellas. Traen a Marcelo, gran defensa del Real Madrid, a Hulk, que intimida, y traen, entre otros, a Neymar, de quien Pelé dice que es mejor que Messi, aunque eso sólo el brasileño se lo cree. Mejor que Messi nadie. Ni Peña Nieto con sus dos vicepresidentes, Gamboa y Beltrones, la generación del Nuevo PRI. Un amigo me dijo, cuando leyó la critica que hice a este parcito, qué quién era mejor que ellos dos. Pepe Yunes, le respondí de inmediato. Yunes es listo, joven, preparado, pertenece al primer nivel de Videgaray y no es dinosaurio ni tramposo ni perverso. Y cerré la discusión.
 
EN LA GLORIA
Tan solo al aterrizar lo supimos. México les había vencido por 2-1 y la gloria del Corcovado se partió y a los pocos minutos el ingenio de los mexicanos le ponía al Cristo una bandera mexicana, de brazo a brazo. Abierta de par en par. El Ángel sería allanado por las turbamultas y jamás en la vida volveríamos a decir que ‘jugamos como nunca y perdimos como siempre’.
Otra, México se ha convertido en una jettatura para Brasil. De diez veces que hemos jugado les hemos vencido siete. O sea, se convirtieron en nuestros ‘clientes’.
Arriba del avión venia imaginando la cancha, lo que harían, aquellas grandes narraciones del par de comentaristas, Ángel Fernández y el brasileño que solía decir: “Mejor para Tostao, mejor para Pelé, mejor para Rivelino”.
Glorias y polvos de aquellos tiempos.
Vi la repetición y comprobé lo que se debía comprobar. Ese juego era para México. Dios volvió a ser redondo (Juan Villoro dixit) y volvió a ser mexicano en Londres.
Cuando el delantero brasileño, en tiempo extra erró el cabezazo a la red, ya nada nos quitaría el titulo de Oro, ya nada impediría que el Himno Nacional y la Bandera Mexicana ondeara en ese estadio que alguna vez vio campeones a sus hijos.
 
EN LA TRAGEDIA
Pero si el sábado tuvo gloria, también tuvo tragedia en esta zona de las altas montañas. La depresión tropical dejó muerte y desolación. Casi al mismo tiempo que llegaba a esta tierra bendita de Dios, lo hacia el gobernador Javier Duarte de Ochoa. El helicóptero merodeó por las inmediaciones del Campo ADO. Duarte llegó a enlodarse las botas y a implementar programas de emergencia, a darle seguridad a las familias afectadas de que se les repondría todo: desde sus enseres domésticos hasta sus muebles. Anduvo un buen tiempo y caminó y vio con propios ojos la tragedia.
El rio se desbordó y se llevó lo que encontraba a su paso. Grandes árboles y cientos de toneladas de tierra-lodo, eran arrastrados.
Es domingo por la mañana. Voy a la ruta de la desgracia. Lo hago en la Poniente 18 y en la parte baja del Parque Bicentenario, frente al prestigiado restaurante Romanchu, del amigo Luis Gutiérrez Príncipe.
Brigadas de protección civil limpian el lodazal. Las familias debieron haber perdido sus refrigeradores, salas, camas, comedores. “Todo se les repondrá”, dijo Javier Duarte.
Recorrió la zona devastada y fijó su Plan DNIII de Gobierno.
Hay algunos desaparecidos. La corriente del rio se llevó a unas personas. Las buscan. Las aguas son misteriosas y buscan su cauce. La venida fue brutal, como a las once de la noche se comenzó a escuchar la crecida y salimos, me dijo doña Rosalinda, que busca entre el lodo algunas de sus pertenencias.
Pero qué bueno que vino el gobernador, comentó.
Son más de cien las familias afectadas, Duarte  aseguró que la inversión que dieron hace un tiempo en el vaso regulador de la laguna de Chirimoya, no permitió que otras colonias se inundaran, como ocurría en el pasado.
Día de contrastes. Por un lado el triunfo de México. Por el otro, la tragedia a los paisanos orizabeños. Es una pena las muertes, esas son las que no se reponen, de lo otro tengan la seguridad de que el gobernador les cumplirá y les repondrá sus cosas.
Allá por las 6 de la tarde, recibí llamada al Nextel. Era Othón: “Te paso al gobernador Herrera”, me dijo. Fidel y yo nos saludamos. Iba a apoyar al Águila de Veracruz que jugaba en Cancún la final del beisbol contra Tigres, y Borge, el actual gobernador, apostaba a los suyos. Nosotros, a los nuestros, al legendario Águila de Veracruz de los Mansur: padre, hijo y Espíritu Santo.
El primero fue nuestro. El Águila ganó.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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