Fortin Municipio que Florece!!!

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miércoles, 22 de agosto de 2012

FRAY BUGANZA Por: Gilberto Haaz Diez



Acertijos



*No hay nadie menos afortunado que el hombre a quien la adversidad olvida, pues no tiene oportunidad de ponerse a prueba. Camelot

 FRAY BUGANZA

Hay dos esquinas que cubren las espaldas del gobernador. Las dos de Palacio xalapeño. En una está ubicado Fray Buganza (Gerardo Buganza Salmerón), como secretario de gobierno; en la otra, Sherlock Ampudia Mello, poderoso subsecretario. Una dupla de miedo. Infernal, a veces. Bueno, con ese infierno que calienta y no quema. Leo ahora en un diario local que Buganza anda poniendo orden en Fortín de las Flores, el viejo feudo de don Antonio Ruiz Galindo, donde cayó un Berlusconi que vivió la vida loca y no entendía que los fantasmas a veces se aparecen y espantan. Fray Buganza llegó a esa tierra casi suya, colindante con Córdoba, dicen que de chiquito solía rezar todas lasmañanas de domingo en su iglesia local fortinense y luego darse un chapuzón en la alberca del hotel Ruiz Galindo, donde siempre había gardenias flotando en el agua y aromatizando el ambiente. Lo hacía con flotadores, pues aprendía a nadar. Eso se acabó un día que arribó un alcalde crapulín. Cuando el gobernador Duarte llegó de gobierno itinerante a Córdoba, su tierra, comentó con quien esto escribe que intervendría la tesorería municipal de ese municipio. Vi trabajar a Javier por una mañana en una oficina improvisada donde tenía un teléfono rojo del que no se despegaba Juan Manuel del Castillo, por si llamaba el nenorro (ese es Peña Nieto). También allí, muy eficiente, Betty del Toro, su secretaria privada. Esa mañana, el gobierno tomó la determinación de ir por ese Municipio donde el orden se había perdido. Ahora lo vigila el Fray y dicen que allí, como canción de José Alfredo: su palabra es la ley.

LA BICICLETA

Lo más cerca que he estado de las bicicletas, o de una ‘bicua’, como le decimos en mi pueblo, es cuando veía de chiquito al ‘burro mielero’, Antonio López, que aún vive y pedalea por la vida, un ciclista que ganaba torneo tras torneo en Tierra Blanca y era nuestro ídolo de chamacos. De chico uno sueña con una bici, quizá ahora los chavos sueñen con un Ferrari o una Ipad o una Blackberry o un auto, pero uno de chico soñaba con una bici. Como estuviera, de segunda o tercera manos. Con manubrio jodido o bueno. Cómo fuera. La bicicleta, suele decirse, cuando se aprende a bien montarla jamás se olvida guardar el equilibrio. Lo constaté ahora que anduve y andé por Houston (Houston, we have a problema), en una tienda del pueblote llamado Woodland's, la gigantísima Wal Mart, allí la vi, estaba hermosa, colgada en una estantería con otras de otros modelos. Era una bicicleta perrona.  Del tipo de los años 50’s.
Ya la hubieran querido Elvis o Marilyn.
Como no la tuve de chiquito, la tengo de grande, le dije amenazante a mi cartera.
Es como un Ferrari, guardando sus debidas proporciones. Del tipo antigua pero hecha casi a mano y con unos colores que rayan en la perfección. Las llantas bordeadas en blanco, como las de los viejos autos, rines Schwinn, como los antiguos. Casi de colección. Ahora mismo abro el portal de ‘Mercado Libre’ y veo una parecida, usada, al precio de 5 mil 600 pesos. La mía costó 160 dólares, pero el precio no era lo importante, lo importante era traerla para pedalearla. La dejé encargada a un cuate que me la enviaría, previo pago de todo: impuesto y flete; la persigné cuando la dejé con tristeza, como cuando Tom Hanks en Naufrago se despidió de su viejo amigo, el balón Wilson, que se lo tragaban las olas del mar; persignado como ahora el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez, en un bello acto con los padres y los chicos bendijo las mochilas de los estudiantes, para que en las mochilas sólo vayan los libros y los cuadernos y las grandes esperanzas de ser mejores hijos, buenos estudiantes, alejados de las drogas y de la comida chatarra, con la gran esperanza de ser mejores veracruzanos, mejores hijos para su país, que bello acto del Obispo.

UN DIA CON ELLA

Toqué el tema de las bicicletas, por dos razones. La primera fue que me acordé que, por azares del destino, me tocó ver con mis propios ojos los 100 años de La Tour de Francia. Allí donde pedalean los mejores del mundo. Me hospedaba en hotel no muy céntrico en París. Tomaba el Metro todas las mañanas para llegar a Campos Elíseos, o al centro o a donde fuera. La ciudad se paraliza ese domingo de Tour. No recuerdo quién ganó, ni quién portó el jersey amarillo. No estaban ya ni el español Induráin ni Lance Armstrong. A mí me daba igual quién ganara, lo grande era ver Paris cuando paralizan su centro para esperar a los ciclistas que le dan nombre y renombre a esa afamada Tour. Y la terminan con una vuelta a la ciudad.
La otra razón. Leí ayer que en un acto nacional, el secretario de Salud de Calderón y el secretario de Salud de Duarte, el tal Canaya, perdón, Pablo Anaya, promovieron un día en bici, y entonces me acordé de la mía, que la espero con ansiedad para darle unas vueltas en la bella Alameda orizabeña.

PAULO PLANET

Un par de lectores me alertaron. Paulo Planet, el comentarista brasileño que hacia dupla con Ángel Fernández, vive. Tiene 85 años. Está vivito y coleando. Dedicado a la locución deportiva, un tiempo le dio por la política y se convirtió en diputado local de Brasil. Es abogado  y tiene un despacho de leyes, pero su fama la logró en el micrófono al transmitir dos mundiales, en el de México hizo el dúo con el gran Ángel Fernández. Paulo emocionaba con ese: ‘mejor para Tostao, mejor para Pele’; fue honrado por la cadena NBC de Nueva York y por aquel Telesistema Mexicano, padre de Televisa, y por todos aquellos medios que le reconocieron su saber. Era un mucho como otro locutor inolvidable, aunque este no de deportes, el español Jesús Hermida, corresponsal de Jacobo Zabludovsky por varios años en aquellas 24 horas que reinaban todas las noches. Esa estirpe de comunicadores que ya no aparecen y se les extraña, ahora aparecen los gritones.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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