CAMALEON
02 de junio de 2012
El cinco de noviembre de 2010 el entonces gobernador electo de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, anunció el primer nombramiento de su gabinete de gobierno; se trataba del Dr. Pablo Anaya Rivera, quien ocuparía la titularidad de la Secretaría de Salud. El mensaje que se enviaba a la población veracruzana era el propósito de conseguir un sistema de salud eficaz y eficiente para “un Veracruz sano”. Para ese efecto Duarte de Ochoa anticipaba “una reforma y mejoramiento de las políticas públicas en la materia, así como la consolidación de la infraestructura hospitalaria del estado”.
Bien se sabe que entre las principales prioridades del Estado están la Salud, la Educación y la Seguridad Pública, por lo que el anuncio llevaba un buen mensaje ya que en el gobierno que terminaba había preocupantes señales en el sector salud: eran profusas las notas que iban desde una incontrolada corrupción hasta las publicitadas divergencias entre el Secretario de Salud, Antiga Tinoco, con su similar de Finanzas, al que acusaba del retraso del pago a proveedores, quienes empezaban a retrasar la entrega de insumos a los hospitales del sector salud por lo Antiga pedía “no desesperarse” pues “antes de que concluya esta administración todos los atrasos serán liquidados”. Ya sabemos que ese cuento terminó en la más absoluta opacidad y con un fuerte bouquet a impunidad.
Paro de labores y quejas del personal de salud estaban aflorando con una preocupante asiduidad; las quejas más que comprobadas iban desde medicinas caducadas, escasos insumos para laboratorios, equipos descompuestos en diferentes hospitales, grupos de trabajadores que exigían el pago de prestaciones económicas a la vez que denunciaban la existencia de aviadores con sueldos superiores a los 40 mil pesos mensuales; el IPAX se quejaba de una elevada deuda de la Secretaría por concepto de vigilancia, etc. El inocultable retraso en el avance de obra obligaron al Secretario de Salud a declarar que la muy anunciada Torre Pediátrica no se concluiría ni en su primera fase en el gobierno de la “fidelidad”, tal y como en repetidas ocasiones anteriores lo había anunciado.
Por ese entonces el territorio veracruzano había sido severamente azotado por diferentes fenómenos meteorológicos y que sirvieron de argumento base al gobierno fidelista para solicitar de la LXI legislatura local la autorización para un préstamo de 10 mil millones de pesos a pagar en 20 años. Con la eficiencia digna de mejores causas la legislatura aceleró los trámites y en menos de 48 horas “analizaron y dictaminaron” la solicitud del gobernador y, obviamente, la aprobaron.
De ese préstamo se destinarían para el sector Salud 800 millones de pesos que servirían para la rehabilitación de hospitales: “100 millones para centros de salud y otras unidades de atención a la salud, 311 millones de pesos para la construcción de hospitales, centros de salud y otras unidades de atención a la salud (sustitución); 130 millones de pesos para equipamiento; 170 millones de pesos medicamentos y material de curación, 50 millones de pesos en acciones sanitarias (fumigación); 20 millones de pesos caravanas de salud y 18 millones 300 mil pesos para otras acciones de salud. En retrospectiva bien sabemos que nada de esto ocurrió, infringiendo impunemente el dictamen que favoreció el préstamo.
Parte de esta simulación fue descubierta en Nautla, en donde se “inauguró” un hospital, “sin embargo, a la fecha, el inmueble no tiene medicinas, personal ni ambulancias, según denuncia pública de la alcaldesa Elizabeth Pumarino Rivera quien comentó que es mentira que en Nautla cuenten con hospital, como se anunció en diciembre en televisión y radio, ya que el gobernador Fidel Herrera no lo terminó. Se escucharon anuncios de prensa, radio y televisión de que el hospital ya estaba operando, pero no es cierto, no está terminado por que solo tenemos paredes, le falta el equipo y el personal médico".
Ese fue el síndrome permanente de aquel gobierno, ofrecer sin cumplir. Lo que ahora preocupa es que esa sintomatología pudiera persistir en el actual gobierno, y hay sustentos que dan base a ese temor. En diciembre de 2010, es decir apenas en el primer mes del actual gobierno, el secretario de salud anunció que se pretendía “concluir en su totalidad los 13 hospitales públicos que se encuentran en construcción…”. Abundó que con recursos federales se construirían los hospitales de Panuco y de Tuxpan”. Se sinceró al declarar que “en algunas de las obras pendientes de entregar solo hace falta equipamiento. "Entre las pendientes esta Papantla, Álamo, Nautla, Naranjos, entre otras" y desde aquella ya lejana fecha anunció la construcción del hospital materno-infantil en Xalapa y Boca del Río, así como un centro de alta especialidad en Coatzacoalcos; del de Boca del Río apenas en marzo pasado se puso la primera piedra, ¿Cuándo lo inaugurarán? La Torre Pediátrica lleva tres años de iniciada, son doce pisos, van en el cuarto, calcúlele usted. Por dinero no deben haber parado pues en enero de 2011 el mismo Secretario de Salud anunció la llegada de 140 millones de pesos para continuar la construcción de esta Torre, cuya primera etapa, según dijo, quedaría concluida en 2011.
Todo transcurriría en la normalidad burocrática si no fura por un periodismo de investigación como el programa televisivo “Punto de Partida”, de Denisse Maerker, que reveló lo que ya se sabía en un reportaje titulado “Herencia Fiel”, en el sentido que de los 193 millones de pesos presupuestados para la Torre Pediátrica, el Gobierno Federal ya había aportado 177 millones. Esa cantidad fue depositada a finales de 2010 mediante participaciones federales al Fondo de Fortalecimiento de la Infraestructura de Servicios de Salud.
En fin, ese síndrome de mentiras, de engaños, de simulación, etc. es una maniática patología que no quisiéramos ver repetida en manoseados discursos, ni ahora ni nunca. México busca un nuevo rumbo, un verdadero cambio, una diferencia ¿por qué insistir en más de lo mismo? ¡Que falta de imaginación!
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