ARTICULISTA INVITADO
La Salud es uno de los aspectos más importantes en la vida de una nación; no solo es un derecho indiscutible, es el fundamento del bienestar de cada ser humano y significa también la auténtica posibilidad para fincar el desarrollo del país, porque un pueblo sano tiene la energía esencial que le permite mirar con optimismo al futuro. Por esta razón, en nuestro país es urgente llevar a cabo una profunda reforma estructural de nuestro Sistema de Salud que permita asegurar a todos los mexicanos una atención médica de calidad y personalizada, además del abasto oportuno de los medicamentos que permita a todos los ciudadanos recobrar o mantener su salud.
El asunto no es sencillo. Si bien es cierto se ha podido avanzar en la cobertura a lo que se denomina población abierta a través del Seguro Popular, muchas personas consideran que el servicio es tardado y de calidad insuficiente y, en cuanto al surtimiento de recetas, es también muy deficiente. Por lo que respecta al IMSS, es vox populi la dificultad y diferimiento de las citas y las intervenciones, así como las precarias condiciones para la atención médica en una emergencia. Podemos asumir entonces que, en general, nuestro Sistema de Salud tiene graves deficiencias que deben ser atendidas.
Desde luego que un primer problema es la insuficiencia de recursos. México ocupa el último lugar entre los países de la OCDE y su inversión en Salud está por debajo de países como Cuba, Argentina, Brasil, Costa Rica o Colombia. Peor aún, el subejercicio que enfrenta la actual administración federal resulta inconcebible en un ámbito tan demandante y prioritario como es la Salud. Quizá por ello, la actual legislatura efectuó recortes considerables en materias como vacunación, vigilancia epidemiológica, mantenimiento de infraestructura y equipamiento, protección contra riesgos sanitarios e investigación y desarrollo.
Un aspecto, que en opinión de los expertos es prioritario, es reorientar la inversión hacia la Promoción de la Salud y la Prevención de Enfermedades, en vez de seguir invirtiendo preferentemente en el horizonte hospitalario. Siempre será más barato, más oportuno y más provechoso prevenir que curar. Nuestros centros de Salud, por ejemplo, deben ser verdaderamente eso, y tratar de incidir con mayor fuerza en la promoción de estilos de vida saludables; de igual forma, la prevención de enfermedades depende de fomentar la cultura del auto cuidado de la Salud, en lugar de acudir al centro de Salud cuando ya se está enfermo.
Por la importancia que reviste la Salud de los veracruzanos, durante mi campaña al Senado le hemos dado un gran peso al diálogo con los trabajadores del Sector Salud y con los médicos que ejercen en forma privada. Hoy, que se hace impostergable llevar a cabo una gran reforma en Salud, estoy plenamente convencido de que los trabajadores médicos, paramédicos y administrativos son la mayor fortaleza que tenemos. Durante muchos años he sido testigo de la dedicación, el amor y el gran profesionalismo con el que llevan a cabo sus diarias tareas a favor de la salud de los veracruzanos.
Por eso me propongo, si el voto de los veracruzanos me favorece, impulsar un gran cambio en el sistema de salud de México. Pero sobre todo, aprovechar el enorme talento y experiencia que hay en los hombres y mujeres que día a día son la esperanza de Veracruz para preservar la salud de sus habitantes.
En el Senado voy a promover todas las propuestas que he ido recogiendo durante los intensos recorridos que he realizado en busca del voto de los veracruzanos. En todos ellos hay coincidencia: también en materia de Salud, México necesita un nuevo rumbo. Esta es una de las batallas más importantes que debemos ganar los mexicanos.
Lamentablemente no será posible ganar esta batalla, ni la Educativa, ni la de Seguridad ni la del Empleo, mientras prevalezca entre los mexicanos el mal ánimo de odio, división, enfrentamiento y discordia que se ha venido fomentando desde 2006, propiciado por las disputas y obsesiones tanto de la izquierda como la derecha por estar en el poder.
México reclama que los partidos y los políticos elevemos la mira y enfoquemos con Lealtad y auténtico patriotismo la enorme responsabilidad de sacar a la nación de sus graves problemas. Y solo con la Unidad de todos los partidos, en medio de un gran acuerdo nacional y un pacto político abierto, de cara a la nación, será posible que México supere sus problemas, recupere la Paz Social y el Crecimiento Económico que tanta falta hacen para garantizar la Seguridad y crear los empleos que tanta falta nos hacen.
Pienso, con toda sinceridad, que solo Enrique Peña Nieto y el PRI pueden tener la calidad moral y la capacidad para convocar a la Unidad Nacional, porque nosotros hemos sido respetuosos, a diferencia del PAN y las izquierdas, que han basado su campaña en difamaciones, agravios y calumnias, manteniendo el grave clima de confrontación desde la última elección presidencial a la fecha. No hay país en la Historia que haya podido salir adelante dividido y no hay partido o persona que pueda solo con esta enorme tarea. Por eso creo que quienes han hecho del ataque su estrategia no podrían gobernar bien al país.
En el PRI tenemos propuestas y esa ha sido la base de nuestra campaña: decirle a los mexicanos lo que vamos a hacer y como pensamos lograrlo, asumiendo compromisos concretos, medibles y realistas. Por eso invito a mis amables lectores, que nos ayuden a decirle a la gente, en su trabajo, en su colonia, en el café o en la calle, por qué somos la mejor opción para el futuro de México. Sobre todo, hay que fortalecer la conciencia de que el próximo domingo primero de julio, no está en juego solo quien gana la Presidencia y el Congreso, sino el futuro de nuestros hijos.
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