*El fútbol es la única religión que no tiene ateos. Camelot.
DE AZTECAZO EN AZTECAZO
El estadio Azteca, orgullo de Televisa y de los mexicanos y mexicanas (me afoxé), sitio donde la selección mexicana mostraba su poderío, donde caminaba invicto, donde con casi cien mil apoyadores sentía que levitaba en otros tiempos, ahora son ratoncitos que cualquiera que llegue de fuera, Honduras o Costa Rica, les humillan y les hacen perder, morder el polvo, pues. Cada mexicano es un seleccionador en potencia, de allí que la mayoría pida la salida del Chepo de la Torre, como ya ocurrió de madrugada. No es al Chepo al que hay que echar, es a Decio de María y a Justino Compéan y hasta el González Iñarritu, ese que se vaya con su hermano a filmar películas. El fútbol mexicano está plagado de intereses comerciales. Necesita una sacudida y que dejen de operarlo las televisoras. O un Comisionado que ponga orden, que sería lo indicado, pero la misma FIFA, como un ente de hampa y con frases de El Padrino, no permite que nadie meta las manos en sus sagrados negocios. Prohíben que los gobiernos intervengan. España lo quiso hacer no hace mucho y por poco le cuesta la descalificación del futbol mundial, porque Joseph Blatter es otro capo, como los mexicanos que se han enquistado allí por toda una eternidad, mientras las televisoras los apoyen. Esa misma noche, en una mesa redonda donde participaba Carlos Hermosillo, el antiguo rival de Javier Duarte a la diputación federal cordobesa, un creíble cronista televisivo, Raúl Orvañanos, aseguró que desde el quebranto pasado, cuando sentaron al entrenador entre los presidentes de clubes, la mayoría pidió que se fuera, pero se impuso la minoría, ya ustedes se imaginan quiénes son esa minoría.
DE EDUARDO GALEANO:
“En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”.
El Chepo de la Torre se va, no debía irse solo, por allí cargaría con varios maletas en su exilio y destierro, al viejito Torrado lo jubilaría, si yo fuera técnico, al defensa Salcido y al maleta argentino naturalizado mexicano, Chaco, a esos los dejaría fuera. ¿Cómo es posible que juegue Chaco Giménez y este burro entrenador tenga sentado a Guardado, Chicharito y Aquino?, cualquiera de ellos le da 20 y las malas al pibe consentido del Chepo. Por eso y muchas cosas más perdió. Otra, Cuauhtémoc Blanco dijo ante la tele, nadamás al terminar el juego, que ese equipo no tiene un líder, como una vez lo fueron Rafa Márquez y él mismo. No hay quien les grite, no hay quien los motive, no hay quien les imponga el timing del juego, se quejaba el Cuau. El flaco Menotti lo decía: “El futbol son tres cosas: Tiempo, espacio y engaño”. Las tres se nos han olvidado. Quizá solo nos quede el tiempo para llorar, por si vamos a un repechaje, o el tiempo que te quede libre, si te es posible dedícalo a mí. El juego del hombre (Ángel Fernández dixit) lo vi con tres amigos en un bar llamado ‘La Mina’, frente al parque la Concordia, un buen sitio de reunión, un lugar agradable, hagan de cuenta que se está frente al Central Park neoyorkino, pero en chiquito, llovía como todas las noches, el agua hace ver ese parque muy típico orizabeño, al medio tiempo le di dos vueltas para bajar la hamburguesa que me zampé, luce imponente y el Emirato del alcalde Chahín apenas le mandó poner juegos para los niños, teniendo frente a la bella Iglesia de la Concordia, donde pone orden en la Diócesis el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez; el restaurante bar estaba lleno, allí lo vi con esos amigos de los cuales dos eran bien villamelones, como Draga. Con decirles que la tele de Azcárraga estaba tan emocionada que repetía hasta el cansancio el único gol de Cepillo Peralta, una, dos, otra vez mas, y mi cuate se ponía de pie y gritaba ‘Goooool’ cada que Cepillo la empujaba a la red, la gente lo veía como bicho raro. “Cálmate”, le dije, “y siéntate, contigo ya vamos 4 a 0”. Cuando cayó el segundo gol de Honduras, que fue el epilogo del Aztecazo, recordé aquel ‘Maracanazo’, guardando sus debidas proporciones, y la cita de ese futbolista uruguayo que les aguó el día y los mandó a la historia eterna de las derrotas imprevisibles, cuando vencieron a Brasil en su propio campo y país, el futbolista Ghiggia, en aquella final del Mundial en Brasil de 1950. Al tiempo, años después, decía ufano: “El Papa, Frank Sinatra y yo, somos los únicos que hemos logrado silenciar el Maracaná con 200.000 personas dentro”.
Así pasó en el Azteca. Y en los bares. Y en todos los sitios donde les vimos caer como ratones.
LOS INDIGNADOS
Hay indignación en el país, los facebookeros y twiteros le dan vuelo a la hilacha. Uno de ellos: “Mejor hubieran bloqueado el partido de la selección los maestros, nos hubiéramos ahorrado la vergüenza de perder en el Azteca”.
Otro rememora la frase del Tigre: “México es un país de una clase modesta muy jodida que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”.
Se va Chepo con malos números. Cito al portal Mediotiempo.com: “El Chepo deja al Tricolor en la cuarta posición de la Eliminatoria Mundialista, con 8 puntos, por debajo de Estados Unidos, Costa Rica y Honduras, y por ahora en zona de Repechaje rumbo a Brasil 2014. En esta fase de la Eliminatoria, el Chepo no pudo ganar ni un partido en casa, con tres empates sin goles y la derrota contra Honduras 1-2. Quizá habría que ser (to be or not to be) como los intelectuales que aborrecen el fútbol. Borges, cuando en su tierra, Argentina, la selección de su país iba rumbo a hacerse campeona mundial, programó una conferencia a la misma hora del juego. Para locos. Para Ripley. Quizá así sea, darle la espalda y ponerse a ver una película, pero no se puede chico, dijo Kamalucas, un filósofo de mi pueblo.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
El estadio Azteca, orgullo de Televisa y de los mexicanos y mexicanas (me afoxé), sitio donde la selección mexicana mostraba su poderío, donde caminaba invicto, donde con casi cien mil apoyadores sentía que levitaba en otros tiempos, ahora son ratoncitos que cualquiera que llegue de fuera, Honduras o Costa Rica, les humillan y les hacen perder, morder el polvo, pues. Cada mexicano es un seleccionador en potencia, de allí que la mayoría pida la salida del Chepo de la Torre, como ya ocurrió de madrugada. No es al Chepo al que hay que echar, es a Decio de María y a Justino Compéan y hasta el González Iñarritu, ese que se vaya con su hermano a filmar películas. El fútbol mexicano está plagado de intereses comerciales. Necesita una sacudida y que dejen de operarlo las televisoras. O un Comisionado que ponga orden, que sería lo indicado, pero la misma FIFA, como un ente de hampa y con frases de El Padrino, no permite que nadie meta las manos en sus sagrados negocios. Prohíben que los gobiernos intervengan. España lo quiso hacer no hace mucho y por poco le cuesta la descalificación del futbol mundial, porque Joseph Blatter es otro capo, como los mexicanos que se han enquistado allí por toda una eternidad, mientras las televisoras los apoyen. Esa misma noche, en una mesa redonda donde participaba Carlos Hermosillo, el antiguo rival de Javier Duarte a la diputación federal cordobesa, un creíble cronista televisivo, Raúl Orvañanos, aseguró que desde el quebranto pasado, cuando sentaron al entrenador entre los presidentes de clubes, la mayoría pidió que se fuera, pero se impuso la minoría, ya ustedes se imaginan quiénes son esa minoría.
DE EDUARDO GALEANO:
“En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”.
El Chepo de la Torre se va, no debía irse solo, por allí cargaría con varios maletas en su exilio y destierro, al viejito Torrado lo jubilaría, si yo fuera técnico, al defensa Salcido y al maleta argentino naturalizado mexicano, Chaco, a esos los dejaría fuera. ¿Cómo es posible que juegue Chaco Giménez y este burro entrenador tenga sentado a Guardado, Chicharito y Aquino?, cualquiera de ellos le da 20 y las malas al pibe consentido del Chepo. Por eso y muchas cosas más perdió. Otra, Cuauhtémoc Blanco dijo ante la tele, nadamás al terminar el juego, que ese equipo no tiene un líder, como una vez lo fueron Rafa Márquez y él mismo. No hay quien les grite, no hay quien los motive, no hay quien les imponga el timing del juego, se quejaba el Cuau. El flaco Menotti lo decía: “El futbol son tres cosas: Tiempo, espacio y engaño”. Las tres se nos han olvidado. Quizá solo nos quede el tiempo para llorar, por si vamos a un repechaje, o el tiempo que te quede libre, si te es posible dedícalo a mí. El juego del hombre (Ángel Fernández dixit) lo vi con tres amigos en un bar llamado ‘La Mina’, frente al parque la Concordia, un buen sitio de reunión, un lugar agradable, hagan de cuenta que se está frente al Central Park neoyorkino, pero en chiquito, llovía como todas las noches, el agua hace ver ese parque muy típico orizabeño, al medio tiempo le di dos vueltas para bajar la hamburguesa que me zampé, luce imponente y el Emirato del alcalde Chahín apenas le mandó poner juegos para los niños, teniendo frente a la bella Iglesia de la Concordia, donde pone orden en la Diócesis el Obispo Marcelino Hernández Rodríguez; el restaurante bar estaba lleno, allí lo vi con esos amigos de los cuales dos eran bien villamelones, como Draga. Con decirles que la tele de Azcárraga estaba tan emocionada que repetía hasta el cansancio el único gol de Cepillo Peralta, una, dos, otra vez mas, y mi cuate se ponía de pie y gritaba ‘Goooool’ cada que Cepillo la empujaba a la red, la gente lo veía como bicho raro. “Cálmate”, le dije, “y siéntate, contigo ya vamos 4 a 0”. Cuando cayó el segundo gol de Honduras, que fue el epilogo del Aztecazo, recordé aquel ‘Maracanazo’, guardando sus debidas proporciones, y la cita de ese futbolista uruguayo que les aguó el día y los mandó a la historia eterna de las derrotas imprevisibles, cuando vencieron a Brasil en su propio campo y país, el futbolista Ghiggia, en aquella final del Mundial en Brasil de 1950. Al tiempo, años después, decía ufano: “El Papa, Frank Sinatra y yo, somos los únicos que hemos logrado silenciar el Maracaná con 200.000 personas dentro”.
Así pasó en el Azteca. Y en los bares. Y en todos los sitios donde les vimos caer como ratones.
LOS INDIGNADOS
Hay indignación en el país, los facebookeros y twiteros le dan vuelo a la hilacha. Uno de ellos: “Mejor hubieran bloqueado el partido de la selección los maestros, nos hubiéramos ahorrado la vergüenza de perder en el Azteca”.
Otro rememora la frase del Tigre: “México es un país de una clase modesta muy jodida que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”.
Se va Chepo con malos números. Cito al portal Mediotiempo.com: “El Chepo deja al Tricolor en la cuarta posición de la Eliminatoria Mundialista, con 8 puntos, por debajo de Estados Unidos, Costa Rica y Honduras, y por ahora en zona de Repechaje rumbo a Brasil 2014. En esta fase de la Eliminatoria, el Chepo no pudo ganar ni un partido en casa, con tres empates sin goles y la derrota contra Honduras 1-2. Quizá habría que ser (to be or not to be) como los intelectuales que aborrecen el fútbol. Borges, cuando en su tierra, Argentina, la selección de su país iba rumbo a hacerse campeona mundial, programó una conferencia a la misma hora del juego. Para locos. Para Ripley. Quizá así sea, darle la espalda y ponerse a ver una película, pero no se puede chico, dijo Kamalucas, un filósofo de mi pueblo.
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