La columna Templo Mayor de Reforma es clara: "Quienes siguen de cerca el tira-tira entre la PGR y la Suprema Corte por el amparo a Elba Esther Gordillo cuentan que el meollo del asunto está en el tercer involucrado: el Consejo de la Judicatura Federal. Así como hay quienes afirman que el llamado hecho por el presidente de la Corte, Juan Silva Meza, a respetar la independencia de los jueces fue un raspón para la Procuraduría, de Jesús Murillo Karam, otros interpretan que el puyazo iba dirigido a la Judicatura, que encabeza el propio ministro.Y es que, en el medio judicial, mucho se comenta que varios integrantes de ese órgano colegiado que se dedica a vigilar a los jueces tienen un padrino en común -a quien le dicen 'El Jefe'- que tiene un interés de mucho peso en que la defensa de Gordillo sea exitosa. El asunto no es menor, pues, de resultar cierto, sería un caso de tráfico de influencias con toooda la barba".
¿Le dicen "El Jefe", es influyente en el poder judicial y toda su vida ha mostrado ser un experto en el "tráfico de influencias con toooda la barba"? Pues no hay otro: el famoso panista Diego Fernández de Cevallos, tan cercano a Carlos Salinas de Gortari. ¿Su interés en defender a Elba Esther? Pues motivos le sobran al expresidente que fue el que hizo a la señora Gordillo la número uno del sindicato de maestros. Y si le sobran a Salinas, pues también a Diego.
En La Jornada, como en otros diarios, se ha dado a conocer que "los gobiernos federal y estatal de Guerrero investigarán las condiciones bajo las cuales se permitió urbanizar en la zona de humedales de este puerto, desviando los cauces naturales de los ríos y hacer que las inundaciones provocadas por el huracán Manuel llegaran al nivel de devastación que hoy padece la zona Diamante de Acapulco". Esto se dijo en una reunión privada encabezada por el presidente Enrique Peña Nieto en la que se destacó "la ruptura del equilibrio y balance hidráulico de la zona Diamante de Acapulco, debido a las construcciones inadecuadas de obras urbanas, derivó en la anegación de zonas que 'no debieron inundarse'. Se trata del área donde se ubican la castigada colonia Colosio y algunos de los más grandes hoteles de este puerto turístico".
En un comentario editorial a la anterior información, La Jornada dice, en su Rayuela, "no hay que buscarle tanto: muchos saben ya que detrás de las construcciones sobre humedales están las barbas de un tal Diego, el rey de Punta Diamante". ¿Cómo se hizo Diego Fernández de Cevallos el mero mero de esa zona de Acapulco? Con tráfico de influencias. Apoyado en primer lugar, naturalmente, por el señor Carlos Salinas de Gortari.
¿Sería tan difícil para Peña Nieto, en su cruzada contra los poderes fácticos, empezar por darle una mínima lección al tal Diego?
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