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lunes, 16 de septiembre de 2013

¿México en paz y armonía? Paulino Cárdenas




septiembre 16, 2013

Hablando de festejos patrios, los mexicanos quisieran escuchar menos retórica y ver más hechos concretos. Según el presidente Enrique Peña, el nuestro es un país de paz y de armonía social. Pero volteando a ver al México real, las cosas no son tan color de rosa como se ven desde la cúpula del poder. ¿En paz con tanto crimen de la delincuencia organizada que ha motivado que proliferen los grupos de autodefensa, las policías comuntarias y hasta grupos paramilitares para defender el patrimonio, la dignidad y la vida de muchos pobladores que han estado a expensas del crimen organizado y de los cárteles de la droga? ¿En armonía cuando sólo hay que ver los disturbios de los maestros de la CNTE y los grupos disientes que se sienten agraviados por el sistema y que con sus mítines, manifestaciones, bloqueos y vandalismos, atropellan los derechos de terceros en la capital del país y en otras zonas urbanas de la República?
El mandatario priísta y su eficiente vendedor de ilusiones, Luis Videagary, titular de Hacienda, vienen hablando de planes y proyectos que en su gran mayoría se antojan utópicos, máxime si el tema de la corrupción sigue intocado y en el mismo estatus en que sigue estando, protegido por el sagrado manto de la impunidad. Sobre esos planes de ‘gran calado’ la gente se pregunta: ¿Qué dinero va alcanzar para los servicios de salud, una pensión universal para los adultos mayores y seguro de desempleo para los trabajadores en la formalidad, por solo mencionar algunos de los proyectos más ambiciosos? Son muchos planes tan de largo plazo, a sabiendas de que México es un país que nace y muere cada seis años. Viene un nuevo gobierno a trazar nuevos caminos deshaciendo todo lo que había planeado el anterior. Así ha sido siempre. ¿Quién garantiza que ahora será distinto?
¿Será capaz el gobierno de afrontar tantos gastos que implicarán sus planes de gobierno con solo la aprobación de sus reformas energética, hacendaria y fiscal? Se antoja difícil que el presupuesto para tantos proyectos que supuestamente habrán de echarse a andar en este sexenio, alcancen siquiera para consolidar la mitad de ellos, por lo que, para conseguir que alguno de ellos se convierta en realidad, tendría que endeudarse al país como ha sucedido sexenio tras sexenio, borrando del mapa el llamado défici cero. ¿O de qué otro modo se fonderían tantos proyectos si la principal fuente de dinero para el erario proviene de Pemex que sería tratada fiscalmente como una empresa cualquiera si se aprueba la reforma energética, según se ha dicho? Sin duda que el gobierno mexicano estaría ocrurriendo en el corto plazo a contraer una mayor deuda externa.
Habría que realizar colocaciones públicas en los mercados internacionales de capital correspondiente a emisiones de bonos públicos, pagarés a mediano plazo y papel comercial. Otra vía serían los financiamientos con los organismos internacionales como el FMI o el BID, u obtener recursos en forma directa a través de la banca comercial. La otra opción son los Créditos Bilaterales que son los préstamos otorgados entre los gobiernos a través de los bancos oficiales, o bien, por la banca comercial con la garantía de un organismo oficial, lo que han hecho muchos gobernadores y por lo que han acabado endeudadas las entidades federativas.
Hasta ahora ni siquiera la campaña contra la pobreza ha podido perfilarse con la contundencia que fue anunciada al principio, en los nueve meses y medio que lleva el gobierno priísta. Engolosinado y eufórico como se le ve al jefe del Ejecutivo con la reciente aprobación de las leyes reglamentarias de la reforma educativa que se encargó de promulgar de inmediato, sin duda da por hecho que las reformas energética, hacendaria y fiscal, ‘transitarán’ sin problemas en el Legislativo ya que, como las anteriores, llevan la garantía, la anuencia y la bendición del Pacto por México y de hecho son las que más le interesa que sean aprobadas.
Por lo pronto el desempleo es el efecto más notable de la crisis en la que se encuentra el país, aceptado incluso por el propio gobierno que en los casi 10 meses que lleva la nueva administración, no ha podido sacar al buey de la barranca sino al contrario, ha propiciado que la economía, como en tierra movediza, cada movimiento que pretende hacer, se sumerja cada vez más. Las proyecciones de un supuesto crecimiento que había estimado su gobierno al arranque del sexenio, simplemente fallaron. Las cifras han ido hacia atrás de manera muy preocupante, al grado que las estimaciones de crecimiento el propio gobierno las ha tenido que ajustar a la baja. Y lo que no se logró en lo que va de la nueva administración, se quiere subsanar en lo que resta del año.
El viernes anunció una inyección de 27 mil millones de pesos para reactivar la economía, declaración que como ya es costumbre, fue acompañada de un discurso optimista y de ánimo discursivo muy alentador como de hecho así ha venido siendo, pero con resultados infructuosos hasta ahora. Dijo ante gobernadores el pasado viernes que esa cifra no estaba prevista inicialmente, cuyo monto serán invertido desde ahora y hasta diciembre próximo en tres programas para que tengan “un impacto muy positivo” en el desempeño económico. Peña Nieto pidió al titular de Hacienda otorgar todas las facilidades a los gobernadores “para la pronta y rápida ejecución de los recursos”. Habrá que ver los resultados de ese nuevo ensayo. Ojalá y ahora sí cuaje ese propósito. Por lo pronto, sigue sonando muy optimista el discurso en el que afirma que el nuestro es un país de paz y de armonía social.
paulinocardenas.wordpress.com

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