ARTICULISTA INVITADO
Por Héctor Yunes Landa
En la lengua inglesa, el sonido que emiten las aves lleva el nombre de “tweet” y, generalmente, cuando un ave canta posada en un árbol, las demás la imitan hasta formar un concierto de trinos. Es esta la inspiración del famoso Twitter, la red social más importante del mundo casi a la par con Facebook. Es un sistema de transmisión de información en mensajes breves, “tweets”, que se transmiten de usuario en usuario por toda la red. Esta empresa creada en 2006 es considerada como uno de los diez sitios en Internet más visitados del mundo, y esto se debe en gran parte a la velocidad y la cobertura con que se transmite una noticia.
Si bien Twitter ha sido una herramienta idónea para la comunicación masiva, también se ha convertido en un bastión para la transmisión de mensajes cuya intención no es otra que la de comunicar. Así como circulan por la red tweets con información seria y de actualidad, novedades de la cultura, el deporte, o el entretenimiento, también encontramos mensajes agresivos, agraviantes o racistas, que incitan a la gente al odio o al desorden, que lastiman la libre y sana convivencia entre los usuarios.
El debate actual se suscita en este escenario. Twitter ha llegado en muchas ocasiones coyunturales a convertirse en un vocero alternativo de los sucesos nacionales. A través de sus redes los usuarios se manifiestan en contra de las posturas oficiales, yendo desde las muy loables y respetables críticas constructivas, producto del ejercicio adecuado de la libertad de expresión, hasta los deleznables insultos sin reflexión.
Ejercer la libertad de expresión es uno de los derechos fundamentales que consagran nuestras leyes. Siempre estaré a favor de su preservación irrestricta porque es el fundamento de la Democracia. Sin embargo, es necesario hacer una reflexión acerca de la trascendental función que cumplen aquellos que se expresan, en la construcción de mayores espacios democráticos en nuestra entidad al formar opinión, propiciar el debate público y contribuir con visión crítica del acontecer político y social para que los gobernantes respondan con mayor oportunidad y eficacia a las demandas sociales.
Actualmente, existe una gran controversia en torno al uso que le han dado algunos twitteros a esta herramienta. En España, un turista mexicano incitó a “matar a todos los que visitaran al Papa”. Como consecuencia el autor del tweet fue detenido por las autoridades españolas.
Esto es lo que algunos usuarios de las redes sociales no entienden. No se trata de callar lo que no nos guste del gobierno, no se trata de censura, se trata de respeto. Verdad es que la autoridad, en tanto que tal, no podía simplemente cruzarse de brazos frente a semejante incitación. El gobierno existe precisamente para eso, para gobernar; las acciones emprendidas en contra de estas irresponsabilidades son tan sólo el cumplimiento del deber. Cumplimiento que, además, no es optativo, sino obligado.
Ya lo decía Juárez en su máxima: El respeto al derecho ajeno, es la paz. La libertad debe ejercerse siempre y cuando no se trastoque el bienestar de los demás. Sí, hay que decir las cosas, pero hay que hacerlo siempre y ante todo, con juicio. Es un asunto de filosofía jurídica ¿Cuál es el límite de la Libertad, conceptualmente hablando? Parece que la mejor aproximación se sustenta en que mi libertad limita con la afectación que resulte de su exceso hacia otro ser humano.
La mejor manera de celebrar la libertad de expresión es ejerciéndola todos los días dando voz a los sin voz para manifestar sus demandas pero siempre con sentido crítico, siempre con la misión del estricto apego a la verdad. Ese sentido de la comunicación es el que define a una sociedad plural y libre. Las redes sociales son un gran invento, el mejor recurso del ciudadano de a pie frente al poder del Estado y de los otros poderes fácticos; precisamente por eso debemos cuidarlas y, sobre todo, prestigiarlas y evitar que se conviertan en un ambiente sórdido, donde encuentren cabida las peores expresiones de la insensatez y la irresponsabilidad humanas. Y terminarán por suscitar la acción represiva del Estado. El peor ejemplo de esto es las redes de pornografía infantil que circulan en internet.
Esparcir un rumor sin fundamento, por el conducto que sea, puede traer graves consecuencias a la sociedad y, al final, el daño causado por la especulación es mayor que el rumor mismo. Seamos ciudadanos libres, defendamos a ultranza las libertades conquistadas a través de siglos de luchas sociales, pero siempre con responsabilidad.
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