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lunes, 5 de septiembre de 2011

Calderón y sus malas cuentas Por Héctor Yunes Landa

ARTICULISTA INVITADO





Dice el proverbio español: “No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza, ni deuda que no se pague.” El pasado primero de septiembre el Presidente Felipe Calderón envió al Congreso de la Unión  su Quinto Informe de Gobierno. Con ello, inicio la cuenta regresiva del ultimo año del PAN en la conducción de la Republica.

El mensaje del informe fue dado, como es costumbre de las administraciones panistas, en un recinto neutral, al día siguiente, esta vez en el Museo Nacional de Antropología, acogido entre sendas filas de seguridad y a buena distancia de la prensa y la ciudadanía. Los informes panistas siempre se sienten distantes, ajenos. No hay esa entrega, esa pasión que nos mueve a los políticos a hacerle frente a todo, a las críticas, a los reproches, a la legítima voz de la democracia. No hay ese temple necesario para plantarse frente a la multitud y decirles: “Aquí estoy, y esto es lo que he hecho”. Sí hay, en cambio, una actitud que marca la diferencia entre el gobierno y los ciudadanos, y que provoca que la sociedad no se sienta parte de la acción gubernamental.

En particular, el Informe de este año nos deja un amargo sabor de boca. El mensaje central: “La lucha contra el crimen organizado hasta el último día de mi mandato”. Una funesta sentencia, no por la determinación de continuar la lucha, sino por la errada estrategia para llevarla a cabo, la que nos costará mucho más de lo que ya hemos pagado hasta ahora. Una aseveración dura, muy dura, a tan sólo unos cuantos días de la peor masacre que hasta el momento hemos presenciado, una que cobró la vida de más de 50 personas. El sexenio de Felipe Calderón pasará a la historia como el sexenio de los 50 mil muertos. Como uno de los periodos más tristes y terribles de nuestra historia reciente.

Asimismo, el autollamado "Presidente del empleo" creó en lo que va de este año, según palabras suyas, 500 mil nuevos empleos que se suman a 800 mil creados el año pasado, lo que significa que en ninguno de los dos anteriores cumplio su compromiso de campaña de crear un millón de empleos anuales  Respecto a la economía, declaró que México debe seguir adelante con una economía de mercado, como la única manera de vencer la pobreza. Sin embargo, al toparnos con el informe total, según las cifras oficiales de CONEVAL, de 12 millones más de pobres patrimoniales y 21 millones de personas sin recursos para alimentarse de manera adecuada, nos preguntamos si realmente ha habido una buena administración del presupuesto del Gobierno Federal, el que produce un promedio de seis pobres por minuto que transcurre.

El Quinto Informe de Gobierno más que un reporte de resultados, fue una acalorada defensa –casi a título personal– de las acciones emprendidas en la lucha contra el narcotráfico. El mismo mandatario reconoció en este informe, que si bien hay resultados tangibles, los logros son insuficientes. Pidió un minuto de silencio por las víctimas de su guerra y anunció la creación de la Procuraduría Social para Atención de Víctimas de la Delincuencia.

Naturalmente, culpó a las administraciones pasadas "del error de apoyar, tolerar y no tocar al crimen”. Culpó para no aceptar que fue su estrategia tan mal instrumentada la que desató la saña de los grupos delincuenciales que asuelan a nuestro país. Negó su responsabilidad y con esto, borró de un plumazo cualquier intento de disculpa al pueblo de México. La culpa de todo sigue siendo del PRI, según su cerrazón y negligencia. Tragicómicamente, el llamado por algunos “Espurio”, ganador de la contienda más cuestionada y polémica de la historia de nuestro país, prometió a su pueblo que en 2012, será “escrupuloso en la observancia de la ley para que la contienda se celebre con equidad e imparcialidad”.

Escuchar el mensaje del Quinto Informe fue una experiencia decepcionante, no hay el mínimo mea culpa y sí una gran arrogancia y monólogo, propio de los déspotas, aunque al final de cuentas no se esperaba más. Después de un año en el que nuestro país fue apuntado por todos los reflectores de la opinión internacional como un país de violencia e inestabilidad; después de los alarmantes resultados del estudio de pobreza en México; después de cinco años de una presidencia distante, encumbrada y apartada de su gente, protegida por operativos de seguridad, vallas, estaciones del metro cerradas, público especialmente elegido para los actos oficiales; después de todo, ¿qué podíamos esperar?

Pero vuelvo al inicio. Dice el proverbio español: “No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza, ni deuda que no se pague.” La administración calderonista quizá no sea llevada a responder por sus actos, sin embargo enfrenta la peor de las condenas a la que un gobierno puede hacerse acreedor: el rechazo de su pueblo y la calificación que éste le ha de otorgar el próximo año cuando se renueve el Ejecutivo Federal y el Congreso de la Unión.
No es de esperarse que Calderón cumpla su palabra de propiciar una elección equitativa, imparcial y apegada a la Ley Electoral, sobre todo si se tiene en cuenta que durante su presidencia se ha obsesionado con ser Jefe de su partido en lugar de asumir la delicada tarea de ser Jefe de Estado. Pero, por el bien de todos, ojalá que no se obsesione con que su partido y Ernesto Cordero como su abanderado ganen la elección presidencial, porque esto podría ser de muy alto costo para México.

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