Echeverría registró los actos de su gestión en El Gobierno Mexicano, y para no quedarse atrás Fidel creó la Crónica del Gobierno 2004-2010 “con una visión para la calificación futura”. El domingo 14 de agosto de 2005 en Yanga, adonde asistió al arranque del carnaval, Fidel aprovechó para volver al tema del proyecto “Gavilán”, aquél en que se convirtió el Proyecto Fénix, que según Fox y él era el más importante de la industria petroquímica de los últimos 25 años. En Yanga Fidel hizo alusión a que el Gavilán es un ave que habita en el sur de Veracruz y que en inglés se le conoce como sparrow hawk. “Es decir, que el mítico fénix se transforma en un real y vivo Gavilán Veracruzano”. Otra vez Cossio Villegas: “No sólo se tiene la impresión de que hablar es para Echeverría una verdadera necesidad fisiológica, sino de que está convencido de que dice cada vez cosas nuevas, en realidad verdaderas revelaciones”.
Echeverría convirtió a Los Pinos en una exposición de las artesanías mexicanas con muebles rústicos y estilo colonial mexicano en sus salones, porque era “La Casa del Pueblo”; acá tuvimos también una “Casa del Pueblo” y, de pilón, “la Casa Veracruz”. Como se ve, muy original.
Echeverría presionaba al presidente López Portilloa que promoviera la senaduría vitalicia para los ex presidentes de la república; dicen que Fidel pretende ser senador. Ávido de reconocimientos Echeverría buscó el Premio Nobel de la Paz y hasta la Secretaría General de la ONU; Fidel obligó al Rector de la UV a efectuarle un publicitado examen para titularse como Doctor, sin haber asistido a clases; también viajo a distintas ciudades de la Unión Americana a recibir reconocimientos a “su extraordinaria labor al frente del gobierno veracruzano”, según los boletines de prensa.
Echeverría entregó a su sucesor un país en llamas, pues los agricultores del Valle del Yaqui y del Mayo, unidos a la clase empresarial de México amenazaron con paros de actividades en todo el país, empeoraba la situación una deuda pública bastante acrecentada. Fidel le deja a Duarte un Veracruz emproblemado, sin dinero, con una deuda pública inexplicable y sin beneficio alguno, un expediente de inseguridad pública que rebasa la capacidad de respuesta de las autoridades del ramo, y un sinnúmero de minutas cuyo contenido son asuntos por resolver que de un momento a otro empezarán a manifestarse.
Acusado de genocida por su participación en los hechos sangrientos en Tlatelolco en 1968, Echeverría ya ha sido juzgado por sus contemporáneos, obviamente se ganó a pulso el viaje al basurero de la historia. Fidel Herrera Beltrán tiene solo cuatro meses de haber entregado el cargo que durante seis años usufructuó, luego entonces aún no se sabe a ciencia cierta cuál será el veredicto final sobre su desempeño. Aunque en este caso, más bien el aprieto para decidir estriba en saber si la impunidad se impondrá una vez más sobre el reclamo ciudadano por transparentar los resultados de un gobierno cuyos resultados- aunque magros, los hubo- están salpicados por la sospecha de la corrupción y la ineptitud.
Hay mucho más, pero el espacio se agota, acotemos: Miguel Alemán Velasco operó su sucesión en 2004 a favor de la candidatura de Fidel Herrera, según lo denunciaban al interior del PRI: Miguel Ángel Yunes Linares, Gustavo Carvajal y Tomás Ruiz, Dante Delgado por Convergencia y Gerardo Buganza por el PAN (¿cómo recusar la historia?), luego entonces se ignora el porqué Fidel Herrera ya como gobernador adoptó la actitud de desconocer lo que decía de las acciones del gobierno de Alemán en torno a un avance en agricultura, en industria, cuando aún buscaba la candidatura priísta, pero cambió su discurso hablando sobre la desindustrialización que había padecido el Estado hasta que él llegó al gobierno.
En 2005 en el libro Recuento de un Estilo que en 2006 me hicieron el honor de presentar el Premio Nacional de periodismo Pablo Robles Martínez y el destacado catedrático Francisco Montfort Guillén, para explicar la actitud de Herrera Beltrán durante su primer año de gobierno, hice la siguiente reflexión acerca de una constante en el comportamiento de los actores políticos que alcanzan el poder por la mediación de un promotor: “¿Será repetición del fenómeno que históricamente observamos en el escenario nacional, durante el antiguo régimen, cuando en las sucesiones de gobierno invariablemente se producía la ruptura entre el Presidente y su inmediato antecesor? ¿Quizás para delimitar los cotos de poder y de responsabilidades, tal cual sucedió entre Díaz Ordaz y López Mateos o el abrupto rompimiento de Echeverría con Díaz Ordaz? y quién no recuerda el ¿”y tu también Luis” (Tu quoque, Luís) de López Portillo remitido públicamente a su antecesor Echeverría Álvarez?; y ¿qué decir de la franca hostilidad de Ernesto Zedillo contra Salinas de Gortari? Frente a este escenario histórico, habrá quien impute a la política o a la naturaleza humana el que las escisiones entre los políticos son inevitables para que, en última instancia se acepte que, al margen de consideraciones de carácter moralista, el poder no se comparte, simplemente se ejerce. La forma en cómo se lleve a la práctica es cuestión del estilo personal de quien lo ejecuta”.
Entonces, si bien la constante de las semejanzas por sí no puede establecer un principio a seguir o como hipótesis a comprobar, pudiéramos concluir que en ciertos casos conviene a la sociedad que no siempre el discípulo supere al maestro.
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