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sábado, 23 de abril de 2011

Acertijos

Por: Gilberto Haaz Diez

* De Diego Armando Maradona: “Yo crecí en un barrio privado… privado de luz, agua, teléfono”. Camelot.


EL JUEGO DEL HOMBRE

Había que decir en esos momentos, como lo decía el legendario cronista Ángel Fernández: “¡Me pongo de pie!”. El mundo se paralizaba la tarde del miércoles, cuando Barcelona y Real Madrid iban en busca del arca perdida, la Copa del Rey.
Esa copa que despierta pasiones entre los españoles y que esta vez sirvió para que los dos mejores clubes del mundo, se vieran con cara de pocos amigos, como amigos han sido algunas veces en la selección, pero como odiados enemigos en la cancha, cuando cada uno de cada cual quiere desbaratar al otro.
Todo ese odio para el juego de la Copa del Rey, comenzó cuando Piqué, el barcelonés y catalán, en el túnel-vestidor del juego pasado se burló de algunos jugadores madrileños:
“Españolitos, españolitos, ocho puntos, je, je”, decía burlón.
Hubo más:
“Ahora les vamos a ganar la copa de su rey”, volvía por sus fueros como camorrero callejero, amparado en su corpulencia grande y en su uniforme vencedor.
Lo de ‘su rey’, sonaba a política, autonomía, afrenta, escisión.
Sergio Ramos le veía de frente, a los ojos. “Ya vendrás a la selección”, se atrevió a profetizar. Por poco le dice ‘ojete’, pero es palabra que no usan.
Por eso el odio y las entradas duras que buscaban romper piernas y tronar huesos. Por eso a ratos se trataban como odiados enemigos. No era sólo lo deportivo, era ese recelo que han tenido por años los catalanes a los madrileños, desde que el generalísimo Francisco Franco los tuvo quietecitos con su idioma y su lenguaje y su escritura, proscrita en aquellos años de la dictadura.

LAS DOS ESCUELAS

Era el día que las dos escuelas de fútbol se medían. Se veían cara a cara. La del juego bonito de Barcelona, efectiva, de filigrana, de pases cortos y paredes, viendo pasear a su rey Messi por la grama, como cuando Van Gogh se ponía a pintar sus cuadros: con excelencia, arte y maestría. Y la de Real Madrid, ahora convertida en fortaleza defensiva y de contraataque, porque cuenta con el mejor entrenador del mundo, el tal Mourinho, que si no inventó el Catennaccio, lo mejora y perfecciona. Los Iniesta, Xavi, Piqué, ahora famoso porque le cuenta las pestañas a la Shakira, y Villa, apellido de prosapia, con familia en esta Orizaba, donde aquí le vive una tía.
Y por el otro lado, Iker, el mejor portero del mundo, Alonso, Pepe, Sergio Ramos hasta llegar al otro parido por los dioses: Cristiano Ronaldo.
Portugueses, españoles, brasileños, argentinos, alemanes, aquello parecía una ONU de a de veras. O una Torre de Babel, por los idiomas. Eran todos esos que han trotado por las canchas del mundo y que, muchos de ellos, han venido de la cultura del esfuerzo. Algunos de la pobreza, como Iniesta, quien cuenta que cuando fue llevado a La Masía, la escuela y cantera del Barcelona, para allí dejarlo desde chiquillo a que lo terminaran de amamantar, hacerlo crecer en la vida y en el fútbol, decía que guardaba unos zapatos viejos que su padre con mucho sacrificio le compró, para nunca olvidar de dónde venía, de dónde era su origen.
O el mismo Messi, llevado también de chiquillo a esa escuela de dioses para que le pudieran pagar unas medicinas muy caras de un tratamiento para hacerlo crecer, y lo hicieron crecer hasta el olimpo de los grandes, hasta encumbrarlo como el número uno del mundo, allí donde se hablan de tú con los dioses y no hay mas lenguaje que el que ellos hablan, ni mas driblings que los que él ejecuta.

EL OTRO LADO

Y por el otro lado, otro que un día fue pobre y hoy es tormento de las mujeres, a ver quien puede con él: Cristiano Ronaldo. Portugués del mundo, hijo de un jardinero del Ayuntamiento de Funchal, su pueblo. Ese niño al que su madre encumbró, inculcó valores cristianos, católicos, hasta llamarlo cristiano, prohijó su amor por la familia de quien se ha hecho cargo, esa misma madre que llevó un niño a los diez años a un club local y luego al Sporting de Lisboa, que luego pasó al Manchester United hasta llegar consagrado como la compra y el fichaje mas caro del mundo al Real Madrid (94 millones de euros). Jugador que cobra por temporada 13 millones de euros y 10 millones extras en publicidad –Solo Nike le paga 6 millones –.
Ese muchacho guapo, majo y pijo, para algunos un metrosexual, que un día salió de Portugal a comerse y devorar las canchas del mundo, ayer les asestó un cabezazo criminal, que enmudeció toda Catalunya. Dejó al portero barcelonés viendo fantasmas, y hasta la Shakira perdió su canto y encanto. Acurrucada en un palco, probaba el sabor de la derrota amarga.
Ese gol, seguro, Ronaldo no lo va a cambiar por nada del mundo. Lo coronaba como rey. Volvían a reinar, como en los tiempos de Fernando XIII. El rey Juan Carlos, en palco real de honor, atestiguaba el ascenso.

LA HUMILDAD

Los fans perdedores, defienden que Real Madrid ganó pero no juega bonito. Vencen pero no convencen, dicen quejosos. El juego sirvió para que Barcelona viera que no son invencibles, y que fueron paridos por los dioses pero siempre llega un pequeño David que vence a un Goliat. Siempre. Sirvió para que el mundo viera que los elegidos, algunas veces se ponen de rodillas. Ganamos todos, los que vimos ese juego. Yo, al menos un desayuno que le aposté a uno de esos fans del Barcelona, que creen enloquecidos que ninguna acción podría detenerlos. Ahora, cruzan lanzas porque, afirman, van por la revancha en la Champions, en el juego que viene. La copa está en la Casa Blanca, sufrió una abolladura al caérsele a Ramos. Ganó el fútbol, porque en la noche, apoltronado ante la tele me puse a ver al América en la Copa Libertadores, y a los quince minutos apagué esa tele. Venir del Primer Mundo es algo que ni la Masterd Card puede comprar. Me dije.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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