Francisco Cárdenas Cruz
Marcelo Ebrard
Independientemente de la torrencial lluvia y el intenso granizo que cayeron la tarde-noche del sábado en todos los rumbos de la ciudad de México -que las autoridades se apresuraron a calificar de “atípica”, como si se olvidara que eso suele ocurrir año tras año en plena primavera- lo sucedido dejó claro que a quienes han desfilado por la sede del gobierno capitalino, les ha interesado más emprender obras “que se ven” y no las ocultas.
En este espacio, en diversas ocasiones, dimos cabida a las reiteradas alertas de vecinos de las delegaciones Venustiano Carranza, Iztacalco y Cuauhtémoc, entre otros, por las fisuras que en distintos tramos registraba el Viaducto Piedad y los fétidos olores que despedía, sin que ninguna autoridad presente o pasada del GDF hiciera caso.
Aquí advertimos, en base a esas quejas y denuncias vecinales, el riesgo permanente de que el día que cayera una torrencial lluvia ésta podría originar que esas fisuras por las que permanentemente escurría agua, se convirtieran en torrentes de agua e inundaran esa transitada vía.
Meses y años transcurrieron sin que las autoridades que han estado al frente del gobierno de esta capital, ni mucho menos las delegacionales, hicieran el menor caso para ordenar, cuando menos, una revisión del entubado río, igual que debería hacerse en la avenida Río Churubusco.
Las consecuencias están hoy a la vista y nada justifica los argumentos que esgrimen el titular del GDF, Marcelo Ebrard o el del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Ramón Aguirre.
Decenas de vehículos que circulaban en ambos sentidos por los carriles centrales del Viaducto al ocurrir el desbordamiento, quedaron atrapados y sus conductores tuvieron que salir de ellos precipitadamente para no morir ahogados. La rápida intervención de bomberos y efectivos policíacos, ciertamente, evitó una tragedia, cuando el agua salió por el fisurado y añejo concreto, de una obra que data del sexenio alemanista, y lo invadió todo, alcanzando hasta cuatro metros de altura.
Los daños materiales son cuantiosos y los afectados reclaman hoy que les sean cubiertos por el gobierno capitalino, que a toda prisa ordenó que varias brigadas de trabajadores se dieran a la tarea de desfogar el Viaducto, que durante varias horas, entre la noche del sábado y ayer en la mañana, fue cerrado a la circulación en sus dos sentidos desde Río Becerra hasta la calzada Zaragoza.
Si bien el GDF construye un emisor central que según Ebrard va a poner fin a las inundaciones en la ciudad de México, los entubamientos de los ríos Piedad y Churubusco, convertidos desde hace años en vías rápidas, no han recibido ni la atención ni el mantenimiento debidos y los reclamos de vecinos y conductores de vehículos que por ellas circulan, fueron siempre ignorados.
Felipe Calderón
A los gobernantes del Distrito Federal, perredistas y priístas, siempre les ha interesado emprender magnas obras “que se vean”, pero a pocos, por no decir que a ninguno, se ha preocupado en llevar a cabo las que no se ven.
A Ebrard, hoy, como a Andrés Manuel López Obrador, Rosario Robles y el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, ayer, y como a sus antecesores priístas, jamás voltearon la vista hacia el Viaducto Piedad. Todos, o casi, prefirieron las llamadas obras de relumbrón o las espectaculares para, supuestamente, aligerar la circulación, sea el Segundo Piso lopezobradorista del pasado inmediato o la polémica Supervía Poniente, las nuevas e inacabadas línea del Metro o la introducción de algunas del Metrobús, que acabaron con calles y avenidas que fueron tradicionales en la capital, como Insurgentes, Xola, Cuauhtémoc y Balderas.
Si al desbordado rio de La Piedad que inundó en sus dos sentidos el Viaducto, no se le da la debida antención –igual que lo requiere el Churubusco, bajo la avenida del mismo nombre- , lo sucedido anteayer sábado puede originar una tragedia mayúscula si llega a llover y granizar tan torrencialmente como ese día.
Y si persiste el interés de Ebrard en dedicar más atención a impulsar el uso de bicicleta o en las llamadas “playas artificiales” y, por supuesto, en andar ya en campaña personal de cara al 2012, que hoy por hoy es lo único y lo que más le interesa, en esta ciudad podrían llegar a ocurrir cosas peores de las que vimos la tarde-noche del sábado en la mayoría de las delegaciones políticas capitalinas.
De esto y de aquello…A juzgar por sus más recientes discursos, mensajes y declaraciones, el presidente Felipe Calderón ha ido de la frustración y la desesperación al mal humor y al enojo por acciones que ha emprendido y que no han dado resultado alguno y ante problemas que en vez de resolverse, se complican y empeoran… Un día sí y otro también, arremete por igual contra los priístas, a los que atribuye todo los males del país, que contra quienes le exigen un ¡ya basta! a tanta violencia o contra los grupos criminales que siguen ganando la guerra que él les declaró al inicio del sexenio… También le endereza andanadas a los gobiernos locales, estatales y municipales por no participar como deben en la lucha anticrimen o la emprende contra los medios de comunicación que difunden lo que a diario ocurre y que no es más que violencia y más violencia, secuestros, ejecuciones y masacres… Hoy es aplicable aquel dicho de que “el que se enoja, pierde” y el Ejecutivo Federal está enojado y no será así como logre la unidad de los mexicanos, ni el apoyo y respeto que necesita ante la situación de deterioro que en todos los órdenes se advierten en los distintos sectores del país… Ese estado de ánimo, que se refleja día a día, es cada vez más preocupante porque a nada bueno va a conducir, ni a él, ni a México, ni a los mexicanos, como algunos se lo empiezan a señalar públicamente… Uno de ellos fue Andrés Manuel López Obrador, quien públicamente le pidió “que se serene” porque lo ve “emocionalmente mal”, culpando a todos del fracaso de su estrategia contra el crimen organizado…
Andrés Manuel López Obrador
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