Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder. Camelot.
Por: Gilberto Haaz Diez
EL IDIOMA INGLÉS
Tiempo hubo en que en la república mexica solo se hablaba un idioma. Como la Roma imperial de los tiempos de los Césares. O les hablabas en su idioma o no te comprendían y ni te recibían. Tiempos aquellos en que los poderosos presidentes priístas solo parlaban su ‘juayderito’ local. Es decir, no mascaban otro idioma como la iguana. Hubo una mujer intérprete de presidentes que se volvió indispensable y útil. Italia Moraita. Políglota. Era común verla sentada entre dos presidentes o jefes de Estado. Cabeceaba como la Linda Blair del exorcista, al oír un idioma y hacer la transcripción simultanea a la oreja del otro picudo. En el mundo ha habido igual de problemas. Ahora leo a Jaime Peñafiel que habla de los españoles y del sufrimiento del presidente de Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, que no lo habla. Aznar tampoco lo hablaba en su tiempo, pero cuando terminó la presidencia de España se puso a talachear y ahora da conferencias como Clinton, las cobra en dólares, igual que el gringo. En aquella época aplicaba lo que podía para medio dar a entenderse con Bush y Tony Blair, sus dos aliados guerreros.
LOS APUROS
Estoy en eso de los idiomas, porque hasta el sexenio del presidente De la Madrid, pasando por Salinas y su cuate Zedillo, y Fox y Calderón, los nuevos mandatarios mexicanos que abrevaron su lenguaje en universidades americanas, hablan inglés a la perfección y podían vérseles en sus sexenios tirando rollo con los gringos. Llega una nueva camada de políticos que aspiran a la presidencia. Nada hay peor que no sepan el inglés. Ignoro si Peña Nieto ya hizo la tarea y se metió a un Harmon Hall de urgencia, para poder platicar con el negro Obama, si es que gana. Hace un par de años anduve y andé por Washington, y la gente de la academia del Washingon Center me juraban por todos los dioses que no invitaban al del copetito porque no parlaba inglés. Del PAN, imagino que casi todos deben hablarlo. Creel sí. La Chepina (Josefina Vázquez Mota), quién sabe; el Marshall Félix segurísimo que sí, al igual que el Cordero que cuida los dineros de Hacienda (no confundir con el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo), y el ‘non grato’ (Duarte dixit) Lozano. En el PAN, me late que no hay preocupación por el idioma de Shekaspeare. Del PRD se apuesta doble contra sencillo que López Obrador necesitará intérprete, si gana, como quizá lo necesite Marcelo Ebrard, si pasa el filtro de las tribus y gana también.
LOS MUERTOS
El par de cartas a hijos muertos, publicadas recién en este espacio, hicieron que lectores llamaran conmovidos. Una de ellas: “Me hicieron llorar”. Una más: “Estupenda columna la de éste día. Cumplió su cometido: Llegar al sentimiento, reflexionar y ubicarnos por segundos en el lugar de Grossman, Sicilia y aceptar como un hecho el realismo de Camus. Ninguna de las tres situaciones la deseamos. Gracias. Saludos. Irene”.
Eran textos desgarradores de dos padres a un hijo caído, en circunstancias diferentes pero por la misma violencia de las balas. Una, disfrazada de guerra, la otra, de cobardía. Me acordé de dos cartas a muertos. La del campo de Gettysburg, donde Lincoln articuló esa bellísima pieza de oratoria escrita en los finales de la Guerra de Secesión. Cuando el campo de batalla se tiñó de sangre y la paz llegaba pronto; otra a una madre que perdió a varios hijos en la guerra.
EL DE GETTYSBURG
“Ochenta y siete años ha, nuestros padres crearon en este continente una nueva nación, concebida bajo el signo de la libertad y consagrada al principio de que todos los hombres nacen iguales. Estamos ahora envueltos en una vasta Guerra Civil que pone a prueba la idea de que esta nación, o cualquier otra así concebida y consagrada, pueda por largo tiempo subsistir. Nos hemos reunido en la escena de una de las grandes batallas de esa guerra. Hemos acudido para dedicar parte del campo de batalla a que sirva de última morada de quienes dieron sus vidas para que la nación viviese.
Es enteramente justo y propio que obremos de este modo.
Con todo, a decir verdad, mal podríamos dedicar, ni consagrar, ni glorificar este campo. Los valientes, vivos aún o muertos ya, que aquí combatieron, lo han consagrado muy por encima de nuestros escasos poderes. El mundo apenas sí advertirá o recordará lo que aquí se diga, más no podrá olvidar jamás lo que aquí hicieron aquéllos. A los vivos nos corresponde, ante todo, dedicarnos a completar la obra que tan noblemente adelantaron los que aquí combatieron. Más bien, nos corresponde a nosotros dedicarnos a la ingente tarea que nos aguarda: que esos muertos venerados inspiren en nosotros una mayor devoción a la causa por la cual dieron ellos la postrera suma de su fe; que aquí solemnemente proclamemos que estos muertos no habrán muerto en vano; que esta nación, bajo la guía de Dios, vea renacer la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la Tierra”.
Abraham Lincoln. Cementerio de Gettysburg, 19 de Noviembre de 1863
CARTA DE LINCOLN A UNA MADRE
Casa de Gobierno. Washington, Nov. 21, 1864
A la señora Bixby, Boston Mass.
Estimada señora. Me han mostrado en los archivos del Ministerio de Guerra una declaración del ayudante del general de Massachussets expresando que usted es madre de cinco hijos que han muerto gloriosamente en el campo de batalla. Sé cuán inane e infructuosa ha de parecer cualquier palabra mía que intente distraerla de su aflicción por una pérdida tan abrumadora, pero no puedo abstenerme de ofrecerle el consuelo que quizá se encuentre en la gratitud de la República, para salvar a la cual murieron. Ruego al Padre Celestial pueda aplacar la angustia de su pérdida, y le deje sólo el afectuoso recuerdo de los seres queridos y perdidos, y el solemne orgullo que debe usted sentir al haber realizado tan costoso sacrificio en el altar de la libertad.
Muy sincera y respetuosamente suyo. A. Lincoln.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
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