¡ADELANTE!
En 1988, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano casi gana la elección presidencial y algunos sostienen que en realidad derrotó a Carlos Salinas de Gortari, pero a la mala le arrebataron el triunfo.
Dos veces volvió a competir y jamás siquiera se acercó a la meta.
Caso similar es el de Andrés Manuel López Obrador. Hace seis años parecía invencible, aunque finalmente la victoria oficial fue para Felipe Calderón Hinojosa. En aquella ocasión, yo mismo voté por el Peje.
Las encuestas de ahora lo ubican en un lejano tercer sitio, disputándole el segundo a la panista Josefina Vázquez Mota. Miles o millones de mexicanos que lo apoyaron en el 2006 aseguran que no votarán por él.
Un ejemplo claro de que ya no mueve ni emociona a las masas como otrora, se vio este martes en la Plaza Lerdo de Xalapa. En comparación con visitas anteriores, poca gente acudió a verlo y escucharlo.
Aunque la esperanza es lo último en morir, no creo que ocurra un milagro o un cataclismo que descarrile a Enrique Peña Nieto, quien ya a vara alzada avanza en fino caballo de hacienda hacia la presidencia de la república.
Para desconsuelo de panistas e izquierdistas y júbilo de priistas, el PRI recuperará los Pinos. Ojalá sea por el bien de México.
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