Acertijos

Por: Gilberto Haaz Diez

* El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad. Camelot.

OSAMA IS DEAD

Noche de domingo. Las televisoras alertaron. Caía abatido el criminal número uno, el mas buscado de la tierra, el árabe de turbante y terrorista sin piedad, Osama Bin Laden.
Las televisoras, a pelear la audiencia.
Televisa con su Forotv. Con los que estuvieran a mano.
Carlos Loret de Mola de titular, porque López Dóriga volaba de regreso vía Paris, según le twiteo a su compadre, Pedro Ferriz de Con.
Todas. CNN en español, la americana, la cadena Fox, las mexicanas, todas estaban en ese enlace dominical cuando a la Casa Blanca, donde mora Barack Obama, comenzaba la gente a llegar en romería.
Como aquel día histórico del 4 de noviembre, la noche que el senador por Illinois se convirtió en el 44 presidente de Estados Unidos.
Para asombro del mundo. Las almas de Lincoln y Luther King y los Kennedys, se removían alegres de sus tumbas.
En esa Casa Blanca donde aquella vez de ese día 4, México recibió noticia impactante cuando murió Juan Camilo Mouriño en accidente de aviación, la gente llegaba en carretadas, felices, contentas, ondeando banderas como ayer por esa elección ganada.
Ese pórtico de la calle Pennsylvania, donde han vivido glorias y desatinos.
Toda la memoria partió a aquel 11 de septiembre de 2001, cuando los locochones fundamentalistas estrellaban aviones como si fueran de papel.
Hicieron morder el polvo a los sistemas de inteligencia. Les ridiculizaron.
Historias duras. De las Torres Gemelas. Cada muerto, cercano a los cinco mil, cada muerto tenía una historia.
La de aquellos héroes del avión que, a fuerza y lucha, lograron que el piloto secuestrador lo derribara y estrellara en planicie solitaria.
Las historias que se tejieron del otro avión, el del Pentágono.
Sepulcros todos ellos, sagrados.
Para quienes hemos estado en esos sitios, en la zona cero, lugar donde ahora construyen y hace poco evitaron que una Mezquita se instalara allí cerca, existe una placa y un Memorial a los heroicos bomberos que allí dieron la vida.
Hoy, en todos esos lugares habrá alegría.
Osama moría y Obama revivía.
Una encuesta nocturna le aumentó 10 puntos de aceptación.
Anda en los 70’s, listo para la reelección.
Se la ha ganado, decían los expertos.
Avisó a los expresidentes, confirmaban los locutores, a Clinton y a Bushito.
Las alertas en todo el mundo comenzaron a entrar en alta, en la máxima.
No era para menos. Los subterráneos y Metro duplicaban polis.
Abatido su líder, temen represalias.
Viajar a Estados Unidos ahora será riesgoso.
Como se triplicarán las medidas de registro en los aeropuertos americanos, y los que vuelan a ese destino.
Todo se recordaba. Las películas de los Zapruder aficionados, aquella muy famosa donde un hombre voltea hacia arriba y ve estrellarse el avión en una torre.
La gente apanicada huyendo de la Manhattan de Woody Allen por el famoso Puente de Brooklyn.
Historias que se recordarán hoy en la noche y mañana todo el día, y quién sabe hasta cuándo.
Tercera desvelada para el mundo.
La primera, por el enlace del que será rey y la hermosa Catalina.
El otro, la beatificación de Juan Pablo Segundo, al que quiere todo el mundo.
La de ayer, por la muerte de un malo, del tal Osama que, anuncian, su cuerpo es tirado al mar, alimento para los tiburones.
Para que no haya santuarios que adorar. Ni Graceland que visitar.
Nada. A la tumba del anonimato. Donde no habrá cruz ni epitafio.
Los Alqaeda siguen siendo una amenaza. Están pulidos y hechos para el mal. Para inmolarse con dinamita al cuerpo. Con explosivos porque, según los aleccionan, quién sabe cuántas vírgenes les esperan allá en el cielo. Pamplinas.
Ese terrorismo que les pega a los países. Estados Unidos. España. Todos los que han perdido un familiar, saben y conocen que esa maldad hay que erradicarla.
El ojo por ojo bíblico, en toda la extensión de la palabra.
Se puede desafiar a un Imperio, como lo hizo Osama, pero tarde que temprano ese imperio te la cobrará.
El mundo no pasa del asombro.
Lágrimas en el evento de Juan Pablo.
Felicidad en las calles americanas por la muerte del maldito.
Porque todo el que atente contra la indefensa sociedad civil, son malditos.
Lo mismo los nuestros, esos narcos que liquidan jóvenes inocentes como Sicilia. Que han perdido toda moral y nos tienen ‘hasta la madre’, que se convierten en chacales, todos ellos son malditos y malditos deben de vivir.
El operativo fue de los SEAL. Con la orden como la que le daban al OO7, es decir, llevaban licencia para matar. Lo querían vivo, quizá para exhibirlo, pero no se dejó el mugroso barbón. Balazo en la cabeza, dijo otro comentarista.
Es la eterna lucha del Bien contra el Mal. Donde muchos malosos deambulan no solo por Afganistán, por todos lados.
La perversidad hace el mal, la debilidad lo consiente, la ignorancia lo aplaude.
Comunicados vuelan por la mañana. La CIA y todas las agencias envían memorándums donde esperan una reacción por la caída del terrorista.
Para Obama todo importa. Se mete a la historia. El primer presidente afroamericano se vio con seriedad y con mucho aplomo.
Todo lo contrario de aquel 11 de septiembre, cuando Bushito estaba en una escuela y tuvo que salir de la mano del Servicio Secreto a llevarlo a resguardo.
Cuando el poderoso avión Air Force One, volaba sin rumbo ni bitácora de vuelo.
Se cierra un capitulo. Osama is dead, gritan jubilosos.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com