Fortin Municipio que Florece!!!

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jueves, 26 de mayo de 2011

Acertijos

Por:  Gilberto Haaz Diez



* Del poeta Frost: “En un bosque se bifurcaron dos caminos, y yo... Yo tomé el menos transitado. Esto marcó toda la diferencia”. Camelot.


RUMBO A XALAPA
Lunes tempranero. Tercer día en que el mundo no desapareció, según una secta que lo anunciaba por doquier, hasta en la autopista a Puebla había un panorámico sobre el tema, que el Arzobispo de Veracruz, el mendocino Hipólito Reyes Larios, declaró que eso era una jalada, o algo así mas o menos entendí.
El fin del mundo vendrá cuando venga, diría Kamalucas, un filósofo de mi pueblo.
En el Monte de los Olivos, Jesucristo dijo a sus discípulos: “Oiréis de guerras y de rumores de guerras. Mirad que no os turbéis, porque es necesario que esto acontezca; pero todavía no es el fin. Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos; Pero el que persevere hasta el fin será salvo”.
Entonces, después de leer estas enseñanzas bíblicas, me tranquilicé y partí contento rumbo a Xalapa, que también es pueblo y es capital.
Una comida familiar me esperaba. Mataba el tiempo merodeando.
Iba a un café a la Casona del Beaterio, donde me atiende mi cuate, el mesero Héctor Hernández, homónimo de aquel gran jugador de Chivas. Del verdadero Rebaño Sagrado. De aquellos que, decía Ángel Fernández: me pongo de pie.
Xalapa luce bella y sus jardines versallescos, como los de Orizaba, que cuida con sus manitas mi otro cuate, Marco Antonio Córdova Bejar, el que un día fue jardinero del Emperador y ahora lo es del Emir.
Xalapa tiene buena alcaldesa, me dice un contertulio. Elizabeth trabaja con ahínco y a cada rato inaugura alguna obra municipal. No la conozco personalmente. Pero fue colega y gente en un tiempo de la Comunicación, y eso es de respetarse.
Compro los diarios. La mayoría se regalan. Xalapa tiene más diarios que habitantes.
Hago tiempo. Tengo un rato desocupado. Marco al secretario particular del gobernador Duarte, el buen Juan Manuel del Castillo. Está enfrente de dónde estoy.
La nueva generación del Blackberry.
La otra era la del Nextel, la de aquellos rojos de Cincinatti que ya se fueron.
Estos, empezando por su jefe Duarte, se fueron por la Blackberry porque, entre otras cosas, no la puede interceptar ni Ampudia (Enrique), que todo lo sabe y nada se le dificulta y lo que no va por ello.
Un enterado me dijo que el gran master ordenador de las Blackberry está en Canadá, y allá ni siquiera el Cisen le mete mano, ya ven ustedes que luego se escuchan grabaciones interceptadas con cada cosa.
Me recibe Juan Manuel. Los agoreros del futuro a la Walter Mercado le ven como diputado federal por Córdoba. Amigo personal de la infancia, de los que jugaban a las canicas y a los trompos con el gobernador en su natal Córdoba.
Del Castillo está firme y puesto para lo que se le ordene, como todo político suele responder. Yo me imagino que Duarte lo necesita para cosas más importantes. Hay que aprovechar la confianza de los amigos, sobre todo cuando son leales, como este joven.
Me voy de rapidito, allí hay que salir rápido, huir de esas cuatro esquinas del poder donde los huesos, como en área contraria rival, los huesos crujen a veces y la bilirrubina se enciende y el huamachito florece y también la soga se revienta, como aquel caballo de la Sabana, que estaba viejo y cansado.
Veo el rostro conocido del elevadorista.
Alguna vez, en el sexenio pasado trepé por allí un par de veces. No crean ustedes que aunque el góber era mi cuate, allí me la vivía. Para nada. De vez en cuando le visitaba.
Platico con él. Saco dentro de mi el Mitofsky preguntón que todos llevamos dentro.
El elevadorista se llama Juan Morales Hernández.
Ha visto subir y bajar por allí a 13 gobernadores. Unos buenos, otros regulares, los más, tranquilos, llenos de poder todos. Todo un record Guinees.
“Estoy aquí desde don Ángel Carvajal”, dice.
Aquel que fue gobernador efímero y luego secretario de Gobernación con Adolfo Ruiz Cortines y que, como al hijo, Gustavo, no se le hizo la presidencia del país y al hijo la gubernatura de Veracruz, que despreció al sentirse el delfín de José López Portillo y esperar el tiempo de las Palabras Mayores. No llegó ni una ni otra.
Don Ángel quiso ser el tercer veracruzano en sentarse en Los Pinos, los otros dos habían sido Alemán, padre de la criatura del canal de las estrellas, y el viejo Adolfo Ruiz Cortines, más marrullero que Messi entrando a área contraria.
El viejo toca los botones y me baja al piso del estacionamiento.
Los guardias, a las vivas. Voy de salida.
El gobernador Duarte no está. Atiende a sus colegas de la Conago en Veracruz.
Qué no habrá oído y qué no habrá visto de gente ilustre y muchos pide-chambas que por allí trepaban como los astronautas a la luna en el Apolo.
Algunos habrán salido con el rostro desilusionado, compungidos.
Otros, quizá con la esperanza de convertirse en grandes constructores, o contratistas del gobierno.
Tiene 74 años de edad, le felicito porque a esa edad la gente descansa, no labora.
Don Juan vio pasar a 13 gobernadores en no sé cuantos años.
La mayoría de esos gobernadores jugaron las nueve entradas, el sexenio completo, por hablar del béisbol.
O torearon los seis toros de la tarde, por hablar el lenguaje del mafioso Herrerías.
Otros, como don Ángel y el mismo Gutiérrez Barrios, se fueron a encomiendas a la segunda posición del gobierno de la República, la poderosa secretaría de Gobernación.
¿Quién ha sido el más chingón de todos?, le pregunto a bocajarro.
El viejo me ve firme, a los ojos, piensa un segundo:
“Todos”, responde sin comprometerse.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com

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