15 DE ABRIL DE 2012
Para quienes desempeñan en el servicio público funciones de decisión y ejecución, y para quienes aspiran a ganar un cargo de elección popular el valor de las encuestas es irrefutable pues herramientas de consulta para tomar decisiones y, como coloquialmente se afirma, para “medirle el agua a los camotes”. Para quien se encuentre en esa tesitura sería muy riesgoso menospreciar la información que arroja una consulta de opinión sobre las perspectivas en juego. Por supuesto, una encuesta ni decide ni gana una elección, y cometería un grave error quien atuviera su triunfo exclusivamente en índices favorables de opinión sin ejecutar acciones que se cristalicen en victoria o para conservarse en la delantera, según el caso.
La reciente declaración de Enrique Peña Nieto en el sentido de que sería un error garrafal dar por sentado que la elección a su favor está ganada, es producto de la experiencia, pues ninguna elección se gana con encuestas, la votación que define el triunfo es la del día de la elección, y nunca es producto de las consultas de opinión per se. Desde este enfoque, parecería superficial y hasta vanidoso cualquier juicio en el sentido de que el PRI ya está en Los Pinos y que solo es cuestión de esperar al veredicto de la jornada electoral.
“Nadie sabe mejor lo que pesa el bulto que el que lo carga”, dice la sabiduría popular. Seguramente en el cuartel general priísta conocen su realidad electoral y los casos a los que deben prestarle mayor atención; saben que hay entidades que a pesar de ser gobernadas por el PRI no ofrecen perspectivas alentadoras, Nuevo León es una de ellas. Al Estado norteño lo acechan diversas calamidades, la inseguridad es una de las más destacadas; la gobierna un político joven, quien no ha librado muy bien la problemática que enfrenta, no al menos en el grado que quisieran los fuertes grupos empresariales de la entidad, de allí que el equipo de campaña de Peña Nieto lo haya señalado con puntos rojos.
En el Distrito Federal, el PRD y compañía llevan mano; las candidatas del PRI y del PAN al gobierno defeño aunque está visto que solo compiten para arrimarle el mayor número de votos a sus respectivos candidatos a la presidencia, lo que logren rescatar por su esfuerzo quizás no esté en la proporción que se quisiera obtener del segundo padrón electoral más numeroso del país. De allí que se intensifique el buceo en otras latitudes.
En Oaxaca, el PRI y el PAN, sobre todo este último, difícilmente obtendrán buena tajada de este bastión de López Obrador; en Puebla la votación pudiera ser tripartita pero difícilmente se cargaría hacia el PRI; en Guerrero, el PRI y las izquierdas competirán casi al parejo; en Tamaulipas, Coahuila, Hidalgo, Campeche, Yucatán, Colima, Nayarit, Tlaxcala y Chihuahua, el PRI podría llevarse un buen número de sufragios para acomodar ventajas. Jalisco, Aguascalientes, San Luís Potosí, Sonora, Baja California Norte y Sinaloa están en disputa entre el PRI y el PAN, sin que se pueda asegurar hacia donde se inclinará la balanza. En Michoacán, gobernado por el PRI, la reciente elección de 2011 demostró avance panista en demérito del PRD.
En lo que corresponde al tercer padrón electoral, Veracruz, la otrora reserva de votos para el PRI, el mapa electoral ahora se observa complicado para este partido, al menos en los términos del carro completo de 2009. Aunque pudiera argumentarse que es comparar peras con manzanas, la referencia más inmediata la tenemos en los resultados del proceso electoral de 2010, porque la ciudadanía no es otra y las circunstancias por las que atraviesa este estado le otorgan una connotación merecedora de un detenido análisis político electoral.
Si consideramos que en la elección para decidir quién gobernaría Veracruz a partir de 2010 la diferencia del resultado entre PRI y PAN no fue muy significativa, debemos concluir que el tercer padrón electoral ya no es terminantemente priísta a la usanza de antaño. Solo para refrescar la memoria recordemos que la elección de 2010 se judicializó y que los números fueron: un millón 357,705 votos para el PRI, un millón 278,147 votos para el PAN y 419,700, para las izquierdas. Es decir, solo 79,558 sufragios definieron aquella trascendental elección que, aunque definitorios en mayor medida que en 2004, muchos no son.
Por otro lado, el actual proceso será una auténtica prueba de fuego para los operadores político-electorales del actual gobierno priísta veracruzano; su experiencia no está en tela de duda, pero ¿podrán actuar con la misma eficacia sin la brújula de aquel experto electoral que dirigió la elección de 2010? Recuérdese cómo se maniobró para ganar una elección competidísima y la prestidigitación de la que se hizo uso para rescatar enclaves casi perdidos, tal como se pudo observar en al menos uno de los municipios más importantes del estado de Veracruz. De esto último bien pudiera dar acreditada versión Ranulfo Márquez, recientemente reincorporado al equipo del gobierno veracruzano. (Si Buganza ya escuchaba pasos en la azotea, ahora escuchará cómo suben las escaleras).
Guillermo Zúñiga Martínez, Carlos Brito Gómez, Gonzalo Morgado Huesca, Manuel Ramos Gurrión, Ranulfo Márquez Hernández, Flavino Ríos Alvarado, Francisco Mora Domínguez etc., excepto los dos últimos, todos han sido presidentes del PRI estatal y son sin duda cuadros partidistas con indiscutida experiencia electoral, saben de los vericuetos transitables para evitar las derrotas y conseguir victorias, los más operaron elecciones durante la hegemonía partidista, otros tiempos, elecciones de estado. ¿Contarán ahora con el suficiente recurso monetario para refrendar propósitos? ¿Podrán reflejar su experiencia en el millón y medio de votos que se pretenden para Peña Nieto?
Obviamente en la trinchera de enfrente no están mancos ni chimuelos, mucho menos ciegos, pero en Veracruz el PAN tiene retos adicionales en esta elección para alcanzar siquiera el número de votos obtenidos en 2010. Operan en su contra los vicios que lo llevaron a la derrota en aquel año: las escisiones y las traiciones al interior de sus filas. Ese síndrome se aprecia en la vieja estrategia de lanzar candidaturas blandengues para favorecer al adversario despejándole el camino hacia el triunfo; así se advierte en la declaración de la bisoña candidata panista a diputada por Xalapa: “soy de Poza Rica, pero voy a ganar”, mayor ternura no es posible imaginarla, porque en esa tesitura el candidato priísta a diputado ganará por default, pues se ha colocado en la indefensión al voto duro panista en este distrito.
Por el lado de las izquierdas, para mala fortuna de sus candidatos, sus directivas diariamente se auto inmolan en claras reminiscencias a la adoración del Dios Sol, Huitzilopochtli. Con un candidato a la presidencia que pudiera representar el verdadero cambio por su proyecto de nación, no hay ni en el PRD, ni en el Movimiento Ciudadano y mucho menos en el PT, plena adhesión y solidaridad con lo que Andrés Manuel postula. Allí lo prioritario, como en el PRI y el PAN es aprovechar la primera oportunidad que se presenta para salir de pobres, al menos eso es lo que se ha podido observar en Veracruz en la conducta de sus directivos y de quienes del PRD arribaron al legislativo o a alcaldías. ¿La estructura partidista para ganar una elección? Ni con lupa.
En fin, en Veracruz mientras los candidatos al senado José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa garantizan un holgado triunfo priísta, en no pocos distritos electorales la moneda está en el aire. En otros, Xalapa Rural, por caso, Alejandro Montano Guzmán va a paso firme que pronostica un claro triunfo. Hay sin embargo distritos del norte del estado y algunos del centro y del sur en los que nada está escrito, y el fiel de la balanza podría inclinarse para cualquiera de los lados. Pero se trata del tercer padrón electoral que asciende a 5 millones 338 mil 239 empadronados que junto a los del Estado de México representan una sustanciosa tajada electoral, tan lo sabe Peña Nieto que en menos de quince días estará de nueva cuenta en el estado, bien sabe que camarón que se duerme se lo lleva la corriente.
alfredobielmav@hotmail.com oterociudadano.com
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