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lunes, 2 de abril de 2012

Evolución política Por: Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEON
LUNES 2 DE ABRIL DEL 2012
Ha iniciado la campaña electoral de quienes fueron postulados por los diferentes partidos a los cargos de legisladores federales-senadores y diputados- y para presidente de la república,en un proceso electoral que le cuesta mucho dinero al pueblo de México, puescada voto implicaelevados costos, lo que convierte a nuestra democracia en una de las más caras del planeta. Por cierto, es una democracia que hemos venido construyendo a golpe de experiencias, no siempre con buenos resultados, pero, como decía WistonChurchil: “no es la  mejor, pero es lo único que tenemos”.
En la perfectibilidad que se busca, en materia de regímenes de gobierno, al nuestrolo hemos ido acondicionando a la realidad,así lo confirma el dinámico marco normativo de las diferentes etapas de nuestro desarrollo político,en esta materia la actividad legislativa ha sido permanente. No obstante, el esfuerzo es continuo por actualizar al sistema político mexicano a las exigencias que la transición impone, más ahora que la alternancia es un hecho consumado y pudiera ser intermitente, una realidad impensable no hace muchos años.
El resultado es alentador, pues sin duda hemos avanzado una vez que terminó la era de un partido hegemónico. Falta sin embargo, coronar la transición con una reforma política que la vinculecon el establecimiento de nuevos valores entre los que destaque un alto a la corrupción y a la impunidad que padecemos y, adicionalmente, un cambio en la actitud de los actores políticos respecto de los problemas sociales. No es posible soslayar que la simulación es una constante en el comportamiento de políticos y gobernantes, es una lacra que nos perjudica por cuanto a que deja a un lado la solución de los grandes problemas sociales para privilegiar intereses personales o de grupo.
Hay avances, por supuesto. El presidencialismo autoritario ha cedido espacios a una nueva relación entre los poderes, ahora más respetuosa y equilibrada. De aquella dependencia del Legislativo y del Judicial respecto del Ejecutivo poco queda, acaso el recuerdo de una etapa histórica del México moderno. La rendición de cuentas y la transparencia, aunque en ciernes y en desventaja debido a la gran opacidad en la que se ha movido por años el sector público mexicano, va progresando. Los resultados electorales son respaldados en el marco de instituciones y normas jurídicas que todos reconocemos.
En este contexto, hemos de admitir que para el perfeccionamiento de nuestra democracia necesitamos legislar acerca de los partidos políticos, una posibilidad nada fácil si consideramos que a quien le corresponde la autoría de esos cambios es precisamente a la clase política mexicana, una élite divorciada de la sociedad de la que forma parte y desde donde emerge una vez que ha sido investida de poder precisamente por la sociedad misma. Pero no estaría de más reflexionar acerca de ponerle fin al fenómeno que conocemos como “partidocracia”, surgido del interés de grupos y grupúsculos políticos por mantenerse en el poder.
Por este síndrome, o a través suyo, la clase política generó un senado obeso de 128 elementos (el doble del número que teóricamente le correspondería a una representación federativa como es la que justifica la existencia de esta instancia legislativa), solo para dar espacio a quienes viven de la política, amparados, eso sí, con los cuentos de la “representación proporcional” y de una “pluralidad” que no encuentra explicación ideológica válida en estos tiempos de intenso trapecismo político
Esa élite política promovió las prerrogativas para los partidos, que están convertidos en instancias burocráticas cual franquicias de beneficio familiar y de grupo,a las que los legisladores han protegido y auspiciado con reformas constitucionales (Artículos 41 y 116 de la Constitución General de la República), que les conceden el monopolio de las candidaturas a cargos de elección popular y el goce de suculentas prerrogativas. Con ese procedimiento han estimulado a profesionales de la política en vías del desempleo para acudir al expediente de crear nuevos partidos cuya efímera existencia proclama su manifiesta inutilidad, porque una vez cumplida su eventual función-la de paleros- desaparecen, no sin antes dejar repletas de canonjías las alforjas de suspromotores.
No todo está podrido en Dinamarca, decía Shakespeare. En el horizonte político nacional es posible advertir el surgimiento de una nueva generación de practicantes de la actividad política. Parte de ella se observa al lado del presidente Calderón en su gabinete, Gobernación, Hacienda, Comunicaciones, etc. son la muestra. En las izquierdas Marcelo Ebrard es positiva versión de una nueva forma de gobernar. Junto a Peña Nieto figura un grupo de jóvenes que, de obtener el triunfo, refrescarán la clase política priísta y ojala sea para bien.
En Veracruz, aparecen actores de nuevo cuño, con diferente actitud, ajenos alproveniente del añejo molde.Están entreverados,el joven candidato al senado por el PRI, José Yunes Zorrilla, es el tipo de nuevo político que levanta expectativas, un atributo que si bien le aporta prestigio a la vez lo obliga a demostrar su merecimiento. Héctor Yunes Landa, también candidato al senado por derecho propio, pertenece al grupo de políticos de la “generación sándwich”, pues está entre los que se van y los que llegan; la lucha que protagonizó para competir por la candidatura al gobierno de Veracruz en 2009-2010 lo describe como hombre de definiciones. Otro político de características diferentes al acostumbrado es Alejandro Montano Guzmán, candidato a diputado federal por el distrito Xalapa rural, quien ya demostró que el ejercicio de una elevada encomienda de gobierno no está reñido ni con la sencillez ni con la vocación de servicio, combinadas con la consecución de resultados en la encomienda.
Respecto de las mujeres, cuyo registro histórico en el servicio público comparándolo con el de los varones es muy reciente, no existen suficientes referencias como para establecer hipótesis, y con las que se tienen acaso en la balanza el fiel no les favorezca. De Griselda Álvarez poco se habló en su experiencia como gobernadora de Colima; de Rosa Luz Alegría como secretaria de estado, habría que buscar resultados de entre las anécdotas desfavorables; de Rosario Robles, los hechos hablan; de Amalia García en Zacatecas sus paisanos están expectantes acerca de los casos de corrupción durante su gobierno. En el otro platillo de la balanza están, entre otras, Beatriz Paredes, Rosario Green y María de los Ángeles Moreno.
En esta materia, sin misoginia alguna, de Veracruz poco podemos referir porque a cada paso nos asaltan casos como el de Álamo, Minatitlán, Zongolica, Acayucan, Cosoleacaque y muchos más que inclinarían el platillo hasta a ras de suelo. Pero, ojo, no equivocarse, en el tema de la corrupción nada tiene que ver el género, coincidamos que eso tiene raíces culturales. En cuanto a capacidad para el control político sobran signos para deducir que las féminas pudieran dar diez y las malas al género de enfrente; ¿Acela? ¿Juana Consuelo? ¿Elba Esther? He allí una variable de singular importancia cuando se analiza la evolución política.
alfredobielmav@hotmail.com  oterociudadano.com

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