Alfredo Bielma Villanueva
alfredobielmav@hotmail.com
No sin razón, cada vez es más recurrente escuchar a alguien decir que arrogarles a los políticos la exclusividad de la cosa pública es un verdadero riesgo para la sociedad; para nuestra mala fortuna parece ser cierto ese aforismo. Reconocerlo así no es producto de un criterio inspirado por las vísceras, sino melancólica observación de cuanto acontece en nuestro entorno nacional, particularmente ahora en que los tiempos preelectorales acentúan aconteceres.
Ha sido tan evidente la inconformidad ciudadana sobre lo que ocurre en México que el senado de la república al fin se decidió a ventilar la Reforma Política que por muchos meses dormitó en sus añejos archivos. Entre lo aprobado por los senadores destaca lo relativo a las candidaturas independientes, por cuanto a que implican la oportunidad de hacer a un lado al desprestigiado trasiego partidista. Sabido es que los Partidos Políticos han perdido capacidad de convocatoria en México, ya por su alejamiento de los intereses colectivos, ya por su tendencia a privilegiar los intereses facciosos.
De allí que haya despertado un clamor nacional de esperanzados vientos democráticos: “La Revolución Ciudadana en el norte de África muestra que los pueblos están construyendo otra opción. Y las experiencias organizativas y participativas en nuestros países confirman que puede edificarse una alternativa democrática y republicana. Se trata de ir más allá de los ciudadanos que solo votan o consumen. Nos muestra en los hechos que los ciudadanos exigen dejar de ser objetos del paternalismo estatal o del abuso mercantil, para convertirse en sujetos de las transformaciones de su destino. El sentido fundacional de la palabra democracia es “el pueblo en el poder”. Y su adjetivo republicano significa el ejercicio del poder por el pueblo organizado, en beneficio del pueblo mismo”.
¿Lo suscribe “el Peje”? No, quien lo formula es nade menos que el ex presidente de México para el periodo 1988-1994, Carlos Salinas de Gortari en un artículo periodístico publicado en El Universal el lunes 25 de abril. Allí propone la democracia republicana como alternativa frente al neoliberalismo y al neopopulismo para lo que “conviene promover activamente la nueva revolución ciudadana”. En la democracia republicana, dice Salinas, “la calidad de ciudadano no se otorga, se gana a través de la participación diaria, organizada y autónoma. No se es ciudadano para poder participar sino que es preciso participar para alcanzar la ciudadanía”. Dicho así todo suena muy bonito, diríamos en el llano, pero, al margen de lo que encierran los conceptos, quien lo escribe es un político que llegó a la cumbre, y tras imponer el neoliberalismo “social” en México, terminó su gobierno con una crisis política inédita y dejó en el umbral la crisis económica.
Frente a un escenario aparentemente complicado para el ojo distraído, como la burra no era arisca es de advertir la coincidencia entre la publicación del artículo salinista con la puesta en escena de la Reforma Política recientemente aprobada en el senado de la república. Coinciden porque privilegian la hora ciudadana, ojala no coincidan en perversas intenciones. Porque a nadie escapa las nada subrepticias diferencias de estrategia política entre las fracciones priístas del senado y la cámara de diputados, lo que influirá en el trámite que se le destine a lo aprobado en la Cámara de origen en la Cámara revisora. Bueno sería tomar con reservas el caso, porque si en la Cámara de Diputados no agendan la Reforma para el presente periodo de sesiones ya no podrá entrar en vigor durante el proceso electoral de 2012, y así todo quedará en el suspenso que la partidocracia y el interés faccioso de los grupos políticos determinen.
De allí la importancia de no dejarle a los políticos el dominio exclusivo de la cosa pública. Porque es indiscutible que a todos los mexicanos nos interesa salir del subdesarrollo económico en el que vivimos y superar los escollos políticos en el que nos debatimos cada tres o seis años. Eso, ya está visto, solo será posible con la participación de todos.
Lo de Salinas de Gortari lleva chanfle, porque cuando se refiere al neopopulismo sin duda se está refiriendo a la corriente política e ideológica encabezada por Andrés Manuel López Obrador. No es gratuita la idea de enfrentar neoliberalismo y neopopulismo por cuanto a que quien la postula es el autor de la implantación de aquél modelo económico y subyace en ella una grave preocupación debido a las condiciones por las que atraviesa el país, que pudieran generar un clima de inestabilidad política repercutible en el proceso electoral del año 2012. A esto habrá que adosarle el clima de inseguridad que priva en gran parte del territorio nacional para advertir el fondo de la propuesta salinista y la válvula de escape que representaría la aprobación de la Reforma Política por el Congreso de la Unión.
Más de cincuenta millones de mexicanos en pobreza extrema conforman un caldo de cultivo plagado de problemas y su combinación con una clase media que pugna por mayor participación en la conducción del país hacen escribir a Salinas: “Para que la participación social sea de verdad democrática y republicana no basta con que muchos asistan a movilizaciones o marchas de protesta, o que las estadísticas registren porcentajes elevados de aprobación del gobernante en turno; es preciso, incluso prioritario, que sean los ciudadanos organizados quienes tomen las decisiones…”.
Piensa mal y acertarás, dice el proverbio que alerta a quienes se niegan a aceptar una realidad incontrastable. Si las coincidencias no existen en política, por esta vez al menos tendríamos que ceder ante la oportuna concordancia entre el artículo de Salinas y la aprobación de la Reforma Política. Adicionalmente, habrá que agregar la aparición en escena de Diego Fernández de Cevallos, después de permanecer algún tiempo en el ostracismo para resanar las heridas anímicas provocadas por su alargado cautiverio. En esta ocasión Fernández de Ceballos saca la cabeza para apoyar la candidatura de Bravo Mena en el Estado de México. ¿Será que los demonios andan sueltos?
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