El Gigante que doblegó a Marx
por Gustavo Cadena Mathey
Seis años y un mes después de su muerte, en una ceremonia de casi tres horas, el "gigante" que doblegó a Marx, como lo afirmó ayer el Papa Benedicto XVI y como lo publica el Correo de la Sera en su edición de hoy, Juan Pablo II es oficialmente “beato”, aunque para todo el mundo es un santo desde que vivía.
Así lo proclamó su sucesor ante el entusiasmo y el fervor de decenas de miles de peregrinos, la gran mayoría polacos, que abarrotaron la plaza de San Pedro y las calles adyacentes en Roma y millones a través de la televisión en una etapa más de ese fenomenal suceso que alienta la religión a través de los siglos.
Benedicto XVI destacó de Karol Wojtyla su antecesor en el trono de San Pedro, su dimensión pastoral y política. "Abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante -fuerza que le venía de Dios- una tendencia que podía parecer irreversible y devolvió a la fe la esperanza usurpada por el marxismo", en referencia a la lucha de su antecesor contra el comunismo.
De acuerdo con los reportes la ceremonia ha sido una de las más multitudinarias concentraciones celebradas en el Vaticano desde los actos posteriores a la muerte del papa polaco. La marea humana era impresionante. Las plazas y calles cercanas aparecían colmadas de gente, así como el Lungotevere, la calle que trascurre por el río Tíber. Los accesos a la plaza fueron abiertos de madrugada,, tres horas antes de lo previsto, y mucha gente debió resignarse a seguir la ceremonia por los altavoces y las pantallas gigantes habilitadas en distintos puntos de la ciudad.
Se confirmó que la festividad para celebrar al nuevo beato será el 22 de octubre, el aniversario de su elección al papado.
VINCULADO A XALAPA
Para cientos de veracruzanos que tuvimos el privilegio de asistir en 1995 a la ceremonia de beatificación de Monseñor Rafael Guízar y Valencia en Roma, nos quedamos con las ganas de que Juan Pablo Segundo culminara su obra y lo canonizara santo, antes de que Dios se llevara al cielo a este querido polaco, y por lo mismo el Papa Karol Wojtyla ocupa ya un lugar muy especial en nuestros corazones.
Esto por supuesto motivó que en Xalapa, Orizaba, Córdoba y muchos pueblos los creyentes se desvelaran para seguir en vivo los detalles de la misa de ayer.
Recordamos aún con frescura aquella ocasión, ese domingo 29 de enero de 1995, a las 12 del día en la Basílica de San Pedro en que la piel se nos puso “chinita”; sentimos escalofrío cuando distinguimos la apacible figura del hombre que aglutinaba el cariño de los fieles de todo el mundo.
Conforme avanzaba por los pasillos con su paso cansino, con su fragilidad humana, el sucesor de San Pedro lucía como un viejito muy paternal y la emoción crecía, de ambos lados del templo. Como la “ola” en los estadios, los feligreses, a un metro del pasillo se alzaban, se estiraban y se apretujaban nerviosos, agitados, algunos lloraban; enternecidos palmeaban sus manos abiertas y le gritaban: “¡Santo Padre, aquí está México!”, “¡Somos de Veracruz!”, como queriéndole recordar su breve visita al puerto jarocho en 1990.
A cada paso lo vitoreaban, a pesar de la escolta de los guardias suizos, extendían las manos para tratar de tocarlo, y el máximo pontífice, mientras con la mano izquierda sostenía el báculo, con la derecha repartía bendiciones, ya a los italianos, ya a los españoles, ya a los mexicanos..., y sonreía complacido.
Era una sonrisa a la vez electrizante y a la vez apacible. Y en verdad prevalecía en ese momento una misteriosa sensación de estar presenciando efectivamente a un ser celestial.
Ese mismo domingo de la ronca voz del Santo Padre, surgieron palabras que junto con las imágenes de la ceremonia quedarían grabadas para siempre en la mente de unos 200 mil peregrinos congregados en la monumental Plaza del Vaticano para el rezo del Ángelus:
“Questa matina, nella Basílica di San Pietro, ho proclamato quattro nuovi Beati: ciascuno di loro ci offre un concreto esempio di fedeltá a Dio e di amore ai fratelli. Essi sono anche modelli di intensa devozione alla Madre del Signore”.
Dijo el Papa que la nueva evangelización a la que él había convocado en repetidas ocasiones y en la cual también ha estado comprometida la iglesia de América, encontró en figuras como Rafael Guízar y Valencia “un modelo a seguir” y destacó que el obispo mexicano afrontó con valentía la dramática situación de su país católico en el que la iglesia era perseguida.
“Lo sostuvo en ello y lo inspiró siempre la íntima unión con la Eucaristía y con María Santísima, pilares de su vida espiritual. En efecto, quiso que en su escudo episcopal figurase la Virgen de Guadalupe de rodillas ante el Santísimo Sacramento”.
Los aplausos y vivas al Papa, y el clásico grito de “Juan Pablo Segundo te quiere todo el mundo” de parte de los mexicanos se acrecentaron todavía más cuando el Pontífice les agradeció “haber venido de tan lejos” y les pidió “ser portadores del mensaje de Jesucristo por todas partes”.
Fue una inolvidable experiencia que hoy recordamos como homenaje a este hombre que en su pontificado de 26 años dio innumerables muestras de su especial amor por México, por los mexicanos, los veracruzanos y los xalapeños, a los que nos heredó un gran beato, cuya fiesta patronal coincidentemente será el 22 de octubre, dos días antes que la de San Rafael Guízar.
Cosas de la vida.
Que tenga un buen día.
gustavocadenamathey@hotmail.com
por Gustavo Cadena Mathey
Seis años y un mes después de su muerte, en una ceremonia de casi tres horas, el "gigante" que doblegó a Marx, como lo afirmó ayer el Papa Benedicto XVI y como lo publica el Correo de la Sera en su edición de hoy, Juan Pablo II es oficialmente “beato”, aunque para todo el mundo es un santo desde que vivía.
Así lo proclamó su sucesor ante el entusiasmo y el fervor de decenas de miles de peregrinos, la gran mayoría polacos, que abarrotaron la plaza de San Pedro y las calles adyacentes en Roma y millones a través de la televisión en una etapa más de ese fenomenal suceso que alienta la religión a través de los siglos.
Benedicto XVI destacó de Karol Wojtyla su antecesor en el trono de San Pedro, su dimensión pastoral y política. "Abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos, invirtiendo con la fuerza de un gigante -fuerza que le venía de Dios- una tendencia que podía parecer irreversible y devolvió a la fe la esperanza usurpada por el marxismo", en referencia a la lucha de su antecesor contra el comunismo.
De acuerdo con los reportes la ceremonia ha sido una de las más multitudinarias concentraciones celebradas en el Vaticano desde los actos posteriores a la muerte del papa polaco. La marea humana era impresionante. Las plazas y calles cercanas aparecían colmadas de gente, así como el Lungotevere, la calle que trascurre por el río Tíber. Los accesos a la plaza fueron abiertos de madrugada,, tres horas antes de lo previsto, y mucha gente debió resignarse a seguir la ceremonia por los altavoces y las pantallas gigantes habilitadas en distintos puntos de la ciudad.
Se confirmó que la festividad para celebrar al nuevo beato será el 22 de octubre, el aniversario de su elección al papado.
VINCULADO A XALAPA
Para cientos de veracruzanos que tuvimos el privilegio de asistir en 1995 a la ceremonia de beatificación de Monseñor Rafael Guízar y Valencia en Roma, nos quedamos con las ganas de que Juan Pablo Segundo culminara su obra y lo canonizara santo, antes de que Dios se llevara al cielo a este querido polaco, y por lo mismo el Papa Karol Wojtyla ocupa ya un lugar muy especial en nuestros corazones.
Esto por supuesto motivó que en Xalapa, Orizaba, Córdoba y muchos pueblos los creyentes se desvelaran para seguir en vivo los detalles de la misa de ayer.
Recordamos aún con frescura aquella ocasión, ese domingo 29 de enero de 1995, a las 12 del día en la Basílica de San Pedro en que la piel se nos puso “chinita”; sentimos escalofrío cuando distinguimos la apacible figura del hombre que aglutinaba el cariño de los fieles de todo el mundo.
Conforme avanzaba por los pasillos con su paso cansino, con su fragilidad humana, el sucesor de San Pedro lucía como un viejito muy paternal y la emoción crecía, de ambos lados del templo. Como la “ola” en los estadios, los feligreses, a un metro del pasillo se alzaban, se estiraban y se apretujaban nerviosos, agitados, algunos lloraban; enternecidos palmeaban sus manos abiertas y le gritaban: “¡Santo Padre, aquí está México!”, “¡Somos de Veracruz!”, como queriéndole recordar su breve visita al puerto jarocho en 1990.
A cada paso lo vitoreaban, a pesar de la escolta de los guardias suizos, extendían las manos para tratar de tocarlo, y el máximo pontífice, mientras con la mano izquierda sostenía el báculo, con la derecha repartía bendiciones, ya a los italianos, ya a los españoles, ya a los mexicanos..., y sonreía complacido.
Era una sonrisa a la vez electrizante y a la vez apacible. Y en verdad prevalecía en ese momento una misteriosa sensación de estar presenciando efectivamente a un ser celestial.
Ese mismo domingo de la ronca voz del Santo Padre, surgieron palabras que junto con las imágenes de la ceremonia quedarían grabadas para siempre en la mente de unos 200 mil peregrinos congregados en la monumental Plaza del Vaticano para el rezo del Ángelus:
“Questa matina, nella Basílica di San Pietro, ho proclamato quattro nuovi Beati: ciascuno di loro ci offre un concreto esempio di fedeltá a Dio e di amore ai fratelli. Essi sono anche modelli di intensa devozione alla Madre del Signore”.
Dijo el Papa que la nueva evangelización a la que él había convocado en repetidas ocasiones y en la cual también ha estado comprometida la iglesia de América, encontró en figuras como Rafael Guízar y Valencia “un modelo a seguir” y destacó que el obispo mexicano afrontó con valentía la dramática situación de su país católico en el que la iglesia era perseguida.
“Lo sostuvo en ello y lo inspiró siempre la íntima unión con la Eucaristía y con María Santísima, pilares de su vida espiritual. En efecto, quiso que en su escudo episcopal figurase la Virgen de Guadalupe de rodillas ante el Santísimo Sacramento”.
Los aplausos y vivas al Papa, y el clásico grito de “Juan Pablo Segundo te quiere todo el mundo” de parte de los mexicanos se acrecentaron todavía más cuando el Pontífice les agradeció “haber venido de tan lejos” y les pidió “ser portadores del mensaje de Jesucristo por todas partes”.
Fue una inolvidable experiencia que hoy recordamos como homenaje a este hombre que en su pontificado de 26 años dio innumerables muestras de su especial amor por México, por los mexicanos, los veracruzanos y los xalapeños, a los que nos heredó un gran beato, cuya fiesta patronal coincidentemente será el 22 de octubre, dos días antes que la de San Rafael Guízar.
Cosas de la vida.
Que tenga un buen día.
gustavocadenamathey@hotmail.com
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