Dice la canción: ¨La vida te da sorpresas,
sorpresas te da la vida¨. Tenemos
diputada federal del PAN. Leticia López de Luz ganó la diputación federal por
el distrito XVI. Y no sólo eso, ganó también las senadurías en su distrito y la
presidencia de la República. Vaya trabajo de una candidata que todos daban por
muerta. Ganó incluso en contra de los integrantes de su partido político, que
la bloquearon, e invitaron a votar por otro candidato y no por ella. Tal parece
que ganó con los votos de los ciudadanos y de los panistas comprometidos, pero
también con el voto de muchos priístas que decidieron votar por ella, o cuando
menos no apoyar a su candidato.
Campaña austera, casi tan austera como la
del Dr. Sacre, quien hizo un papel excelente en la elección, con la gran
ventaja de que en esta ocasión Dante no metió las manos, pues andaba ocupado
por el norte, dónde su candidato a presidente recibió una paliza. El Dr. Sacre no se acercó a los perredistas
de la región, ni éstos lo apoyaron, pero pasó lo mismo que con Leticia, son tan
pocos, que no importó. Los ciudadanos que creyeron en él, y en AMLO lo
beneficiaron con una votación histórica.
En cuanto al PRI, todo le salió mal.
Escogieron un candidato, con una familia querida en Córdoba, muchacho joven,
tímido pero muy agradable al trato y conocedor de los intríngulis del
poder. Por capacidades, Paco Cessa debía
de haber ganado, pero su sino estuvo marcado por quienes se apropiaron de su
campaña. Un solo grupo, el que hoy ocupa
el poder municipal lo asumió como su candidato, y excluyeron a todos los demás
priístas de Córdoba y la región. Chucho Moreno, a pesar de trabajar en Xalapa,
se hizo priísta durante el trienio de Paco Portilla. Octavio Lara no pudo
fungir como presidente de partido, pues sigue subordinado a Paco, y no puede
evitar acatar sus instrucciones. Raúl Ramos Vicarte decidió también
subordinarse a Portilla, por lo cual todos dejaron las decisiones y el mérito
en manos de Paco, quien hoy tiene que cargar con la responsabilidad y el peso
de la derrota.
Cierto que se le ha manejado muy mala
imagen al presidente de Fortín, y extraña el hecho de que en Ixtac a pesar de
la simpatía de su presidente, también se votara en contra de quien rige los
destinos del municipio. Tal parece que
no hubo sincronización, ni cooperación entre los distintos actores que debían
sacar la elección. También se sabe que
muchos grupos de priístas que no simpatizan con Paco Portilla, simplemente
fueron hechos a un lado y se asumieron como espectadores, pero con la visión de
que el candidato representaba los intereses del alcalde de Córdoba. Hubo maniobras sucias entre los mismos
rojos. Portilla celaba al candidato, al
grado de bloquear, obstaculizar y hasta sabotear cualquier acto de campaña de
alguna figura que no fuera parte de su pequeño grupo. Y esto, como todo en la vida, se paga en las
urnas.
Si a ello le añadimos el establecer
compromisos de apoyos para antes de la fecha de la elección y luego reducirlos
a la mitad, o simplemente avisar que se cancelaba la posible entrega,
entenderemos el porque, a pesar de venir de victorias priístas, los militantes
y ciudadanos se le voltearon al tricolor.
Un personaje resentido es mucho más virulento y peligroso que un
personaje indiferente. Lamentablemente
para Francisco Cessa su equipo de campaña hizo todo lo que cualquier manual de
política indica que no debe de hacerse.
Incluso el desprecio a reuniones con la sociedad civil, y a presentar a
su candidato como un soberbio, cuando quienes lo conocemos sabemos que es una
persona agradable y sencilla. Yo pensé
que me había pasado nada más a mí, pero a lo largo de los días he escuchado
muchas versiones similares, de personas que deseaban reuniones con el
candidato, y su gente de agenda, o sus superiores, decidían que no eran
suficientes personas, o no eran lo suficientemente importantes, dejando con un
palmo de narices a los electores, que de automático cambiaban su voto por
alguien que sintieran no los hacía menos.
Y lo peor es que Cessa no sabía nada al respecto. Las decisiones las
tomaban otros en que tenían como rehén a su equipo de campaña.
En estos días también he escuchado que los
locales quieren que asuman la responsabilidad de la derrota, aquéllos que nada
más en fin de semana venían a apoyar la campaña desde Xalapa. Sin embargo,
quien debe saberlo y en general la militancia priísta de Córdoba, sabe muy bien
quienes fueron el o los verdaderos responsables de entregar malas cuentas al
primer priísta del estado, a Pepe y Héctor Yúnez, y sobre todo a Enrique Peña
Nieto, que seguro no querrá oír hablar de Córdoba durante seis años y medio,
desde aquélla golpiza a los #132 cuando Peña tenía su visita a a la ciudad, y
que nos colocó en la lista de las ciudades represoras a nivel mundial.
Felicitaciones a Lety López, con quien me
liga una añeja amistad, pero a quien no apoyé durante la campaña. Felicitaciones también al Dr. Emilio Sacre
por sus resultados, con quien me liga una línea de afecto y agradecimiento pero
a quien no apoyé. Y mi simpatía para Paco Cessa a quien tampoco pude apoyar
como hubiera querido, por decisiones de personas ajenas, pero que contó con mi
voto.
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