Como la canción de Los Panchos, me voy pa’l pueblo, hoy es mi día.
Hago periplo a Tierra Blanca. Dejo Orizaba, la del volcán, la de las grandes montañas, la que pronto estrenará parquímetros árabes. Cruzo la calle Real, imponente. Al pie, el jardinero del Emirato, Marco Antonio Córdova Béjar, trabaja con su equipo de sindicalistas, embellecen como Versalles esta zona. Fijan unas palmeras llamadas ‘washingtonianas’ (no crean que las regaló Obama) a la altura del sindicato de la sección IV del IMSS. Las suplen por los ficus, arboles malos que solo crean basura en hojas y raíces que destruyen pavimento. Hace tres semanas que no abandono esta zona. Tomo la cara y mala autopista de Capufe. Parece camino rural. Partiré canturreando mis poemas más lindos. Pagaré 24 y 84 pesos por dos casetas, la de Fortín de las Flores y la de Cuitláhuac. Vale la pena ir ahora porque el clima debe andar a los 22 grados, que eso es como estar en el frío, lugar que en el verano ardiente se pone el termómetro a los 50 grados, y hay que apretar aquellito. Los huevos pueden freírse arriba del toldo del auto.
LA MARINA-ARMADA
Llego a La Tinaja. Un retén de la Marina-Armada de México detiene autos. Los marinos pusieron orden en esa ciudad que estaba a merced de la maluria, cosa que el pueblo les agradece y reconoce. Los precandidatos que buscan la presidencia de la República, hablan de regresar a los soldados a los cuarteles en cuanto exista la posibilidad de tener una buena policía. Lo que debían hacer es preparar más soldados de élite, por lo que se ofrezca. En el reten detienen con educación. Marinos ya preparados para dialogar con la sociedad civil en el respeto a los Derechos Humanos.
Fiel a mi costumbre, llego y enfilo al parque Juárez. Al café italiano. Me hago de un diario “Crónica de Tierra Blanca”, los chilangos-terrablanquenses lo pueden leer en Internet: www.cronicatierrablanca.com.mx Allí, pensando en la inmortalidad del cangrejo, Kamalucas, un filósofo de mí pueblo. Voy con el amigo Rico que no es rico. Ahora no vi a Minga. Se suma Tomás Ramón, panista, titular del sistema de agua local, el Pepín Ruiz de Tierra Blanca, pero este sí con conocimiento del agua (nada de lo del agua al agua). Marro y duro para cuidar los centavos, no le da agua ni al gallo de la pasión, dicen en el pueblo.
Tierra Blanca está gobernada por un panista, Tito Delfín Cano, coordinador de no sé cuántos alcaldes azules. Hay gran diferencia en ese mando, pues el otro alcalde que se fue, uno al que apodaban ‘El Venao’, saqueó todo el pueblo y no se llevó los escusados porque estaban muy usados. El que decía: “El pueblo me silba, pero yo me aplaudo”. Este alcalde azul remodela en su totalidad el Parque Juárez, que data del tiempo de Matusalén. Más viejo que los primeros pobladores de la tribu. Está todo patas pa’ arriba, como cuando bombardearon Berlín los aliados. Cubierto el parque por una lona azul (azul por panista) y con fondos de la Sedesol de Heriberto Félix Guerra, el Marshall, que prestó gran ayuda a Veracruz en momentos de apuro, con ese programa de peso a peso, como se hizo mucha obra en Orizaba en el trienio pasado, la Sedesol pone 6 millones de pesos y el Ayuntamiento los otros seis, el parque quedará como el de Central Park de Nueva York.
Algo mas, se remodela la entrada del bulevar Aquiles Serdán, allí donde está una estatua pinchona y pequeña de un héroe prestado, El héroe de Nacozari, un tal Jesús García Corona, al que, cuenta la leyenda, sacó un tren cargado de explosivos en Nacozari, Sonora, y evitó una desgracia. El pueblo le pide que lo jubile. Lo mande a un patio de ferrocarril y que traiga el tren clásico que está junto a aquellas terminales señeras al pie de las vías. Tierra Blanca fue un centro ferrocarrilero de gran importancia y relevancia, con más de 5 mil trabajadores del riel, en esas oficinas de madera, muy clásicos, trabajó mi padre, una gente de bien, honesta. Todos mamamos aprendizaje del ferrocarril.
PARQUE TERMINADO
El parque estará terminado en un par de meses. Con fuente, aguas danzarinas, luminarias, rampas para discapacitados. El bulevar se verá como Campos Elíseos de París, por la tarde. Viene la contienda electoral y todos juegan sus cartas. El PRI ya tiene a su candidata, Elena Zamorano Aguirre, madrina de Gil Castro Márquez, y esposa de Ramón ‘Manolete’, a quien se agradece libro enviado a Orizaba. La pelea estará difícil, me dice un panista, con posibilidades de que gane el PRI, acepta, y me da sus razones: el 50 por ciento de la votación la tiene Tierra Blanca, pero en Cosamaloapan, el otro municipio importante, gobierna un perredista, y en Chacaltianguis nunca ha ganado el PAN y Alvarado ahora lo tiene el PRI en sus manos.
Se hizo el Complejo Deportivo ‘Cástulo Delfín’, en homenaje a un alcalde pueblerino, una gente de lenguaje propio, aquel que hizo célebre aquella frase de ‘estar unidos como racimo de coyol’, lenguaje de Macondo.
Cae la tarde y hace hambre. Ahora hay alternativa de comer bien. No solo ‘La Bendición’, al pie de la carretera. En el restaurante del hotel ‘Niña Bonita’ de Pelón Huerta, que anda bailando el tico-tico en Costa Rica, comimos cinco en una mesa sin brindis del bohemio, las picadas clásicas con chicharrón, y los camarones como los pidas y un robalo al acuyo. En mesa aledaña, el alcalde tenía una docena de funcionarios y les leía la cartilla con sus bigotes a la morsa. Más tardecito, llegaron otros cuates, pero eran más aburridos que los de ‘Tercer Grado’, que quieren arreglar el mundo a su manera.
Luego, a las seis, ir por los tamales de elote para llevar. Ahora en nuevo lugar recomendado. ‘Oscar’, de doña Martha, en la calle Ocampo y Lerdo. Cada tamal de elote vale 12 pesos, y los vale bien porque se chupa uno los dedos. El bollito, o sea, el que no lleva carne, a la mitad, seis pesos, pero eso no lo come ni mi rey de España, que dicen es bien pirujo.
Hago periplo a Tierra Blanca. Dejo Orizaba, la del volcán, la de las grandes montañas, la que pronto estrenará parquímetros árabes. Cruzo la calle Real, imponente. Al pie, el jardinero del Emirato, Marco Antonio Córdova Béjar, trabaja con su equipo de sindicalistas, embellecen como Versalles esta zona. Fijan unas palmeras llamadas ‘washingtonianas’ (no crean que las regaló Obama) a la altura del sindicato de la sección IV del IMSS. Las suplen por los ficus, arboles malos que solo crean basura en hojas y raíces que destruyen pavimento. Hace tres semanas que no abandono esta zona. Tomo la cara y mala autopista de Capufe. Parece camino rural. Partiré canturreando mis poemas más lindos. Pagaré 24 y 84 pesos por dos casetas, la de Fortín de las Flores y la de Cuitláhuac. Vale la pena ir ahora porque el clima debe andar a los 22 grados, que eso es como estar en el frío, lugar que en el verano ardiente se pone el termómetro a los 50 grados, y hay que apretar aquellito. Los huevos pueden freírse arriba del toldo del auto.
LA MARINA-ARMADA
Llego a La Tinaja. Un retén de la Marina-Armada de México detiene autos. Los marinos pusieron orden en esa ciudad que estaba a merced de la maluria, cosa que el pueblo les agradece y reconoce. Los precandidatos que buscan la presidencia de la República, hablan de regresar a los soldados a los cuarteles en cuanto exista la posibilidad de tener una buena policía. Lo que debían hacer es preparar más soldados de élite, por lo que se ofrezca. En el reten detienen con educación. Marinos ya preparados para dialogar con la sociedad civil en el respeto a los Derechos Humanos.
Fiel a mi costumbre, llego y enfilo al parque Juárez. Al café italiano. Me hago de un diario “Crónica de Tierra Blanca”, los chilangos-terrablanquenses lo pueden leer en Internet: www.cronicatierrablanca.com.mx Allí, pensando en la inmortalidad del cangrejo, Kamalucas, un filósofo de mí pueblo. Voy con el amigo Rico que no es rico. Ahora no vi a Minga. Se suma Tomás Ramón, panista, titular del sistema de agua local, el Pepín Ruiz de Tierra Blanca, pero este sí con conocimiento del agua (nada de lo del agua al agua). Marro y duro para cuidar los centavos, no le da agua ni al gallo de la pasión, dicen en el pueblo.
Tierra Blanca está gobernada por un panista, Tito Delfín Cano, coordinador de no sé cuántos alcaldes azules. Hay gran diferencia en ese mando, pues el otro alcalde que se fue, uno al que apodaban ‘El Venao’, saqueó todo el pueblo y no se llevó los escusados porque estaban muy usados. El que decía: “El pueblo me silba, pero yo me aplaudo”. Este alcalde azul remodela en su totalidad el Parque Juárez, que data del tiempo de Matusalén. Más viejo que los primeros pobladores de la tribu. Está todo patas pa’ arriba, como cuando bombardearon Berlín los aliados. Cubierto el parque por una lona azul (azul por panista) y con fondos de la Sedesol de Heriberto Félix Guerra, el Marshall, que prestó gran ayuda a Veracruz en momentos de apuro, con ese programa de peso a peso, como se hizo mucha obra en Orizaba en el trienio pasado, la Sedesol pone 6 millones de pesos y el Ayuntamiento los otros seis, el parque quedará como el de Central Park de Nueva York.
Algo mas, se remodela la entrada del bulevar Aquiles Serdán, allí donde está una estatua pinchona y pequeña de un héroe prestado, El héroe de Nacozari, un tal Jesús García Corona, al que, cuenta la leyenda, sacó un tren cargado de explosivos en Nacozari, Sonora, y evitó una desgracia. El pueblo le pide que lo jubile. Lo mande a un patio de ferrocarril y que traiga el tren clásico que está junto a aquellas terminales señeras al pie de las vías. Tierra Blanca fue un centro ferrocarrilero de gran importancia y relevancia, con más de 5 mil trabajadores del riel, en esas oficinas de madera, muy clásicos, trabajó mi padre, una gente de bien, honesta. Todos mamamos aprendizaje del ferrocarril.
PARQUE TERMINADO
El parque estará terminado en un par de meses. Con fuente, aguas danzarinas, luminarias, rampas para discapacitados. El bulevar se verá como Campos Elíseos de París, por la tarde. Viene la contienda electoral y todos juegan sus cartas. El PRI ya tiene a su candidata, Elena Zamorano Aguirre, madrina de Gil Castro Márquez, y esposa de Ramón ‘Manolete’, a quien se agradece libro enviado a Orizaba. La pelea estará difícil, me dice un panista, con posibilidades de que gane el PRI, acepta, y me da sus razones: el 50 por ciento de la votación la tiene Tierra Blanca, pero en Cosamaloapan, el otro municipio importante, gobierna un perredista, y en Chacaltianguis nunca ha ganado el PAN y Alvarado ahora lo tiene el PRI en sus manos.
Se hizo el Complejo Deportivo ‘Cástulo Delfín’, en homenaje a un alcalde pueblerino, una gente de lenguaje propio, aquel que hizo célebre aquella frase de ‘estar unidos como racimo de coyol’, lenguaje de Macondo.
Cae la tarde y hace hambre. Ahora hay alternativa de comer bien. No solo ‘La Bendición’, al pie de la carretera. En el restaurante del hotel ‘Niña Bonita’ de Pelón Huerta, que anda bailando el tico-tico en Costa Rica, comimos cinco en una mesa sin brindis del bohemio, las picadas clásicas con chicharrón, y los camarones como los pidas y un robalo al acuyo. En mesa aledaña, el alcalde tenía una docena de funcionarios y les leía la cartilla con sus bigotes a la morsa. Más tardecito, llegaron otros cuates, pero eran más aburridos que los de ‘Tercer Grado’, que quieren arreglar el mundo a su manera.
Luego, a las seis, ir por los tamales de elote para llevar. Ahora en nuevo lugar recomendado. ‘Oscar’, de doña Martha, en la calle Ocampo y Lerdo. Cada tamal de elote vale 12 pesos, y los vale bien porque se chupa uno los dedos. El bollito, o sea, el que no lleva carne, a la mitad, seis pesos, pero eso no lo come ni mi rey de España, que dicen es bien pirujo.
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