CAMALEON
“El maestro de escuela era regularmente un pobrecillo mestizo que había aprendido a leer en la ciudad, y a quien la miseria obligaba a hacer la última trampa al diablo, como se decía entonces, convirtiéndose en maestro de escuela. Además, desempeñaba por necesidad el empleo de sacristán, notario del cura, es decir, amanuense, algunas veces secretario del subdelegado o del alcalde, y no pocas, mandadero. Barría la iglesia, arreglaba los ornamentos, confeccionaba las hostias, ayudaba la misa, era cantor, componía el monumento del jueves santo y el Belén en la noche buena, enseñaba a rezar a las novias, doctrinaba a los mancebos, y en sus horas de ocio el infeliz tenía la obligación de divertir al cura, al vicario y al ama de llaves. ¡Qué dignidad iba a tener un desdichado semejante, para ejercer el importante magisterio de la enseñanza!” Tal escribía Ignacio Manuel Altamirano en 1872, ¡cómo han pasado los años!
Y no precisamente porque ahora estén los maestros en Jauja económica, sino porque de alguna manera disfrutan de los beneficios que la Revolución Mexicana trajo consigo: seguridad laboral, servicios de salud, prestaciones económicas y sociales que les garantizan una vida digna; condiciones muy diferentes a las arriba detalladas.
Todavía en la primera mitad del siglo XX mexicano se hacía referencia a la labor de apostolado del maestro, una figura social íntimamente ligada al desarrollo de la Revolución Mexicana. No había pueblo en la zona rural de este país en el que no se exaltara la labor de los maestros, equipados solo con su voluntad de servir y de formar las nuevas generaciones del México que estaba naciendo a la modernidad. A ellos el presidente Cárdenas les encomendó la tarea de anunciar el evangelio de la Reforma Agraria, no pocos fueron víctimas de los latifundistas y caciques. Pero, ¿en qué etapa de este desarrollo se perdió el camino de un magisterio propositivo y creador? ¿Habrá alguna correlación entre la presencia de un sindicato todopoderoso y la baja calidad de la educación en México?
Por la manera en cómo se fue conformando el régimen político mexicano surgido de la Revolución de 1910 el gremio magisterial ha devenido en una fuerza con características de factótum político. El corporativismo es una de las facetas que caracterizaron al viejo régimen, y fue por este mecanismo que sindicatos como el del magisterio, ferrocarrileros, petroleros, electricistas, etc., se convirtieron en dóciles aunque lucrativos instrumentos de los gobiernos para demostrar la “unidad revolucionaria” de los trabajadores con el régimen a través del Partido Revolucionario Institucional. A cambio de esa acomodaticia condición las dirigencias sindicales obtuvieron riqueza personal y posiciones políticas y administrativas. En el caso del magisterio no podía ser de otra manera, considerando que es una organización que agrupa a cientos de miles de afiliados.
Le ha costado muy caro al régimen el haber mantenido bajo su control y como abonado a un sindicato de esta naturaleza, porque, de paso, un ramo tan importante como la educación ha sufrido serias deformaciones y retrasos en la medida en que este sindicato ha crecido en importancia política acomodándose a las nuevas circunstancias derivadas de la transición. El frankenstein se ha salido de control, pero es preciso aclarar que en esta deformación quien menos culpa tiene es el maestro de carne y hueso, el que no participa de las canonjías reservadas para las dirigencias seccionales y el “equipo” que las acompañan. He aquí el detalle.
Este sindicato tiene mucha historia que contar, desde los movimientos reivindicatorios encabezados por Othón Salazar, líder del Movimiento Revolucionario del Magisterio en 1957-60, hasta el cacicazgo iniciado por Manuel Sánchez Vite, a quien su ex secretario particular Carlos Jonguitud Barrios desplazó del liderazgo magisterial en 1974. Jonguitud Barrios incorporó plenamente al corporativismo a su sindicato y se pertrechó al formar la Vanguardia Revolucionaria del Magisterio a través de la cual ejerció un auténtico cacicazgo magisterial de cuyo usufructo logró para sí dos senadurías y el gobierno de San Luís Potosí. Pero del sitial de todopoderoso líder fue defenestrado en 1989 por el Presidente Salinas de Gortari a quien había ofrecido cientos de miles de votos que nunca aparecieron en las urnas de 1988. Con la vara que midió a Sánchez Vite jonguitud fue medido por Salinas utilizando a su más cercana colaboradora, Elba Esther Gordillo, para ponerla en su lugar, quien de esta manera desde 1989 sigue al frente de esa organización sindical.
En un conciso libro publicado en 1987 intitulado “Mi Breve Paso por la USED-Veracruz, el bien recordado profesor Ángel Hermida Ruiz dejo constancia documentada de cómo se las gasta el sindicato en materia de ventas de plazas, presiones a funcionarios para obtener canonjías, imposición de funcionarios, medidas de presión como la toma de oficinas: “a unos cuantos días de iniciarse las clases en las escuelas, se paralizaba en parte la actividad administrativa, por la exigencia de obtener plazas de asignación automática”, escribía. Con la dignidad por delante el maestro Hermida no soportó ni la presión ni el cúmulo de irregularidades a que obligaba el sindicato y presentó su renuncia al entonces Secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles.
Este sindicato interviene en la política educativa, propone o destituye funcionarios, controla y vende las plazas a su antojo y beneficio, cuenta a su disposición con miles de profesores comisionados con cargo al erario y, últimamente, dispone de dos franquicias partidistas para entregar a sus incondicionales cargos de elección popular, el PRI y el partido Nueva Alianza sirven de agencias de colocación. La lideresa magisterial, Elba Esther Gordillo, consciente de la coyuntura actual sabe bien de la utilidad de su partido y está dispuesta a obtener los mejores dividendos; ya lo ha manifestado: hará negocio con el partido que más ofrezca en beneficios para la educación, según dice, pero en el fondo todo se reduce a incrementar el poder coyuntural de Nueva Alianza, aumentar las prerrogativas y convertirlo en factor de decisión ya en el ramo de la educación, ya en las posiciones que consiga o en las votaciones del Congreso. Si su estrategia tiene éxito, no deberá extrañar que pronto consiga en alianza con otras franquicias partidistas una gubernatura de estado. ¿O ya la tuvo en Coahuila?)
Mientras, la añorada Reforma Política duerme en el discurso legislativo. De allí la importancia de la participación, ciudadana porque la clase política discute la conveniencia aparentemente de todos, pero desde enfoques de intereses meramente partidistas, que no siempre se corresponden con el interés general.
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