Fortin Municipio que Florece!!!

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martes, 29 de noviembre de 2011

Catarsis Por: Alfredo Bielma Villanueva


CAMALEON
28/11/11
Cuando el 1 de marzo de 1929 en el teatro Iturbide de Querétaro se iniciaron los trabajos de la Convención, que crearía al Partido Nacional Revolucionario y de paso elegiría a su candidato a la presidencia de la república, los 950 delegados ya sabían que el escogido sería Aarón Sáenz, amigo de Calles y del desaparecido Obregón. El propio Sáenz estaba seguro de que así sucedería pues todas las señales lo indicaban, excepto que en el panorama habían incrustado a un actor político recién arribado al país, proveniente de Brasil en donde cumplía con una misión diplomática.

Era Pascual Ortiz Rubio, a quien por instrucciones de Calles el presidente Portes Gil había invitado a incorporarse a su gabinete en la Secretaría de Gobernación, un movimiento aparentemente sin trascendencia, hasta que inopinadamente fue incluido como precandidato a la presidencia de la república.

En la orden del día de la Convención figuraba como primer punto elegir la directiva de la asamblea, que quedó integrada con los callistas: Manuel Pérez Treviño, como presidente, Luís L. León como secretario, Filiberto Gómez, Melchor Ortega y Gonzalo N. Santos como vocales, Aarón Sáenz era la consigna y contaba con la adhesión de, por lo menos, 800 delegados. De pronto, todo se confundió y la decisión o las preferencias dieron un radical vuelco, ahora a favor del Ing. Pascual Ortiz Rubio. La compra de voluntades había funcionado a tal grado que Aarón Sáenz no se presentó al Teatro Iturbide alegando un gran fraude, “chanchullos y cohechos”, dejando el camino libre a quien sería presidente de la república para concluir el periodo 1928-1934 que debía haber ejercido el malogrado caudillo Álvaro Obregón.

Las crónicas de aquella Convención subrayan el gran viraje, la capacidad de control de quienes operaban las consignas callistas y la maleabilidad de los delegados pues, sin más, -venta de conciencias de por medio- cambiaron sus preferencias hacia Ortiz Rubio,  eran los mismos que, días previos a la celebración de la Asamblea que lanzaría al escenario político de México al Partido Nacional Revolucionario, se habían mostrado incondicionales y hasta aguerridos partidarios de Aarón Sáenz.

Sin duda, no hay parangón alguno entre lo acontecido a Sáenz en 1929 y lo que acabamos de presenciar con la declinación de Manlio Fabio Beltrones respecto de su aspiración como candidato priísta a la presidencia de la república. No obstante, la analogía radica en la cargada, ahora estupendamente organizada por operadores políticos formados en la usanza priísta, Manlio lo sabe y sin duda reflexionó-como Sáenz en su momento- que no había de otra. De lo contrario, una actitud de abierto rechazo al procedimiento por parte del senador sonorense hubiera provocado grave cisma al interior del PRI, repitiendo la experiencia del 2006 que solo a sus adversarios aprovecharía.

A pesar del amargo trago Sáenz sobrevivió largo tiempo en la política y los negocios. Por su parte, Manlio Fabio Beltrones que, según su argumento, prefirió ser un hombre útil que protagonista de un desastre, conoce del embrollo político y ha decidido jugar a las circunstancias pues bien ha demostrado que sabe cómo hacerlo, así lo constata el haberse convertido en el eje de las negociaciones y decisiones en el senado de la república a pesar de que su bancada es minoritaria en esa cámara legisladora, lo que tampoco fue obstáculo para resolver el difícil trance en que se convirtió la asunción del nuevo presidente de la república en 2006.

De lo que acuerden los diferentes grupos que integran la nomenklatura priísta nos iremos enterando conforme transcurra el proceso electoral 2012, pero finalmente lo que importa al PRI es enfrentar unificado la avalancha que viene, por la que algunos tropezarán en el camino debido al pesado fardo que cargan sobre sus lomos, pues ni el PRI ni las circunstancias por las que atraviesa el país se acomodan para disimular que no pasa nada, la pronta salida de Moreira pudiera comprobarlo.

¿Podrán los partidos políticos presentarle a la ciudadanía mexicana un perfil de candidatos que señalen un cambio en actitudes acordes con la mutación de nuestro sistema político? Y, por su parte, ¿hasta qué grado la ciudadanía mexicana está compenetrada de la idea de que es posible un verdadero cambio a través de la participación electoral? Por lo pronto, las encuestas de opinión sugieren que sí hay “pueblo político”, es decir existe una conciencia ciudadana atenta a lo que acontece en nuestro país, más enterada, más crítica y con deseos de participar, de contribuir en los cambios a que haya lugar.

Para nadie es un secreto el que la opinión pública en México no tiene en buenos términos a la clase política y a los partidos políticos de este país. La propia clase gobernante así lo asume y, en consecuencia se protege, de allí que no se haya aprobado en la cámara de diputados en el proyecto de reforma política el tema de las candidaturas independientes, no al menos para que entrara en vigor en el proceso electoral en curso; ahora que el PRI mantiene una elevada probabilidad de regresar a Los Pinos, una disposición legislativa que propiciara candidaturas independientes significaría un auténtico harakiri.   

Pero no todo se circunscribe al ámbito de lo político, la clase política no debiera excluir de su agenda el debate sobre el modelo económico. La realidad comprueba que con el PRI o el PAN en la presidencia de la república todo seguirá igual en materia económica mientras persista la implementación neoliberalismo económico, en buena medida impuesto por el Fondo Monetario Internacional. Las críticas del priísmo contra el gobierno panista de Calderón se centran en el pírrico porcentaje de crecimiento (“2%, cuando mucho 3%”) de la economía, olvidan que esa es una constante desde los priístas De la Madrid, Salinas y Zedillo y que las crisis económicas que datan de fines del gobierno de López Portillo a la fecha son cada vez más recurrentes, porque el meollo está en el modelo económico, no radica, al menos en lo esencial, en si un partido lo hace mejor o peor que el otro.

Estamos en el umbral histórico de un proceso electoral que se desarrolla en un contexto atípico, en el que la inseguridad toma un papel protagónico. En pocos meses podremos comprobar hasta qué grado nuestras instituciones democráticas han madurado y si están a la altura de las circunstancias imperantes. La sociedad y el gobierno habrán de asumir la responsabilidad que a cada cual corresponde, a la ciudadanía le compete hablar por la primera, el respeto a la democracia le incumbe al segundo ¿estarán a la altura del momento histórico que vivimos? Poco vivirá quien no lo vea.

alfredobielmav@hotmail.com         http://www.oterociudadano.org.com/

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