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sábado, 5 de noviembre de 2011

Espejo del pasado Por: Alfredo Bielma Villanueva

CAMALEON
Sáb, 05/11/2011
Un proyecto utópico es, pudiera afirmarse, aquel que contradice las leyes científicamente comprobadas y porque de cualquier manera su realización cae en el renglón de lo imprevisible. Platón, en la Antigüedad Clásica, Tomás Moro y Campanella, entre otros en el Renacimiento, se significaron por su actitud crítica ante los acontecimientos de su época, son calificados como reformadores porque sus planteamientos fueron base de los  afanes que al interior de la colectividad se estaban concientizando. Al ser una ilusión, la utopía se constituye como parte de las esperanzas del momento, proyectadas en la búsqueda de nuevas formas de organización social. En realidad, el hombre no ha dejado de crear utopías, solo que cuando se formulan  su condición coetánea les impide ser advertidas por el grueso de la población.

¿Será una utopía reflexionar y apetecer que en México se reduzcan la corrupción y la impunidad? Puesto que un fenómeno de esta naturaleza conlleva elementos de caracteres culturales e históricos, pedir su total desaparición implicaría desconocer aquellos factores que las hacen posible en nuestro contexto social y, entonces, caeríamos en una utopía.

Tomemos por caso el asunto de la deuda pública que dejó Humberto Moreira en Coahuila a su paso por el gobierno de ese Estado. El asunto toma grado de paradigmático porque lo que se imaginaría imposible aquí se hizo realidad; ya que no es fácil incrementar una deuda pública de 300 millones a 30 mil millones de pesos. Otro caso de similares características lo experimentamos en el estado de Veracruz, en donde Fidel Herrera Beltrán acrecentó la deuda pública de 3 mil 500 a mucho más de 30 mil millones de pesos. Lo interesante es que ante este fenómeno la ciudadanía permanece impávida en ambos Estados, comentando el tema solo soto vocce.

En nuestro muy peculiar entorno casi se podría asegurar que de no haber ascendido Humberto Moreira a la presidencia del PRI nadie hubiera intentado reclamación alguna sobre la deuda que heredó. En este asunto, fueron senadores panistas  quienes se dieron a la tarea de investigar y formular cargos en contra del priísta y existe por ello un acuerdo del senado para que la PGR investigue sobre el particular. En Veracruz, el señalamiento contra Fidel Herrera provino de un actor político beligerante, como lo es Miguel Ángel Yunes, aunque en este caso la denuncia pública se orientó hacia derroteros diferentes a la deuda pública, pero igualmente graves. ¿Habrá consecuencias jurídicas en alguno de estos dos casos?

Ante la imposibilidad de adivinar el futuro, recordemos el pasado: El licenciado José López Portillo fue presidente de la república de 1976 a 1982, sus inicios como gobernante estuvieron marcados por la impronta de resolver los agudos problemas políticos heredados por su antecesor y, además, nivelar la nave económica y financiera que ya estaba haciendo agua debido a la irresponsable gestión pública de Luís Echeverría. Pero apenas se descubrieron los nuevos yacimientos petroleros que colocaron a México en la lista de principales productores de petróleo, López Portillo se convirtió en Jeque árabe y conminó a la población mexicana a “administrar la abundancia”; casi un decir “no se aceleren ahora que somos ricos”, cuando él era precisamente el primer acelerado.

Un gobierno apresurado, lúdico, frívolo, el de López Portillo dejó como consecuencia una mala administración degenerada en una deuda pública externa que ascendía a 82 mil 500 millones de dólares, cuando la había recibido de Echeverría de 20 mil millones de dólares. El escándalo fue mayúsculo, al grado que de la Madrid, candidato priísta a la presidencia de la república, introdujo en su campaña el tema de la Renovación Moral.

“La renovación Moral-decía de la Madrid- exige que el Estado asuma estas responsabilidades fundamentales: que prevenga la deshonestidad en sus relaciones con la sociedad. Para ello la administración pública debe ser honesta, profesional y eficaz…es indispensable poner a disposición del pueblo el poder del Estado, para que sea él mismo la gran fuente de protección a sus derechos y de su control sobre la arbitrariedad y la corrupción. Que se identifique, investigue, procese y sancione con legalidad, eficiencia, severidad e imparcialidad, la corrupción pública y privada.”

Con base en estos postulados, el conocido jurista y catedrático universitario Ignacio Burgoa Orihuela, presentó el 7 de febrero de 1983 denuncia ante el Ministerio Público Federal por el delito de peculado contra la Nación Mexicana “presuntivamente cometido por el ex presidente José López Portillo y por los funcionarios públicos y paraestatales encabezados por él; la ratificó el 16 del mismo mes. En su antecedente IV la denuncia dice: “Los funcionarios del gobierno de José López Portillo, encabezados por este mismo, que concibieron y concertaron los citados empréstitos públicos y recibieron su importe con cargo al crédito de la Nación, no solo no aplicaron el dinero respectivo a los objetivos de todo empréstito público que señala la Constitución del país, sino que, al darle un destino diferente, provocaron enorme endeudamiento en que nuestro pueblo está sumido padeciendo todas las consecuencias que de esta situación se derivan, fenómeno que nadie puede negar”.

Sin embargo, la Procuraduría General de la República llegó a la conclusión “que no hay elementos para ejercitar la acción penal en contra del ciudadano que tuvo a su cargo el Poder Ejecutivo de la Unión en el periodo comprendido entre el primero de diciembre de 1976 y el 30 de noviembre de 1982”. Burgoa epilogó: el ministerio público “con su resolución demostró que frente a los intereses políticos, muy alejados y hasta opuestos al interés nacional, el Derecho es inoperante, por más que sofistica y malévolamente trató de apoyarse en él y sorprender así a la opinión pública. Sin embargo, el veredicto del pueblo que piensa y razona ya se emitió y la historia lo registrará indeleblemente”. Como se podrá advertir, no hay nada nuevo bajo el sol, solo que ahora las condiciones objetivas son muy otras.

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