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lunes, 4 de febrero de 2013

Veracruz: ¿pobre o prospero? Por: Alfredo Bielma Villanueva


CAMALEON


Desde siempre, en el entorno nacional se ha tenido la impresión que Veracruz es un estado rico, lo que es correcto si aquilatamos sus atributos naturales y en este sentido no debiera quedar duda alguna de que es así. Sin embargo, tampoco sería falso si se afirmara que en proporción mayor sus siete millones y medio de habitantes sufren pobreza extrema, pobreza alimentaria o pobreza de patrimonio, otro irrefutable aserto. En esa paradoja Veracruz comparte el rango de los Estados más pobres de México, tercer lugar en pobreza, solo por debajo de Chiapas y Oaxaca. Desde el exterior, de España, por ejemplo, extrañado, cualquiera se preguntaría el porqué de esa pobreza.
El territorio veracruzano es rico en recurso hidráulico, con enorme extensión de tierra para el cultivo que le permite ser un destacado productor de caña de azúcar, tabaco, café, piña, cítricos, mango, plátano, papa, maíz, arroz etc. Además, de su subsuelo se extrajo buena parte del petróleo que ayudó a sacar adelante al país durante los años del despegue económico. Entonces, ¿por qué dos millones de veracruzanos viven en pobreza alimentaria y más de la mitad de la población en pobreza de capacidades y de patrimonio? ¿Por qué hay, por lo menos, 14 municipios en condiciones de pobreza extrema? ¿Por qué somos el cuarto estado con menos poder adquisitivo? ¿Por qué nuestra entidad cuenta con mayor número de familias que reciben apoyo del programa Oportunidades? ¿Por qué emigran cien mil veracruzanos cada año, 65 mil de los cuales son jóvenes? (Copladever 2010).
Los parámetros que se manejan para medir la pobreza son el ingreso de la gente, el rezago educativo, el acceso a la seguridad social y los servicios de salud, alimentación, calidad de vivienda y servicios. En ese orden habrá que reconocer que uno de los factores que dificulta la entrega de servicios públicos a los habitantes de este estado es su elevada dispersión a lo largo de más de 71000 km2. Otro factor a considerar es la numerosa población indígena asentada en diferentes sierras, y sin duda entre estos factores debemos considerar a un buen número de gobiernos estatales que no hicieron gran cosa por este estado a pesar de los miles de millones de pesos puestos a su disposición.
En el tránsito de 50 años la administración pública veracruzana ha visto acrecentar su burocracia hasta padecer una patológica obesidad y un erario que ha devenido de 150 millones de pesos como presupuesto anual en la década de los sesenta hasta los más de 93 mil millones de pesos para el ejercicio fiscal de 2013. En la perspectiva histórica es relativamente fácil señalar qué gobiernos estatales han dejado en mayor medida frutos positivos, empero no es este el espacio para ventilarlo sin lastimar susceptibilidades. Sin renunciar al derecho que todo ciudadano tiene para calificar a sus gobernantes, dejémoslo a la objetividad de la academia para que en números fríos aporte su veredicto científico, por su parte, la ciudadanía ya tiene formado un juicio respecto de la capacidad depredadora de sus políticos y de algunos gobernantes.
El gobernador Duarte de Ochoa se fijó como meta de su administración abatir el 50% de la pobreza extrema, para lograrlo implementa el programa Adelante y puso en operación el programa “Adiós a la Pobreza” en Mixtla de Altamirano, un proyecto que fue premiado por la ONU por sus resultados, que incluyen el respeto a los usos y las costumbres indígenas. Es exitoso el experimento sin lugar a dudas, pero habría que probarlo en otras comunidades para que pinte en las estadísticas porque la pobreza es un enemigo que se reproduce cual hiedra venenosa, tal como lo registra el hecho de que Veracruz figura entre los Estados con mayor marginación social y uno en donde el número de pobres se incrementó en 600 mil individuos, mientras que en Guanajuato fueron 309 mil y en Chihuahua 255 mil, esto según el Coneval, organismo que mide la pobreza en México y evalúa los programas y políticas sociales.
En su condición de diputado federal, al proponer modificaciones a la Ley Orgánica de la Administración Pública en 2009, el actual mandatario veracruzano expresó que “los delegados federales no pueden ser operadores de algún partido político ni actuar de manera clientelar…” una aseveración que estaría bien poner en práctica en Veracruz ahora que estamos en pleno proceso electoral para elegir legisladores y ayuntamientos nada menos que para cuatro años y toda vez que tenemos nuevo delegado al frente de Sedesol, la dependencia encargada de implementar los programas sociales del gobierno federal.
El Programa Adelante que ejecuta el gobierno estatal está inspirado en Solidaridad, de exitosos resultados en la época del Salinato y que en Veracruz se aplicó con efectos positivos durante el cuatrienio de Dante Delgado. No fue por casualidad que el presidente Salinas se desplazara a Tepetlan, un municipio serrano ubicado cerca de Naolinco, para inaugurar las obras de pavimentación de calles y servicios públicos realizadas por la comunidad. Si Adelante logra trascender los límites de solo ciertas municipalidades se podrán advertir avances en el Estado. Porque, en Tepetlan antes, como ahora en Mixtla de Altamirano, no es suficiente cambiar fachadas urbanas o poner pisos de cemento, sino que toda acción de beneficio social debe acompañarse con fuentes de empleos que retengan a sus pobladores en el lugar. No acontezca lo que en Landero y Coss (y otras localidades veracruzanas) en donde casi todas sus calles lucen pavimentadas generando percepción de progreso, pero buena parte de sus varones ha emigrado en busca de oportunidades de empleo.  
En el Estado de Veracruz es elevado el rezago social, de allí la necesidad de hacer sinergia entre los programas estatales de desarrollo social y económico con los similares de la federación. Por esto, ahora que ya está Ranulfo Márquez al frente de la delegación de Sedesol-Veracruz, esperamos que aproveche su nutrida experiencia para cumplir eficaz y responsablemente con su encomienda, y que recuerde a conciencia aquello que pronunció cuando en agosto de 2010 tomo posesión de la presidencia del PRI en el estado: “un gobierno con intenciones electoreras disfrazadas en un aparente combate a la pobreza, termina por ser un pobre gobierno”. Amen.
      

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