Cuando Peña era candidato, avisó
sutilmente que elevaría el IVA en su tasa del 16% a una mayor, la cual se
espera pueda llegar al 20 o 21% si es que se lleva a cabo su plan de
desaparecer las cuotas obreras, y las patronales al seguro social, e inscribir
a todos los mexicanos en dicha institución.
Cuando escuché la propuesta me encantó la idea, porque el costo de las
medicinas y la salud es brutal. Sin
embargo, hoy que he reflexionado al respecto, me doy cuenta de que incluso en
países ordenados y civilizados como Canadá, cuando toda la atención médica
recae en el estado, la calidad de los servicios baja irremediablemente. Y en
México con un tercio de la población asegurada, la situación es gravísima, en
cuanto a disponibilidad de medicamentos y atención médica de calidad para los
derechohabientes, por la saturación en la demanda de servicios y el nulo
incremento en la oferta de los mismos.
Durante las campañas, tuve la oportunidad
de participar en un foro con los senadores Pepe y Héctor Yúnes. En ese foro mi participación se dirigió a
explicarle a los (en aquél entonces) futuros senadores, el costo de la
corrupción en el país. Le dí un breve
repaso a la corrupción en aduanas, mencionando que son como territorio de
negocios para los consentidos de cada sexenio. La brutal corrupción en
organismos paraestatales como Pemex, CFE, y todos los demás. La distracción de recursos hacia sindicatos,
el desvío de fondos en toda obra pública y recursos enviados a cualquier área
de gobierno, en la cual, los gestores (léase diputados) obtienen un porcentaje,
los responsables de asignar la obra pública otro, y así para adelante,
asignándose en realidad a la obra un máximo del 40% del recurso original. Lo mismo sucede en programas de gobierno de
todo tipo, incluyendo los de Sedesol.
En fin, insistí mucho en que algo hay que hacer para disminuir un poco
el saqueo de las arcas públicas, pues parece que no llegan funcionarios sino
piratas a repartirse el botín.
Hoy sabemos que José Yúnes es presidente
de la comisión de Hacienda de la Cámara de Senadores. Y sabemos que Héctor a pesar de no tener una
comisión muy llamativa, pero sí muy importante como la de protección civil, es
un senador con peso en la cámara por su relación con Manlio Fabio Beltrones.
Ya sabemos que ambos gozan de especial
afecto del propio presidente, y tienen
un peso específico en la Cámara Alta.
Hoy se podría esperar de ellos que además de estar allí, y hacer
política, también hagan algo por México y por Veracruz.
Por ejemplo, podrían enviar un exhorto a
la secretaría de hacienda, informando que los senadores no van a aprobar ningún
nuevo impuesto, hasta que se alcancen los niveles de corrupción de nuestros
principales socios internacionales.
Llevando al extremo las comparaciones que siempre hace el gobierno
federal con nuestros socios comerciales de la OCDE.
Si quisieran pasar a la historia ellos
dos, podrían comenzar a pensar en grande, pensar en México, y obtener los
recursos que su presidente de la República necesita urgentemente para llevar a
cabo sus proyectos. Obtener esos recursos del lugar que mayor satisfacción
traería para su partido y su gobierno, de la terrible y brutal corrupción que
vivimos día con día.
Claro que ellos tienen su corazoncito, y
tendrían que dejar de ser aliados de sus congéneres políticos y aliarse con el
pueblo, pero esa alianza es la que más poder y más votos les daría a ambos o a
cualquiera de los dos. Y de llevar a
cabo una reducción de la corrupción, lidereada por cualquiera de ellos, se
verían no sólo como posibles candidatos a la gubernatura de Veracruz, sino a la
propia presidencia de la República.
¿Verán la oportunidad? ¿Estarán a la
altura de su histórica situación? ¿Hará algo Peña Nieto? O simplemente aumentarán los impuestos al
pueblo en su calidad de siervo, mientras que los de siempre, seguirán
sirviéndose con la cuchara grande, sobre el hambre de la mitad de los
mexicanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario