Se ha dado cuenta
amable lector, que en nuestro país, la izquierda es una verdadera caricatura de
lo que debiera ser la actitud de quien se identifique como tal.
Los de izquierda son de
avanzada, ecologistas, cuidadosos del medio ambiente y buscadores de mejoras
para la población más marginada. En
México aumentar los precios de la gasolina, y evitar el subsidio a los precios
de los combustibles se convierte en tabú para la izquierda. Sin embargo, eliminar esos subsidios lleva a
recaudar directamente a las clases medias y altas, lo cual podría implicar que
esos recursos pudieran llevarse al combate a la pobreza. Pero el combate a la pobreza no es regalar
dinero a los pobres, la verdadera política de combate a la pobreza debiera ser
aquélla que permitiera generar empleos, riqueza y mejores condiciones de vida
para esos cincuenta y tres millones de mexicanos que se ubican debajo de la
línea de pobreza según el INEGI. Si a
ello le añadimos el beneficio para el medio ambiente, ante la reducción en el
consumo y con ello de la contaminación por los combustibles, la izquierda
debería de aplaudir los aumentos y buscar redistribuir ese subsidio hacia otros
fines… Pero en México no pasa esto.
Siguiendo con el tema
de los combustibles. Todos en México sabemos que PEMEX es un nido de corrupción
y generador de riqueza para unos cuantos mexicanos. Adicionalmente sabemos que
importamos gasolinas, y que ello provoca que se tenga que subsidiar la gasolina
que se vende en el país. Lo lógico
sería producir gasolinas en México. Se
entiende que el gobierno no tiene el dinero para echar a andar las refinerías
necesarias, entonces la solución es que el petróleo se refine en México
mediante empresas privadas. La izquierda
grita: ¨pecado mortal¨. E impide que se instalen refinerías financiadas por
capital privado, a cambio de ello, la izquierda mexicana apoya que una
refinería en Houston, sea la que produzca nuestras gasolinas, y nos las venda a
los mexicanos a precio de dólar, con la ventaja para la izquierda, de que los
empleos que genera esa refinería, se crean en Estados Unidos, no en
México. Absurdo pero real.
La izquierda en México
defiende a los sindicatos, en particular a algunos terriblemente
corruptos. Lo hacen por razones
políticas, no por razones ideológicas, pues lo razonable sería que la izquierda
luchara en contra de entregar tantos recursos a sindicatos, como el de los
petroleros, el de los maestros, el del ISSSTE, el del IMSS, etc. Y usar esos
recursos para mejorar el nivel de vida de los propios trabajadores, en lugar de
solapar que los líderes sean los que lucren con el dinero que es de todos los
mexicanos, y que se reparte mediante conquistas sindicales, a pequeños grupos
de ciudadanos trabajadores, a costillas del bienestar de la mayoría de los
mexicanos, que no tenemos acceso a esas prestaciones, pero que tenemos que
pagar por ellas, para unos cuantos.
Cuando de justicia
social se trata, la búsqueda de la izquierda es clientelar. A tal grado son especialistas en ello, que
Enrique Peña Nieto tuvo que acudir a una experta en el manejo clientelar de los
apoyos a los más necesitados, para hacerla titular de la Secretaría que se
encarga del desarrollo social. Así se
anuncia una cruzada contra el hambre, que una vez que se analizan los
municipios a los que va dirigida, se entiende que no va contra el hambre, sino
contra los votos en contra del PRI en zonas urbanas de pobreza media o baja,
pero no combate la verdadera pobreza en los municipios más pauperizados del
país. Y lo peor de todo esto, es que a
pesar de saber la izquierda que van a utilizar sus métodos clientelares, nadie de la izquierda eleva la
voz para protestar por estos usos maquiavélicos de la necesidad humana y del
presupuesto público.
México necesita una
verdadera izquierda, pero esa no está
representada hoy ni por el PRD, ni por Movimiento Ciudadano, ni por el PT, y
mucho menos por MORENA. En México
estamos huérfanos de una verdadera izquierda y ávidos de que aparezca.
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