Alfredo Bielma Villanueva
Izquierda mexicana
Cuando hablamos de izquierda mexicana, subrayando la nacionalidad, lo hacemos con la pretensión de calificar a la tendencia político-ideológica que en este país destaca por ser libresca, dogmática, sectaria, difusa, acrítica, inmadura, etc. y que peca de un infantilismo sin par. No es de ninguna manera un denuesto, no al menos cuando se intenta retratarla con cierta benevolencia tomando en consideración los rasgos que históricamente ha mostrado en este país. Después de este exordio, habrá que explicar el porqué.
Tradicionalmente en México los partidos políticos han tomado su denominación según lo que defienden, o dicen defender. Durante los álgidos días del inicio de nuestra independencia los bandos opuestos se agruparon en independentistas y en realistas; después, cuando el debate se polarizó en la forma de gobierno, el enfrentamiento fue entre federalistas y centralistas. Previo al Constituyente de 1857 y durante la Reforma los bandos se escindieron entre Liberales y Conservadores y andando el tiempo, ya en la madurez decrépita del porfirismo, estos últimos se apiñaron en el grupo elitista del poder denominado los “científicos”, con el propósito de mantenerse en el presupuesto en contra de quienes pugnaban por derrocar a la prolongada dictadura porfiriana que asoló al país durante treinta años con el cuento positivista de “orden y progreso”.
Es en base al marco normativo creado por la Constitución de 1917 que surgió en noviembre de 1919 el Partido Comunista de México, uncido al movimiento comunista internacional que buscaba implantar ese régimen de gobierno en México. En 1921 este partido impulsó la creación de la Confederación General de Trabajadores para oponerse a la fuerza política de la CROM, una central obrera que Luís N. Morones, su fundador, utilizaba para incrustarse en el poder político a través de prácticas que iniciaron el corporativismo en este país. En su atribulada existencia el Partido Comunista fue declarado ilegal en 1929. En 1935 el gobierno de Cárdenas le devolvió el registro, pero en 1940 volvió a la clandestinidad no sin antes haber cooperado en la formación de la CTM en 1936. Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros figuraron entre su militancia más distinguida. De entre sus líderes, Valentín Campa y Otón Salazar encabezaron movimientos de protesta y de huelga al frente de ferrocarrileros y maestros, respectivamente, y su intento por “derrocar al gobierno” lo pagaron con cárcel. No faltaba más, el PC padeció el habitual divisionismo en sus filas, porque el estalinismo y el trotskismo discutían la forma de acceder al poder en México.
Mientras el PC se encontraba en la clandestinidad, en 1949 apareció en la geometría política mexicana el Partido Popular, de orientación laborista, fundado por el líder político, ideólogo y catedrático Vicente Lombardo Toledano. En 1961 cambió de denominación a Partido Popular Socialista, pero siempre se mostró colaboracionista con el gobierno y en más de un ocasión apoyó las candidaturas presidenciales del PRI; entre otras razones por esto se calificó al PPS como un partido palero o, más técnicamente, un partido paraestatal. En el colmo del entreguismo, pragmatismo le llaman otros, en 1975 sacrificó el presumible triunfo electoral de su candidato al gobierno de Nayarit, Alejandro Gascón Mercado. A cambio, el gobierno favoreció a su presidente, Jorge Cruickshank García, llevándolo como candidato del PRI al senado por Oaxaca, en alianza con el PPS; así se la gastaba este partido de izquierda, también conocido como el ni, ni, ni, porque, decían, no era ni partido, ni popular, ni socialista.
La reforma política de 1977 sacó de la clandestinidad al Partido Comunista y abrió la puerta para el registro de otras expresiones de la muy versátil y fraccionada izquierda mexicana. En 1981 surgió la idea de unificar todas las agrupaciones de la izquierda, dando origen al Partido Socialista Unificado de México; de allí surgieron Amalia García, Pablo Gómez, José Woldenberg, Martínez Verdugo. Este último fue su candidato a la presidencia en 1982.
En 1987 de la fusión del Partido Socialista Unificado de México y el Partido Mexicano de los Trabajadores surgió el Partido Mexicano Socialista en un intento por consolidar a la dispersa izquierda mexicana. Entonces postuló a Heberto Castillo para la presidencia de la república, pero este, advirtiendo que su campaña no levantaba, el 6 de junio de 1988 adoptó la inteligente decisión de declinar a favor de Cuauhtemoc Cárdenas Solórzano. Después de la problemática elección, el Partido Mexicano Socialista se sumó al Frente Democrático Nacional cediéndole su registro para que naciera el Partido de la Revolución Democrática en 1989.
Durante el gobierno de Salinas de Gortari se formó- 8 de diciembre- el Partido del Trabajo integrado con organizaciones sociales de Chihuahua, Durango, Zacatecas y Monterrey, principalmente.
El 1 de agosto de 1999 nace el partido político Convergencia por la Democracia, ideológicamente suscrito a la socialdemocracia. Su fundador, Dante Delgado, había sufrido cárcel acusado de diversos delitos. Siempre se sospechó que lo suyo había sido un ajuste de cuentas entre correligionarios políticos en divergencia. No cabía otra explicación porque una vez concluida su responsabilidad al frente del gobierno veracruzano, en 1992 lo nombraron embajador de México en Italia, y cuando la campaña electoral de Zedillo a la presidencia de la república en 1994 se desempeñó como Secretario de Organización del Comité Ejecutivo del CEN priísta y ya presidente Zedillo lo designó Procurador Agrario. Los disensos con Zedillo le provocaron la acusación que lo condujo al presidio.
Demostrándole solidaridad Cuauhtémoc Cárdenas visitó a Dante en su refugio de Pacho Viejo, ese gesto comprometió moralmente al dirigente de Convergencia con el ingeniero michoacano cuando este fue candidato a la presidencia en el año 2000; tal fue la circunstancia que le impidió a Dante escuchar la invitación de Vicente Fox a sumarse a su proyecto. De allí para adelante Convergencia ha estado adscrito al movimiento de izquierda nacional. ¿Quién dice que las circunstancias no cuentan?
Esta es la historia sucintamente contada sobre una izquierda fraccionada, sumergida desde siempre en un mar de confusiones, divisiones y conflictos, de intereses personales y de grupos que, como se ha observado en Veracruz., aunque no todos, privilegian el beneficio personal al interés general. Como en este segmento de la geometría política mexicana usualmente con dos es suficiente para crear una fracción, al interior del PRD menudean las “corrientes”: Movimiento por la democracia, Movimiento Cívico, Red Izquierda Revolucionaria, Unidad y Renovación, Nueva Izquierda, Izquierda Social, Izquierda Democrática Nacional, Alternativa Democrática Nacional, Foro Sol Nuevo. En el papel apantallan, en la realidad con cuatro arman un grupo. ¡Claro! Está también el mega grupo MORENA de López Obrador, capaz de desestabilizar a los demás e imponer la intransigencia como opción política.
Pero, al margen de los tradicionales vividores de la izquierda, el llano es incendiario de tal manera que quienes por convicción -AMLO, por ejemplo- están detrás de movimientos reivindicatorios allí encuentran una legión de seguidores prestos para la lucha; no tienen nada que perder y el trote de la historia siempre es hacia adelante.
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