*Proverbio hindú: “No hay árbol que el viento no haya sacudido”. Camelot.
Por: Gilberto Haaz DiezLLAMADAS A PICUDOS
Hace cosa de un par de noches, con un par de amigos contertulios, sin quehacer, mientras tomábamos una copa de vino y comíamos una pizza italiana en el antiguo ‘Andiamo’ de Orizaba, ahora llamado ‘Scatolari’, cerca de nuestra Alameda orizabeña, pizzas muy parecidas a las originales italianas que comí una vez que me guió el padre Alejandro Melchor a la parte de Roma en el Barrio de Trastevere; zona por donde vivió y aprendió el italiano a la Berlusconi (eso fue en octubre de 2006, cuando elevaron al altar de los picudos eclesiásticos a Rafael Guizar y Valencia, en Ciudad del Vaticano, primer obispo mexicano en ser santo, allí vi de a lejitos a Benedicto XVI, que opera la iglesia con mano firme y fue el que sacó tarjeta roja al tal Marcial Maciel, el legionario maloso), al revisar mi Nextel, quisimos saludar a algunos políticos muy relevantes, desde secretarios de Gabinete a alcaldes, diputados y hasta un exalcalde que, como la zarzamora: llora que llora por los rincones, pero llora porque ya no lo es. Senadores no, porque ahora no me llevo con ninguno, son cuatro: Herviz, Bueno Torio, Rafael Ochoa Guzmán y Dante Delgado Rannauro, de quien hace mucho no sé de él y hace como que la virgen le habla. De diez llamadas nueve pasaron, al gobernador Duarte no hubo, porque a él lo contacto cada que puedo por la Blackberry, donde suele responder cuando tiene tiempo.
LOS DEMAS
A Juan Manuel del Castillo, tampoco, ahora debe andar como trompo chillador porque le cayó chamba extra, ser secretario particular de un gobernador es algo que ni la tarjeta Masterd Card puede comprar. Con algunos quedamos de comer o desayunar pronto o, mínimo, un café. Ya saben ustedes como ‘chorean’. Todos respondieron, se les saludó y se grilló unos minutos, que las llamadas para eso eran, para enterarse de la grilla, pero hubo uno que ni fu ni fa. Adolfo Mota Hernández, secretario de Educación, después de las dos alertas nos rendimos. Deprimidos bajamos la guardia. Nos sentíamos como brasileños tirando penaltis. Pensamos estaría en junta ejecutiva y mejor lo dejamos por la santa paz. Queríamos saber qué requisitos se necesitaban para ser maestro, por si algún día hay que pedir chamba.
Entre una pizza y plática relajadora y una buena copa de vino se nos fue la noche. Del vino, dijo Platón que es la leche de los ancianos y Sir Winston Churchill, que no le pegaba al vino, pero si era ‘chupamaro’, llegó a decir: “El alcohol me ha dado mas que me ha quitado”. Una anécdota lo retrata: Nancy Astor, Vizcondesa de Astor, esposa de Waldorf Astor, fue la primera mujer integrante del parlamento inglés como representante del Partido Conservador Británico. Sin lugar a dudas fue una noble con tintes de trascendencia y tuvo una activísima vida pública hasta su muerte en 1964. A pesar de eso, tal vez por lo que más se le recuerda es por el intercambio verbal que sostuvo con Winston Churchill, cuando agarraba por su cuenta las parrandas.
“Usted, Mr. Churchill, ¡Está borracho!”. Le dijo Lady Astor al premier inglés.
“Y usted, Lady Astor, ¡está fea! Y yo estaré sobrio en la mañana”, contestó Churchill.
Entre trago y trago y un puro a la boca, el buen Winston se vivía en la maledicencia a Hitler, a quien logró derrotar con un poco de ayuda de los gringos. En la Provenza, donde hay viñedos perrones, dicen que un día sin vino es un día sin sol. Tengo un amigo que suele tomar el Vega Sicilia, pero a mi no alcanzarme para eso. Y debo decir que jamás lo he probado, aunque una noche calurosa en el Mercado de San Miguel, en Madrid, pedazo de la España en que no nací, tentado estuve a pedir una copa de 40 euros, precio que Perro Uribe diría que con eso come una semana, estaba fuera de mis quincenas. En asuntos del vino, hay un detalle que ocurrió. Va.
NUNCA PREGUNTAR
Un hombre está sentado en la terraza con su esposa, compartiendo una botella de vino, cuando dice: “Te amo”.
Ella pregunta: “¿Eres tú o el vino el que habla?”.
Él responde: “Soy yo, y le estoy hablando al vino”.
LA CERRADA CALLE
Nueve de la mañana del lunes. Tomo mi auto. Circulo por la Alameda. Voy al Orbe, a mi primer café. Primera sorpresa. Unos inútiles trabajadores del Ayuntamiento de Orizaba cierran la calle Poniente 5. Les vale. Un camión a lo lejos recoge basura o escombro. Vaya uno a saber. Miento madres. Por la cerrada calle Madero, debo ir a dar unas 17 mil vueltas. Vuelvo a mentar madres. Enfilo hacia Colón, doblo a la derecha para llegar a Sur 3, unas cuatro cuadras, luego de Sur 3 recorrer a una calle semi cerrada, cercana al puente Independencia, prolongación de Sur 4. Doblo a la izquierda y tomo la Poniente 5. Casi hice el mismo tiempo que los peregrinos cuando caminan el Camino de Santiago. Llamo a tránsito (72-50133) para saber qué demonios ocurrió. El oficial que contesta lo ignora. ‘Han llamado otros preguntando lo mismo’, responde. O sea, los trabajadores pueden cerrar calles valiéndoles gorro todo. Hay mañanas así.
Hace cosa de un par de noches, con un par de amigos contertulios, sin quehacer, mientras tomábamos una copa de vino y comíamos una pizza italiana en el antiguo ‘Andiamo’ de Orizaba, ahora llamado ‘Scatolari’, cerca de nuestra Alameda orizabeña, pizzas muy parecidas a las originales italianas que comí una vez que me guió el padre Alejandro Melchor a la parte de Roma en el Barrio de Trastevere; zona por donde vivió y aprendió el italiano a la Berlusconi (eso fue en octubre de 2006, cuando elevaron al altar de los picudos eclesiásticos a Rafael Guizar y Valencia, en Ciudad del Vaticano, primer obispo mexicano en ser santo, allí vi de a lejitos a Benedicto XVI, que opera la iglesia con mano firme y fue el que sacó tarjeta roja al tal Marcial Maciel, el legionario maloso), al revisar mi Nextel, quisimos saludar a algunos políticos muy relevantes, desde secretarios de Gabinete a alcaldes, diputados y hasta un exalcalde que, como la zarzamora: llora que llora por los rincones, pero llora porque ya no lo es. Senadores no, porque ahora no me llevo con ninguno, son cuatro: Herviz, Bueno Torio, Rafael Ochoa Guzmán y Dante Delgado Rannauro, de quien hace mucho no sé de él y hace como que la virgen le habla. De diez llamadas nueve pasaron, al gobernador Duarte no hubo, porque a él lo contacto cada que puedo por la Blackberry, donde suele responder cuando tiene tiempo.
LOS DEMAS
A Juan Manuel del Castillo, tampoco, ahora debe andar como trompo chillador porque le cayó chamba extra, ser secretario particular de un gobernador es algo que ni la tarjeta Masterd Card puede comprar. Con algunos quedamos de comer o desayunar pronto o, mínimo, un café. Ya saben ustedes como ‘chorean’. Todos respondieron, se les saludó y se grilló unos minutos, que las llamadas para eso eran, para enterarse de la grilla, pero hubo uno que ni fu ni fa. Adolfo Mota Hernández, secretario de Educación, después de las dos alertas nos rendimos. Deprimidos bajamos la guardia. Nos sentíamos como brasileños tirando penaltis. Pensamos estaría en junta ejecutiva y mejor lo dejamos por la santa paz. Queríamos saber qué requisitos se necesitaban para ser maestro, por si algún día hay que pedir chamba.
Entre una pizza y plática relajadora y una buena copa de vino se nos fue la noche. Del vino, dijo Platón que es la leche de los ancianos y Sir Winston Churchill, que no le pegaba al vino, pero si era ‘chupamaro’, llegó a decir: “El alcohol me ha dado mas que me ha quitado”. Una anécdota lo retrata: Nancy Astor, Vizcondesa de Astor, esposa de Waldorf Astor, fue la primera mujer integrante del parlamento inglés como representante del Partido Conservador Británico. Sin lugar a dudas fue una noble con tintes de trascendencia y tuvo una activísima vida pública hasta su muerte en 1964. A pesar de eso, tal vez por lo que más se le recuerda es por el intercambio verbal que sostuvo con Winston Churchill, cuando agarraba por su cuenta las parrandas.
“Usted, Mr. Churchill, ¡Está borracho!”. Le dijo Lady Astor al premier inglés.
“Y usted, Lady Astor, ¡está fea! Y yo estaré sobrio en la mañana”, contestó Churchill.
Entre trago y trago y un puro a la boca, el buen Winston se vivía en la maledicencia a Hitler, a quien logró derrotar con un poco de ayuda de los gringos. En la Provenza, donde hay viñedos perrones, dicen que un día sin vino es un día sin sol. Tengo un amigo que suele tomar el Vega Sicilia, pero a mi no alcanzarme para eso. Y debo decir que jamás lo he probado, aunque una noche calurosa en el Mercado de San Miguel, en Madrid, pedazo de la España en que no nací, tentado estuve a pedir una copa de 40 euros, precio que Perro Uribe diría que con eso come una semana, estaba fuera de mis quincenas. En asuntos del vino, hay un detalle que ocurrió. Va.
NUNCA PREGUNTAR
Un hombre está sentado en la terraza con su esposa, compartiendo una botella de vino, cuando dice: “Te amo”.
Ella pregunta: “¿Eres tú o el vino el que habla?”.
Él responde: “Soy yo, y le estoy hablando al vino”.
LA CERRADA CALLE
Nueve de la mañana del lunes. Tomo mi auto. Circulo por la Alameda. Voy al Orbe, a mi primer café. Primera sorpresa. Unos inútiles trabajadores del Ayuntamiento de Orizaba cierran la calle Poniente 5. Les vale. Un camión a lo lejos recoge basura o escombro. Vaya uno a saber. Miento madres. Por la cerrada calle Madero, debo ir a dar unas 17 mil vueltas. Vuelvo a mentar madres. Enfilo hacia Colón, doblo a la derecha para llegar a Sur 3, unas cuatro cuadras, luego de Sur 3 recorrer a una calle semi cerrada, cercana al puente Independencia, prolongación de Sur 4. Doblo a la izquierda y tomo la Poniente 5. Casi hice el mismo tiempo que los peregrinos cuando caminan el Camino de Santiago. Llamo a tránsito (72-50133) para saber qué demonios ocurrió. El oficial que contesta lo ignora. ‘Han llamado otros preguntando lo mismo’, responde. O sea, los trabajadores pueden cerrar calles valiéndoles gorro todo. Hay mañanas así.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
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