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jueves, 28 de julio de 2011

Causas y....EFECTOS


 
                                  
Causas y…
EFECTOS
Por Alfredo Ríos Hernández

  • El silencio en filas priístas
  • El fracaso por imposición
  • Cabildeos en municipios
  • Dignificar a la militancia

Para algunos observadores y militantes del PRI en el Estado de Veracruz, la designación de los cuadros directivos municipales será determinante para las rutas electorales que se emprenden ya hacia los comicios federales del 2012, para otros, lo determinante será no tanto el perfil de quienes conformen los comités municipales, sino las herramientas de que dispongan así como la unidad y capacidad de convocatoria que permitan sumar acciones de la militancia.

Por el momento está claro que la búsqueda de decisiones sobre la conformación de los nuevos cuadros se maneja en el marco de la discreción, con la finalidad de evitar confrontaciones internas, en la inteligencia que es mejor cabildear entre los grupos para definir propuestas en firme, que abrir una contienda interna cuyos daños colaterales podrían generar escombros políticos en el futuro inmediato de la vida electoral.

Todo indica que los delegados designados por el PRI estatal que comanda Héctor Yunez Landa, se comportan en cada uno de los distritos con la mesura requerida, tanto así que en la zona centro veracruzana, región tradicionalmente conflictiva en cuestiones partidistas, los delegados realizan numerosas reuniones pero casi imperceptibles, de lo que se habla, lo que se negocia, lo que se propone, se mantiene en los marcos de la confidencialidad por parte de los enviados estatales.

En las prácticas del pasado lo que imperaba no sólo en el PRI, sino en todos los partidos políticos, es que los mandos municipales generalmente provenían de propuestas de alcaldes o diputados de los respectivos partidos, sin que se ignorara la fuerza de opinión de las respectivas dirigencias estatales e incluso, en algunos casos, del propio mando nacional de cada partido.

Hoy se entiende con claridad que eso ya no es suficiente, los tiempos han cambiado, se tiene plena conciencia que la mejor dirigencia municipal de un partido político, es la integración de un equipo que sume simpatías del mayor número de seccionales y de organizaciones políticas, que sean figuras de trabajo y empuje, sin que ello no quiera decir que la opinión de alcaldes, diputados y mandos superiores partidistas queden excluidos del proceso.

Cierto, se deben cumplir con los requisitos que establecen los propios partidos en sus estatutos, pero el cabildeo está encaminado a evitar confrontaciones, desprendimientos y juego rudo al interior del partido, para arribar con una dirigencia que asuma por vía de la conciliación entre las partes una designación e inicio de gestiones con armonía, acuerdo y eficacia.

Uno de los yerros que todos los partidos han cometido desde la cúpula nacional hasta los mismos comités municipales e incluso seccionales, es la imposición ya no sólo de candidatos, sino de dirigentes partidistas regionales, lo que tarde o temprano impacta negativamente en la vida partidista y política de los municipios que acaba dañando a los propios partidos políticos.

Ya experimentamos lo que recientemente pasó en la zona centro veracruzana e incluso a nivel estatal al interior del Partido Acción Nacional, por la designación de cuadros y candidatos no acordes con el criterio de los militantes regionales; también advertimos que en el ámbito municipal el mismo PRI perdió elecciones por entregar candidaturas a alcaldes influenciados por grupos de poder y no por el criterio de la mayoría de los militantes.

Los acreditados maestros sostienen que la mayor utilidad de la historia es para no repetir los mismos errores, es en ese ámbito de reflexión en el que se debe evaluar la conformación de los cuadros municipales partidistas, que pueden convertirse en instrumentos determinantes en los procesos electorales.

No se debe en el PRI ni en ningún otro partido olvidar la fuerza de los militantes para anteponer la influencia de los poderosos, sean alcaldes o diputados, por el contrario, el cabildeo franco y sin torceduras efectuado a conciencia por los delegados, debe contar con el respaldo requerido para que sean los mejores quienes despachen en las oficinas municipales partidistas.

De la misma suerte, de nada serviría un trabajo transparente y valioso para vigorizar la vida democrática de los partidos, si luego, por voluntad y enfado de los núcleos de poder esos cuadros quedan sin auxilio alguno para desempeñar sus actividades, incluso sin teléfono y papelería, como con frecuencia se ha registrado en la vida partidista nacional.

Por lo mismo, referimos que es válida la mesura y discreción en el manejo de cabildeos, ello deberá conducir a determinaciones que, en su conjunto, sean el resultado de escrutinios reales que permitan arribar a las oficinas municipales del PRI a quienes puedan representar fortalezas palpables que dignifiquen a la militancia y no constituyan la confirmación y vigencia de los grupos de poder… Ahí la dejo.     



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