Triunfalista declaración del presidente de la República sirve de ejemplo para esta colaboración. Don Felipe –que todo lo ve color de rosa- informó hace días que en México ya se tiene cobertura de salud al 100% de la población, y con ello superamos a los países del primer mundo y supongo que también a la república de Cuba. Yo enseguida pensé que era 100% de cobertura de salud menos uno, porque yo no tengo cobertura de salud por ningún lado y soy ciudadano mexicano. De allí partí para preguntar a muchos conocidos y amigos y en todos los casos me contestaron que no, que ellos tampoco tenían cobertura de salud. Entonces me acordé que vivo en un país dónde los políticos viven sus propias fantasías y tratan de engañar a la población haciéndole creer que lo que ellos decidieron fuera la noticia del día es la realidad, y no simplemente una declaración más para llenar el espacio del día.
Aunque una obligación de un líder es transmitir optimismo y esperanza, el actuar de los políticos mexicanos raya en el ridículo, cuando ellos informan, afirman, celebran, etc., cualquier dato u obra, que a los ciudadanos ni nos importa y lo que es peor, ni siquiera les creemos. Baste ver que cuesta trabajo y hay que llevar acarreados al informe de un alcalde, y que el informe de una autoridad más alejada de la población pasaría desapercibida si no fuera por el gasto publicitario que conlleva la celebración de acto de tan poca importancia (real) para los ciudadanos. Los informes de los gobernadores son desconocidos para el 90% de la población y el del presidente de la república supera el 98% de desconocimiento nacional. Es decir, a nadie le importa y nadie les cree. Estamos tan acostumbrados a no creer, que aunque digan la verdad, no hay confianza…
El problema para este 2012, el año de la crisis económica más grande de los últimos 120 años (Carstens dixit), es que a Calderón no le conviene hablar con la verdad, porque piensa que así pierde la elección, aún cuando quizá sea la única opción para ganarla. Y Peña Nieto y el amoroso Andrés Manuel no han sabido explotar ese mentir desde presidencia, porque están acostumbrados a que la política sea así, y no lo ven mal.
Sufriremos millones de spots publicitarios, mismos que al pueblo le entran por una oreja y le salen por la otra, es decir inútiles y por lo tanto contaminantes, porque los políticos así lo decidieron. Lo lamentable es el nivel tan pedestre de la propaganda política. No hay propuestas de fondo, no hay análisis de fondo, no hay interés de entrar a la raíz de los problemas del País, para desmenuzarlos y proponer soluciones a un electorado inteligente, y no las hay, porque en las altas esferas se considera que el electorado es cualquier cosa menos inteligente. Es un electorado con el voto en venta, o un electorado que se deja llevar por la influencia del cura, o del comunista, o del líder de la colonia, o por quien lo ha apoyado en su absoluta indefensión. Para que realizar el esfuerzo de convencer con propuestas serias.
Así, veremos una lucha no entre candidatos, sino entre los publicistas y expertos en mercadotecnia política, que le dirán a cada partido como presentar su producto, independientemente de que se presente una imagen ajena totalmente a la realidad y al futuro proyecto de gobierno. Simplemente vender una imagen, en lugar de informar sobre las ideas para resolver los problemas.
Tristemente hay que aceptar que con un pueblo como el mexicano, esa es la mejor manera de ganar una elección. Si en países con democracias más avanzadas, la mercadotecnia es lo primordial de la carrera política, (pensando en USA o en España), en países como el nuestro, no hay opción. Un electorado desinformado e ignorante, sin análisis y sin proyecto a futuro, obliga a los políticos a hacer lo necesario para ganar, sin importar que no sea ético ni correcto.
Aquí valdría la pena preguntarse quién es el culpable, si los políticos por el bajo nivel de las campañas, o el pueblo que prácticamente provoca ese bajo nivel. Alguien dirá que el gobierno debe educar, pero recordemos que el gobierno hace lo mínimo que puede y lo máximo que le conviene, mientras que la población sufre las consecuencias. En lo personal creo que el cambio debe venir de quien sufre las consecuencias y no de quien disfruta de los resultados del status quo. A quien no le convienen las cosas como están debe de luchar por cambiarlas o resignarse a seguir así, generación tras generación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario