EL AÑO QUE SE FUE Por: Gilberto Haaz Diez

Acertijos

*De Ernesto Sábato: “Lo admirable es que el hombre siga luchando y creando belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil”. Camelot


EL AÑO QUE SE FUE

12:00 del día. Tomo la autopista que me llevará a Vía Muerta, en Boca del Río, Veracruz, lugar paradisiaco donde suelo terminar y empezar el año.
Llega 2012. Cargado de buenaventuras y quizá desventuras. Ilusiones y desesperanzas. Luto y llanto. Es año electoral. Cambiaremos el asiento del presidente de la República, el que sucederá al presidente Calderón, que comienza a ver correr en contra las horas de ese reloj que lleva a un destino, el del tiempo final sexenal. Seis gobernadores, senadores y 500 congresistas se elegirán. Poco tráfico. Los paseantes están en casa. El mejor lugar para fin de año, descontando Acapulco y Cancún, que se han vuelto joyas de la corona del turismo. Más Playa del Carmen. Donde pululan europeos como si fuera su casa. Me reportan que Ferrán Adrià, el cocinero de Dios, el mejor del mundo, el del Bulli, merodea en estas playas quintanarroenses, en una convención de grandes maestros de la cocina, los amos del fogón. Es un divo, hagan de cuenta Pavarotti en sus buenos tiempos. O Pele en aquel futbol que dominaba a placer. Ser el número uno no es nada fácil.

EN VERACRUZ

14:00 horas. Estoy en Veracruz. Llego a la Plaza. Hay gente en el shopping de última hora, los minutos para llevar el regalo o lo que falte. La gente se moviliza.
Los autos por doquier. El tráfico se desenvuelve como si se estuviera en lugar turístico.
Comeré en un comedero de Boca del Río. ‘El Canda’. Ignoro qué signifique ese nombre. Un letrero los distingue: “Salón familiar, dos peladeces y pa’ fuera”. Cerrarán a las cinco, nos dice el mesero que nos da mesa. Un lugar de mariscos, de esos de mucho prestigio, al pie de la boca del río, que de allí obedece el nombre a este pueblo que un día lo fue de pescadores, y hoy tiene la mejor hotelería y restaurantería del planeta y un alcalde priísta. Antes fue panista. A unos comercios aledaños, un anuncio llama mi atención. Se venden tamales de elote. Voy por unos diez para el retorno. Sólo por esta zona los hacen así de buenos, aquí y en la Cuenca del Papaloapan, los de carne y los bollitos. Que calientitos y con crema de capulines, es un banquete que ni el rey de España puede darse. Él, pura fabada.
Fin de Año en Veracruz. Vía Muerta luce en paz. Los marinos nos vigilan.
Esperemos sea una noche de paz, como aquella señera canción navideña.
Que el músculo duerma y la gente conviva sin miedo y sin sobresaltos.
Esperarán a la medianoche y hasta el amanecer, si es que hay buen tiempo, la parte del malecón que se llena al tope, como si se fuera al estadio Azteca. Aquí solo a ver el amanecer. Bien vestidos y con las copas en la mano. Tradición que se forjó hace algunos años y que hoy se revivirá. En Boca del Río, unos pescadores adelantan las doce. Liban al pie de la banqueta. Comienzan a cerrar las calles

MOSQUITO JODEDOR

Seis de la tarde. Hablaban de un frente frío, el número 23. No ha llegado. Los suéteres a un lado. La ropa ligera a desempacarla. El nombre de Vía Muerta obedece a que, eso me lo dijo un ferrocarrilero jubilado, era una vía que llegaba hasta esta zona y allí terminaba, vía cerrada, donde terminaba el peregrinar del tren, de allí su nombre.
Los comercios cerrarán a las ocho, anuncian. Hay apuros. Escribo el relato de fin de año. Jalo mi laptop y cómo comencé al año lo termino, escribiendo, ‘Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos’, dijo el Nobel Saramago. Lo escribo desde este lugar veracruzano que tiene playas y un mar bello, donde algunas veces las palmeras están borrachas de sol. Donde todos oramos porque llegue la paz, y la maldad se aleje. Un mosquito jodedor comienza a hacer su anticipada cena de fin de año, peleo con él, zumba, se va sobre mi, lucho en su contra. Me vence, después de siete piquetes se retira, cuando me ve con el H24 a la mano listo a liquidarlo. Porque hogar se escribe con hache, con H24. Ah, verdad.

EN LA TELE

Siete de la noche. Prendo la tele. Televisa, que ha sido canal señero para millones de teleaudiencias, presenta un programa especial de fin de año, con su Dream Team, todas las estrellas que ningún cielo puede conjuntar, están allí, listas y a la vista para los televidentes de esa televisora que ha sido el canal de las estrellas. Aparece un ausente, Pedro Armendáriz, que filmó este especial junto a sus compañeros, poco antes de su partida eterna. Se le recuerda con cariño. Se celebrará de una forma entre abrazos y música y la cena clásica, el bacalao, los romeritos, la pierna, el pavo, chiles rellenos, lo que se pueda, que el veracruzano ha sido ejemplo del buen convivir. Entra un programa especial de Cristian Castro en homenaje al Príncipe, que lo es José José, producido por Rafael Pérez Botija, otro de los grandes. La música mexicana en su esplendor.

LA CENA

12:00. Hay abrazos y una oración por los que se fueron, ausencias sentidas, dolorosas. Año que revitaliza todo. Un 2012 colmado de esperanzas, muchas esperanzas, escribir como se pueda porque, como dijo Juan Rulfo: “Cuando se trata de narrar, solo cuentan los hechos: cuando no sucede nada, viene un silencio, como la vida, y solo se guardan ciertas épocas, un tiempo constante, un presente constante”.
2:45 del Nuevo Año. El helicóptero Blackhawk de la Marina no dejó de sobrevolar el espacio aéreo de Vía Muerta. Eso da tranquilidad. Salgo a la calle, saludo a los marinos que andan en rondín, un auto y una pick up con ellos a las vivas. Se les agradece que nos cuiden.
Hubo oraciones y rezos por el año que viene. Llegó 2012. Ah, el mosquito jodedor terminó abatido. Cayó rendido a mis pies. Había picado con destreza hasta hartarse de sangre, lo que nunca supo el pobre es que casi se llevó sangre de vampiro, y eso lo aniquiló, no el H24. Los parabienes a todos y una conseja: Que no falte el dinero, porque la salud, como quiera va y viene. Feliz 2012.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com