Fortin Municipio que Florece!!!

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viernes, 13 de enero de 2012

Expectativas y resultados por:Alfredo Bielma Villanueva


CAMALEON
De la misma manera en que cada individuo formula sus deseos al iniciar un nuevo año, en México la Sociedad Civil y la clase política tienen especial tendencia a imaginar que un nuevo periodo presidencial traerá significativos cambios en el país, de esta manera se depositan las iterativas expectativas en el relevo sexenal. Es el anhelo de un país con enormes rezagos sociales, con un gran sector de la población subsistiendo en la extrema pobreza, de allí que cada anuncio gubernamental reverdezca esperanzas, aunque también lo acompaña el riesgo de una decepción más.

En México es añosa la costumbre que tienen los gobernantes de elaborar un discurso optimista, cargado de perspectivas para anunciar un promisorio futuro, el fenómeno nos viene desde lejos, mucho antes de cuando la “Revolución se bajó del caballo para subirse al automóvil”, frase acuñada en los círculos del poder durante el gobierno de Miguel Alemán Valdez para anunciar que se trabajaba para “Que todos los mexicanos tengan un Cadillac, un puro y un boleto para los toros”. En secuencia alentadora luego vendrían la famosa “Marcha al Mar”, de Ruiz Cortines, y más recientemente el “Arriba y Adelante”, “La Solución Somos Todos” y la “Renovación Moral”, de Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid, respectivamente. El último gran estruendo (como tal se recuerda) es el “Bienestar para la Familia”, esgrimida por Ernesto Zedillo que con la aprobación del Fobaproa alimentó la pregunta popular ¿“La Familia de quien?

No es ocioso afirmar que la intención de esas expresiones no se circunscribía al discurso porque la sustanciaban buenas intenciones, pero perdieron impulso en el choque con la realidad debido a la paradójica carga de demagogia que las envolvía y a las ineptitudes de los “mil usos”. De aquellos momentos históricos a los actuales en plena transición el panorama no ha cambiado del todo pues el discurso político continúa revestido de buenas intenciones pero al final no se reflejan en los hechos, de allí el rechazo y desconfianza ciudadanas a la clase política.

En esa lógica, de la realidad estatal veracruzana se pudiera empezar a escribir una historia del más reciente pasado, en la que destacaría la fruición ególatra, combinada con la más escandalosa corrupción de que se tenga memoria; se podrían agregar ineptitudes e indiferencias respecto de la función pública, y en base a los decepcionantes resultados de una administración fallida, intitularla: “La gran decepción”; aunque tampoco estaría mal “El Principio de Peter Jarocho”, dado el nivel de incompetencia demostrado por quien, eso sí, es un excelente operador electoral. Bien vale aquí la frase de Ortega Y Gasset: “Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han sido ascendidos hasta volverse incompetentes".

¿Será culpa de la incompetencia de los encargados de implementar los programas de gobierno el que no se haya alcanzado en el mayor de los casos el éxito deseado? Hay mucho de cierto en esto último. Más aún cuando, como ocurre en México y particularmente ocurrió ya en Veracruz de 2004 a 2010, que puestos de importancia de Director a Subsecretarios y Secretarios fueron encargados a personas cuya previa experiencia había consistido en ayudantías de campañas políticas, y estuvieron allí para privilegiar la amistad con quien había ganado la elección.

De esta manera se integró un equipo de “gobierno” con amigos del “señor” que debido a su novatez entronizaron la anarquía administrativa y la rapiña organizada. De ese coctel el resultado lógico es el que constituyó la herencia recibida por el actual gobernador: desorganización administrativa y desaforada deuda pública, que lo obligaron a invertir un año de gestión para regularizar el aparato administrativo e incursionar en los sótanos de la deuda para conocer sus dimensiones, aunque no sanear las finanzas, porque estas no gozan de cabal salud. Para acabarla, gracias a información proveniente de la ASF, nos acabamos de enterar que Veracruz tuvo o tiene que devolver a la federación nada menos que  3 mil millones de pesos. Un asunto no detectado por “nuestro” Órgano fiscalizador ni POR el Órgano de “Control”.

Por estos y muchísimos antecedentes más la ciudadanía ha caído en un estado de indiferencia combinado con la incredulidad a que la ha llevado tanto incumplimiento gubernamental y excesivas expectativas que finalmente han devenido en frustrantes realidades.

Por caso, nadie pudiera discutirle al actual gobernador veracruzano su derecho a proclamar los programas de obras que su gobierno tenga planeadas y las estrategias para llevarlas a cabo, primero porque se trata de un intento por crear infraestructura física que tanta falta hace al estado y, segundo, porque como estrategia de gobierno es válida para crear esperanzas en una población decepcionada del discurso oficial y que requiere de alicientes para renovar sus anhelos. En esa lógica ya presentó el Programa Adelante y acaba de anunciar en puente Nacional el programa Un Día, una Obra Adelante, que iniciará a partir del quince del mes en curso, consiste en que durante los 350 días restantes del presente año se inaugurará una obra.

Debido a que solo fue enunciativo y no se dan detalles acerca de que tipo de obras serán las inauguradas, sería saludable que se especificara si serán solo del orden estatal o si en el cómputo se contabilizarán también las obras municipales. De igual manera, que se determine la oficina a cuyo cargo estará la verificación del cumplimiento de este programa, no vaya a resultar como los famosos puentes y los tractores de la paradójica “fidelidad”.

 Sucede que a la sociedad veracruzana le ocurre lo que a la burra arisca, pues a continuación del maratónico concurso de oratoria en que el anterior gobierno convirtió una responsabilidad pública que de esencia debe ser seria y responsable, solo quedó el decepcionante resultado de una gran mentira. Fueron muchísimas las expectativas que se sembraron y que finalmente quedaron incumplidas, razón por la que no quisiéramos repetir más de lo mismo. Quién no recuerda, está documentado, que el anterior gobernador prometía por lo menos una obra cada vez que iba a algún municipio, ofrecía millones de pesos para una obra determinada y estas en su mayor número jamás se concretaron. Que lo digan sino en San Rafael, en Tres Valles, en Hueyapan de Ocampo, en Catemaco, en un sin número de municipios que se quedaron esperando el cumplimiento de la promesa. ¿Aún hay más?

alfredobielmav@hotmail.com

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