Acertijos
*De Kamalucas: ‘Los amigos son para las ocasiones, salvo en determinados círculos político-económicos, en los que las ocasiones son para los amigos’. Camelot.
ESE GARZÓN
Baltasar Garzón ahora no sale de Veracruz. Hace nada anduvo y andó de la mano del que ahora es gobernador y estudió en la Complutense madrileña, A Duarte no le dio clases en esa afamada universidad, porque las que daba Garzón eran de Derecho Penal, y el gobernador andaba en los números, como Pitágoras. Viene con Antonio Navalón, otro picudo. Garzón ha sido de todo y sin medida, trae más entorchados de Doctor Honoris causa que títulos el Barcelona. Diputado del PSOE, delegado del gobierno en el Plan Nacional contra las Drogas y, lo más importante, asesor del Tribunal Penal Internacional de la Haya, donde tienen ahora ‘apanicado a Ernesto Zedillo’. Garzón anduvo por las tierras jalapeñas y dictó cátedra. No olvidemos que fue el hombre que apañó al dictador Pinochet, en Londres, el día que llegó a curarse una dolencia y el español le dijo: ‘con permisito, joder, que tienes una deuda pendiente por tus crimenes’. Las denuncias en los Tribunales Internacionales acalambran al más sereno. Kissinger casi no sale de su casa, por el mismo temor. Habló Garzón y dijo algo que llamó la atención, que toda guerra tiene tres finales: ‘vencer, ser vencido o impulsar un tratado de paz o un acuerdo entre las partes en conflicto’. Allí mismo, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, señaló que ‘que México no está en guerra, sino que sigue una estrategia clara y coordinada con los estados para fortalecer el estado de derecho’.
ESE MANCERA
El hombre es un jabugo, como suelen llamar los españoles a lo mejor de ese jamón ibérico, que aunque es alimento botanero es de lo mejor; o un todoterreno, si se le quiere llevar a otras latitudes. Uno puede, como observador de la política, ver a alguien como poco a poco se va encumbrando en la preferencia de la gente. Trabajó como procurador capitalino hasta hace poco, cuando renunció para buscar candidatura. Cada que había un conflicto, aparecía con seguridad, sin sobresaltos, sereno, serio, como conocedor de los intrincados problemas de la ley, y daba confianza ver a ese hombre explicando a los agnósticos (sin conocimiento) cómo resolvía caso por caso. Fue el mejor hombre del gobierno de Marcelo Ebrard, en los momentos que el país se nos deshace entre las manos, aquel que asemejaba al de Dickens en la ‘Historia de dos ciudades’: ‘Era el mejor de los tiempos y el peor, la edad de la sabiduría y la tontería, la época de la fe y la época de la incredulidad, la estación de la luz y las tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo se nos ofrecía como nuestro y no teníamos absolutamente nada. Todos íbamos derechos al cielo, todos nos precipitábamos en el infierno. En una palabra, a tal punto era una época parecida a la actual que algunas de sus autoridades más vocingleras insistían en que, para bien o para mal, se les tratara solo en grado superlativo’. Miguel Ángel Mancera es la carta fuerte del PRD y de los satélites pequeños asociados (se incluye el de Dante) para seguir gobernando ese Distrito Federal, monstruo de mil cabezas. Nada impide que vaya adelante en las encuestas internas y externas y, la Betty Paredes Pineda-Covalín, seguramente morderá el polvo de la derrota porque, a cualquier ciudadano en estos momentos de bestias y crímenes, que se les dé garantías de que la seguridad caminará, no tengo ni la menor duda de que le darán el voto a Mancera. Al tiempo.
ESE MUERTO EN EL AMERICA
Un menor murió al salir de un juego en Querétaro, a distancia del estadio, cuando se enfrentaban al América. Era de un equipo de la porra del equipo capitalino. Incidente narrado y televisado por los noticieristas. Hay que evitar la violencia en los estadios y a la salida de los mismos. Aquí se habló de una falla porque el autobús que los trasladaba no fue escoltado a equis lugar, donde ya verían el paraíso. Tengo una experiencia de tribus. Es, sin duda, la más grande de todas que he visto en estadio alguno. En Buenos Aires celebran el clásico Boca-River, antes de que descendiera el River. Es un fenómeno que sólo lo pueden platicar quienes lo han visto y vivido en el estadio, en vivo y a todo color. Hay tres secciones. Los turistas, que llegamos con una hora de anticipación, y ocupan los lugares vendidos centrales. La porra de Boca, que, cuando es local ocupa su sitio acostumbrado, y la porra visitante al otro lado, muy lejos, de portería a portería. Ambas dos (Fox dixit) se pasan el partido mentándose lo que pueden. El griterío es enloquecedor y no paran de cantar, mentar madres y pegar brincos. Un colombiano, que iba en la camioneta que nos llevaba al estadio, me dijo que era un espectáculo que no olvidaría nunca. Fue cierto. Si hay barras así, es en Argentina. Las tribus se miran como John Wayne miraba a la gente al entrar a una cantina. Desafiante. Y algunos se ponen como Sacal, el energúmeno empresario golpeador del valet parking, que ‘juayderito’ nos puso a todos en la tele nocturna, para asquearnos de la prepotencia de este sujeto. A la salida del estadio viene el embrollo. Muy ordenados evitan la fiesta de los cuchillos, sale primero la porra visitante, los de River, media hora después sale toda la gente normal, y una hora más tarde la porra de Boca, para que no se encuentren en las calles.
EL TORO DE WALL STRETT
Un lector fijado me hizo ver un gazapo. La estatua del toro de Wall Strett no pesa tres kilos, como señalé ayer con error de dedo. Pesa, para ser exactos, 3.200 kg. Y es toro.
Comentarios: haazgilberto@hotmail.com
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